Superación, resiliencia, fortaleza, espiritualidad. Son todas palabras que pueden ser usadas sin dudar a la hora de referirse a la historia de vida de Carolina Lanusse, más conocida como Lola, historia que ella misma buscó transmitir en palabras en un libro de reciente aparición. Se trata de “Volver a la montaña. Una historia de superación”.
Con la ayuda del periodista y escritor Luis Alberto Laffargue, quien la apuntaló en la escritura, Lola Lanusse logró transmitir sus vivencias, que fueron intensas, desde todo punto de vista. Al abrir su corazón, Lola rezumó alegrías y dolores, desencuentros familiares, accidentes que dejaron heridas, y una dura enfermedad, de esas de pronóstico reservado, que requieren tratamientos de alto riesgo. Pero de todo eso logró salir adelante, ayudada en gran parte por haber tomado caminos espirituales que le permitieron conocerse profundamente, conectando con la naturaleza y especialmente con la montaña, un lugar al que está fuertemente ligada.
Lola, nacida en 1972 en la ciudad de Buenos Aires, es nieta de un ex presidente, Alejandro Agustín Lanusse, que gobernó de facto entre 1971 y 1973, y está casada actualmente con el ex gobernador de Neuquén Jorge Sapag. Uno de los recuerdos más dolorosos de Lola está vinculado con su padre -Gustavo, hijo del general Lanusse- y con su propio abuelo paterno. En el libro, Lola reveló que durante su niñez sufrió abusos de su padre -ella se terminó yendo de su casa a los 16 años-, y que cuando buscó apoyó en sus abuelos se topó con una situación desagradable.
Cuando, decidida a poner freno a los abusos -su padre era además un hombre violento-, Lola fue al encuentro de sus abuelos, las cosas no resultaron como esperaba. Su abuelo y ex presidente, el “Cano” Lanusse, como era conocido cariñosamente por sus íntimos, y su esposa “Lala”, la recibieron en su casa y allí se produjo un encuentro “tenso, casi dramático”. Lanusse propuso un careo entre Lola y su padre Gustavo, ya que de movida no validó el testimonio de la joven ni le brindó su apoyo. Una situación que hizo mella en los sentimientos de Lola en aquel momento, cuando decidió alejarse de su familia. La dura experiencia sería, de todos modos, un aprendizaje, cómo luego ella misma explicará, entrevistada por Infobae.
De hecho, a lo largo de su relato en el libro, Lola, que vive en San Martín de los Andes, su lugar en el mundo, explicó cómo logró que las dolorosas experiencias del pasado sean una oportunidad para superar heridas y renacer en una nueva vida. En poco más de medio siglo de camino recorrido, Lola fue, entre otras cosas, instructora de esquí -una de sus grandes pasiones- y tripulante de cabina -lo que le permitió viajar, algo que ama-, tuvo parejas y concibió un hijo, Nico, al que ama con todo su corazón. Algunas de las herramientas que le sirvieron durante su vida para fortalecerse y elevarse espiritualmente fueron la meditación, el yoga, el reiki, la técnica Ho’oponopono, el Kundalini yoga y la biodecodificación.
Un punto de quiebre en su vida llegó en 2016, cuando, casi por casualidad, ¿o no?, le descubrieron un tumor en la médula. Lola está convencida de que el tumor fue el resultado de la suma de muchas cosas: accidentes, dolores, angustias, soledad y un largo etcétera. Tras ser sometida a una compleja y larga operación por el ependimoma medular, Lola salió adelante, con una sorprendente fuerza interior y una ecléctica búsqueda espiritual, lo que permitió volver a sus amadas montañas. A solo tres meses de la intervención quirúrgica, y pese al consejo en contrario de los médicos, Lola, ayudada por sus amigos -algunos de ellos tampoco estaban convencidos-, volvió a Chapelco. Sentada en una silla para discapacitados, con la ropa apropiada para la nieve, y atada con fajas de velcro en la cintura, Lola volvió a sentir el aire fresco en la cara, algo que la emocionó y la llenó de nuevas fuerzas. Ayudada por una profesora especializada en capacidades diferentes y con sus brazos sujetos a bastones adaptados, Lola dio un primer y gran paso para el regreso a sus amadas cumbres y al esquí. Con sus avances en la rehabilitación, llegaron después el volcán Lanín, la cordillera de Ansilta, el volcán Domuyo y el cerro Tronador. Todos fueron escenarios a los que Lola retornó, dando muestras de una admirable capacidad de superación.
El libro “Volver a la Montaña” fue editado por Sidera Media, una empresa especializada en la producción de contenidos a medida para autores, empresas, organismos, entidades, instituciones educativas, museos y ONGs.
A continuación, la entrevista con Lola Lanusse:
-¿Cómo y por qué tomó la decisión de narrar su historia de vida?
-El “cómo” fue todo un proceso que se inició cuando estaba postrada en la silla de ruedas y sentía la necesidad muy poderosa de empezar a contar lo que me estaba pasando, de escribirlo de alguna manera, de dejarlo plasmado para poder compartirlo. No sabía cómo empezar y ni qué hacer, aparte estaba con mucho tiempo, porque mi cuerpo estaba inmóvil, pero mi cabeza seguía funcionando perfectamente bien.
Un verano que fui a Copahue, el primer verano que fui a hacer rehabilitación, uno de los médicos que me revisó me regaló un cuaderno y una birome y me dijo: “Tendrías que empezar a escribir porque es maravilloso todo, como lo estás transitando, para que lo puedas compartir, a muchas personas le haría bien”. Y así me fui encontrando con muchas personas, entre ellas, la persona que me hacía acupuntura, que no es mi amiga del alma Norita, sino otra que siempre me decía “por favor Lolita escribilo, escribilo porque le va a servir a mucha gente”. Y en el 2022 arranqué con unblog que fue una manera de empezar con todo esto, fue un muy buen comienzo, pero el libro evidentemente era lo que estaba realmente en mi interior. Cuando la conozco a Nunzia (Locatelli) -Ndr: escribió el prólogo del libro-, ella me escuchó, me acompañó, me guio. Fue mi primera madrina, que me presentó a Cintia (Suárez), después Cintia me presentó a Luis (Laffargue). Y Luis supo poner en palabras, captando todo lo más profundo de mí y entendiendo que era lo que yo quería contar, toda la historia de mi vida y todo el tránsito con el tumor, que para mi es maravilloso, porque es transformar barro en oro. Para poder darlo vuelta y ser testigo y dar testimonio de cómo las cosas se pueden cuando uno quiere y si a alguien le sirve, maravilloso, y me siento feliz.
-En una parte del libro cuenta que tenía una necesidad interna, muy poderosa, de sanar. ¿Logró esta sanación finalmente con los caminos espirituales que encaró? ¿Podría explayarse sobre los mismos?
–La sanación es un camino que no tiene llegada. Es un proceso que mientras esté viva voy a seguir en eso. El libro fue un camino de sanación y reparación muy profundo, pero continúa. Todos los procesos espirituales que probé, y que sigo probando y que seguiré probando hasta el día que no esté más en este plano van a seguir siendo procesos de sanación. La sanación sigue ocurriendo y es mágica y maravillosa. A medida que uno va avanzando en ese proceso de sanación van apareciendo más oscuridades o sombras de cada uno de nosotros y está perfecto que salgan a la luz. Entonces se sigue sanando. Probé de todo, desde que era muy chica, cuando empecé a leer libros de filosofía budista y tibetana. Ahí empieza mi camino de sanación y conciencia. Incluso más atrás, tratando de huir de todo lo que me pasaba, haciendo meditaciones muy profundas. En ese momento no era consciente cuando lograba irme de mi cuerpo básicamente. Cada proceso, cada técnica, todo lo que hice con el yoga, lo que sigo haciendo con el yoga. El Kundalini marcó muy fuerte mi vida, me enseñó lo que es la disciplina muy severa para poder transformar; el reiki en su momento, el Ho’oponopono, absolutamente todas las técnicas. En este momento no me acuerdo todas las técnicas, tantas que fueron. Todas sirvieron, todas aportaron un granito de arena, y todas siguen haciéndolo de alguna manera. Imagino que todavía me queda muchísimo camino por recorrer, muchísimas técnicas por conocer, y muchas experiencias espirituales por transitar y seguir sanando.
-¿Podría contarnos qué significado tiene para usted la montaña?
–La montaña es un ser vivo maravilloso, es el planeta mismo en su mayor manifestación. La montaña es el lugar donde se conectan cielo y tierra porque cuando está en la cumbre de una montaña y está tocando el cielo, básicamente no existe donde empieza y donde termina uno y otro. La montaña no solamente es un lugar físico donde voy para encontrarme conmigo misma y alinear todos mis cuerpos y encontrar de nuevo mi eje. La montaña es el templo donde me reencuentro, son las catedrales donde practico mi religión. Es el lugar donde vivo, donde crecí, donde me nutro, donde respiro, donde crie a mi hijo, donde soy feliz. La montaña es todo.
-¿Cómo vivió el proceso de poner en palabras el abuso que sufrió siendo una niña y el posterior revés con sus abuelos paternos, que no validaron su testimonio ni la apoyaron?
-Yo viví un proceso para poder llegar a poder en palabras todo lo vivido en toda mi vida de una manera muy sanadora, muy reparadora, en lo más profundo de mi ser. Fue todo un camino, con muchos matices, pero lo más importante es que para poder poner en palabras todo lo vivido, logré hacer las paces, logré entender lo que significa el perdón, logré sentir en mi alma todo eso que me estaba pasando. Lo lindo, lo feo, poder experimentar cada una de esas emociones, poder transformar el barro en oro…así, tal cual, poder sacarle lo más bueno, los más lindo a algo que fue feo, y poder animarme a ponerlo en palabras me alivió. Sacó un peso muy profundo de mi alma y me enseñó a ser una gran agradecida a la vida, porque todas las experiencias tienen algo bueno para dejarnos. Vivo todo este proceso, lo sigo viviendo, porque el libro hoy tomó vida, con mucho agradecimiento y mucha alegría, y esperando que pueda servirle a mucha gente, que la haga sentirse que a todos nos pueden pasar cosas y que todos podemos transformar cosas feas en lindas. Hoy soy una gran agradecida, a toda mi familia de donde vengo, por todo lo que aprendí y por todo lo que transité, y no reniego del lugar del que vengo.
-¿Cómo transitó la difícil operación a la que fue sometida y por qué considera que fue un “segundo nacimiento”?
-Que maravilla que se cumplen ocho años de ese momento y estoy contestando esto. Para mi es un segundo nacimiento, hoy ocho años, en el año 2024, que también suma ocho, que para mí es el símbolo del infinito. El infinito amor, de las infinitas posibilidades, del infinito y maravilloso universo, que siempre conspira para mayor bien. Fue un momento muy duro de mi vida, yo lo tomé con mucha simpleza. De alguna manera, no quise saber mucho de lo que iban a hacer en mi cuerpo físico, simplemente me entregué a que mi cuerpo emocional y espiritual estuvieran fuertes, hice mucha preparación, mucha meditación, mucho trabajo interno. Como me dijeron mis maestros de Kundalini en ese momento, me corté la cabeza simbólicamente para entregársela al gurú, a Dios, y ponerla debajo de mi corazón, para que mi corazón me guiara, y mi corazón me guio, y yo siempre confié, porque cuando me enteré que tenía un tumor en la médula, que es el canal de la vida, dije que esto había venido a mi vida, que lo había traído mi alma para algo maravilloso y transformador. Y así lo sentí. Como nunca lo resistí y siempre lo abracé, el tumor de alguna manera hasta fue un amigo mío, que vino a enseñarme muchísimas cosas. Y es un segundo nacimiento el 11 de mayo de 2016, porque ahora podría no estar contando todo esto, y podría haberme muerto, pero acá estoy, con una segunda oportunidad, viviendo la vida de la mejor manera posible, agradeciendo cada segundo de cada día de mi vida, y ahora honrando más que nunca la vida con este libro.
-¿Qué mensaje le gustaría dejar a las personas que se sientan identificadas con alguna de las vivencias que narra en su libro?
El mensaje es que todo se puede, que hay que querer. Querer es poder, cuando uno tiene la intención desde el corazón, el universo te otorga todo lo que pida. Cuando uno se da cuenta que puede transformar todo en algo mucho mejor y que la energía del amor es la más poderosa y hay que agarrarse de ella, y envolverse en ese amor para poder dar vuelta las cosas. Y confiar muchísimo, tener mucha fe. Todo se puede, porque tu creas lo que crees, entonces te podés dar cuenta que hasta lo más difícil a veces en la vida se puede dar vuelta. Modificándolo, adaptándolo, tal vez no de la manera de la que uno se la imagina o lo quisiera, pero todo es posible. Y hay que ser muy agradecido y hay que ser muy consciente de que cada día que vivimos es un regalo de Dios.