Su testimonio va a invalidar esta sentencia. Pero aunque a él no le guste que lo califiquen de ese modo, es difícil no pensar en Gustavo Cisneros como un ejemplo. Mientras afronta esa enfermedad durísima que tanto nos cuesta nombrar, este trotamundos del fútbol – dirigió una decena de equipos entre el Ascenso argentino, Uruguay, Chile y Perú desde el 2000 hasta hoy- sigue al frente del plantel de Fénix, equipo que milita en la Primera B Metropolitana. En esta entrevista le cuenta a Infobae cómo se encuentra hoy con los tratamientos, los múltiples respaldos que recibe y la pasión que lo hace entregarse a fondo, aún en este trance tan complejo.
-¿Cuál es el estado actual del cáncer y de todo el tratamiento que te estás realizando?
-Son 6 ciclos de quimioterapia que tengo que hacer. En total son dos quimioterapias, una por el mismo cáncer de próstata, el otro es por la metástasis en los huesos, más la vacuna de bloqueo de testosterona. También es el tratamiento sobre el dolor que es bajo morfina y eso es lo más complicado porque es lo que hay que manejar día a día con esto de poder estar trabajando. En el club tengo bastante organizadas las tomas, en base a los entrenamientos, a los partidos, ya que es una medicación muy fuerte que tengo que tomar cada cuatro horas. Si tengo partido a la noche, durante el día la tomo para poder ir cubierto. Si entrenamos a la mañana, la toma fuerte la hago a las 10 de la noche y después cuando estoy a mitad de entrenamiento. Después las tomo cada 4 horas y descanso todo el día. El tema del tratamiento de dolor es porque esta vez me tomó todos los ganglios linfáticos y eso la verdad causa un dolor que es difícil de describir. Es un esfuerzo bastante grande estar en actividad, es una enfermedad que es más para estar en cama y dedicándose el 100% a la enfermedad, pero también me ayuda mucho en lo mental, así que si bien el físico no da, desde lo mental me ayuda, es mi pasión y mi trabajo de toda la vida. ¿Hasta dónde? No sé. Hasta el día de hoy vamos para adelante, no queda otra.
-Supongo que un montón de veces te habrás preguntado “¿por qué a mí?”, y de hecho lo has dicho en varias oportunidades. ¿Ya dejaste de preguntártelo y asumís la batalla desde otro lugar?
-Más que preguntarte, uno lo primero que hace es enojarse. Yo me dediqué toda la vida al deporte, desde los 8 años que jugué al fútbol, no terminé de jugar al fútbol que ya me estaba preparando para ser entrenador. Tuve la suerte de empezar a los 29 años a ser entrenador, pude forjar una carrera, formar una familia de cuatro hijos. Yo nunca tuve una situación de drogadicción, de alcoholismo, sinceramente es el día de hoy que tengo 56 años y difícilmente hasta tome un vaso de cerveza comiendo una pizza un día sábado, nunca fumé y uno piensa que por eso está exento. A mí me ayudó mucho el tema coaching que lo hago con Matías Carnival, un ex jugador de fútbol que trabaja en Banfield, y después tener charlas con Miguel Russo por sobre todo, que siempre tiene la palabra justa, frases como ir a las quimio con amor, no con temor, para poder pasarlas. Y ahora cuando volvió por segunda vez, que a uno le causa más enojo y más dolor, también tuvo la palabra justa, me dijo “no te enojes, a afrontarlo de vuelta, la misma fe de la otra vez”. También estar rodeado de la familia en mi caso, con Valeria como pilar ya no del día a día, sino del minuto a minuto. Creo que además de preguntarte el por qué, también uno empieza a hacer esfuerzo más por el resto, por mis cuatro hijos que están entre los 14 y los 26 años y no queda otra que luchar contra la enfermedad porque uno prefiere sufrir poniendo el cuerpo y que no sufran los seres queridos, los más cercanos a uno.
-¿Por qué elegís seguir dirigiendo? ¿Es el famoso “el fútbol te da vida” que alguna vez se dijeron Falcioni y Maradona?
-Lo considero de la misma manera, como dijeron esas dos personas tan importantes dentro del fútbol argentino. Es así, yo lo dije, la vacuna cada 28 días, la quimioterapia cada 21 días, la morfina cada cuatro horas, pero no dejar el fútbol. Porque cuando firmé en Fénix lo hice proyectando un año con todo, al 100, sin pensar que podía estar pasando esto, que podría llegar a pasar esto nuevamente. No había ningún tipo de señales ni de resabios cuando allá por el 20 de diciembre me propusieron volver al club, ya que yo estuve en el 2015. De hecho me explotó la enfermedad mientras estaba de pretemporada y la verdad que también el cariño, el respeto que tuvo el club, los jugadores, los dirigentes, todo, tuve el apoyo 100% de bancarme en esta situación, de que hay días que no puedo ir, que me dieron dos quimioterapias el mismo día que teníamos fecha contra Los Andes. Y ese día, de hecho, al salir de la quimio le dije a mi hijo “llevame a la cancha”, fue lo primero que me salió y esto que parece una locura; cuento con el apoyo incondicional de mi familia, de Valeria, de Diego, mi hijo mayor, del club que me acompaña y de asumir el esfuerzo, más que riesgo, creo que es el esfuerzo. Mi objetivo día a día es poder cumplir con la parte laboral, que en este caso es seguir conduciendo al equipo.
-¿Cómo hacés para brindarte tanto con jugadores, con tu cuerpo técnico o con los dirigentes teniendo que estar tan enfocado en tu problemática?
-Respecto del día a día del club, hay un apoyo incondicional desde los jugadores más grandes, los capitanes, los dirigentes y de mi cuerpo técnico, que son gente joven, la verdad es que están cuidándome mucho entre todos. El cariño de los hinchas de fútbol, de toda la gente del Ascenso y cada mensaje, cada muestra de cariño a uno le da esperanza, te da ánimo, te da fuerza para seguir. Esto lo fuimos descubriendo de las dos partes porque, como te decía, no es que llegué al club con el tema de la enfermedad, sino por el contrario, me supieron conocer cuando estaba en buenas condiciones. A partir de un control vimos unos valores que estaban muy malos y a partir de eso empezaron las inflamaciones de los ganglios y con eso el dolor, una de las piernas muy explotada, muy inflamada y de repente me encontré sentado en un sillón haciendo dos quimioterapias el mismo día. Ellos vivieron todo este día a día conmigo, como de estar con una persona normal, en 15 días avanzó tanto y explotó tanto la enfermedad que te hace otra persona. Estoy medio atado con alambre desde lo físico, pero también me ven muy lúcido desde lo mental, desde las ganas. Desde la enseñanza que uno puede transmitir, de que hay que luchar día a día, así que tenemos una muy linda y muy buena convivencia.
-¿Qué mensajes de aliento te conmovieron en estos últimos tiempos desde que volviste a afrontar la enfermedad?
-Los mensajes de aliento son interminables y hermosos. Yo siempre hablo de lo de Miguel, porque a Miguel creo que fue la primera persona que llamé en el 2021 después de mi familia. Ahora lo más conmovedor es como me pasó el otro cuando fui a la cancha de Comunicaciones a la que yo fui siempre como rival. Me recibieron el presidente, el técnico, al final vino el capitán de ellos, lo mismo me pasó con Villa Dálmine, encontrarme con gente del fútbol de Ascenso que uno siempre ha ido como rival y te lo demuestran personalmente o te están esperando para saludarte en la entrada del estadio o a la salida de un vestuario, son una caricia al alma. Yo también canalicé mucho toda esta situación por las redes para que mi familia me vea fuerte y para ayudar a concientizar. Yo a los 53 años, en el 2021, pensé que tenía 30 todavía, porque jugaba al fútbol, porque tuve una vida muy sana dedicada 100% al deporte y por no prevenir, nunca me había medido el PSA y terminé explotado con los valores de próstata. Uno lo hace más para concientizar, para darle fuerza a aquel que está pasando un mal momento, yo la construcción “se puede” no sería capaz de decirla porque yo creo que todos luchamos con esta enfermedad de la misma manera y algunos tienen o tenemos la suerte de poder sobrellevarla y sacarla adelante, y otros que luchan igual o más y no se puede. No hay una cura contra esta maldita enfermedad y solamente tratamientos que dependen mucho de cada organismo, va en cada uno cómo lo puede asimilar. Mucha gente que lucha más que uno seguramente no ha podido, la enfermedad lo ha vencido y yo creo que todo eso uno lo hace en bien de que quien está pasando por esta situación, para que no deje de luchar nunca.
-¿Qué significa tu familia en este momento?
-Con respecto a la familia es una preocupación mutua con cuatro chicos, cuatro hijos. Es importante verlos bien a ellos, fuertes a ellos y uno poner todo en el tratamiento para estar lo mejor posible y que a uno lo vean fuerte. Con Valeria, a su vez, hace 8/9 años que estamos juntos, ella también tiene sus dos hijos, prácticamente somos una familia ensamblada muy bien y uno sufre por ellos, seguramente ellos están sufriendo por todo esto que estamos transcurriendo, pero intento llevarlo adelante con mucha fe y mucho amor.
-¿Cuáles son tus sueños futbolísticos de acá al futuro?
-Obviamente poder seguir en la actividad, con esto que te aparece te modifica todo, te aparece este tipo de enfermedad y no te digo que pasa a ser todo lo demás secundario, pero en parte sí. En esta ocasión, a diferencia del 2021 que tuve que abandonar todo, estoy haciendo el esfuerzo de seguir. Ese es mi sueño.
-¿Tu recuerdo más grato adentro de una cancha?
-Muchísimos, en 26 años tuve la suerte de poder ir a trabajar a Uruguay, a Chile y a Perú, salir al extranjero es toda una motivación, pero también es un gran desafío. Siempre haber quedado con mucha gente amiga tanto en estos tres países es gratificante, porque uno más allá de los resultados dejó una imagen como profesional, como persona. Después sí recuerdo algunos partidos que fueron muy significativos, los ascensos con Sacachispas, jugar finales, partidos de definitorios de Promoción con San Telmo, ganar clásicos con Excursionistas. Me tocó debutar en Chile con Unión San Felipe ganándole a Colo Colo, un partido histórico para la institución. Dirigir a Rampla Juniors contra Nacional y Peñarol en el Centenario. Ganarle a Alianza Lima con el club Los Chankas en Perú, los abrazos con mi hijo cuando era chiquitito y entraba a la cancha, con mi hija, son lindos recuerdos.
-¿Tu recuerdo más ingrato?
-Hoy después de todo lo que me viene pasando hace tres años, la verdad que nada parece ingrato. Algún resultado adverso, que siempre están. Lo único que me quedó marcado un poco fue el nacimiento de Maggie, que es mi tercera hija, que nació en el 2006. Yo dirigía a Armenio y en un partido Armenio vs Morón no llegué al nacimiento. Jugamos de visitante, en su momento le pedí al presidente si podía cambiar el día del partido porque era una cesárea bastante complicada, programada. La cesárea se planificó creo que un lunes a las 6 de la tarde y justo se dio que el partido se jugó el lunes y no llegué. Cuando llegué ya había nacido Maggie y eso por ahí es un recuerdo ingrato, no haber podido llegar. Más allá de haber perdido un montón de bautismos, de comuniones por estar ejerciendo la profesión, eso también pasa y bastante en la carrera de un entrenador.
-¿Qué sería Gustavo Cisneros sin el fútbol?
-En su momento tuve que tomar la decisión, tenía un trabajo también que era lindo, importante, en el Estado, trabajaba ahí en un Ministerio y estaba haciendo carrera. Pero llegó el momento de elegir y me decidí por esta profesión que es parte de mi vida. Yo arranqué a los 8 años pateando una pelota, hice todo Inferiores, jugué al fútbol, a los 15 años ya quería ser técnico y tuve la suerte de poder empezar joven, así que en ese aspecto pude cumplir el sueño de poder ser entrenador saliendo del anonimato total.
Hoy es un factor fundamental porque lo tomé como parte del tratamiento, hago un esfuerzo bárbaro para poder estar y tratar de seguir día a día. Sin fútbol no sé qué sería, hoy está toda mi familia, mis hijos, todos atrás de la pelota de fútbol, de la profesión.