Camino a cumplir nueve meses de gestión, la reunión mantenida por Javier Milei con legisladores oficialistas y aliados constituye un dato realmente extraño en la práctica oficialista, más allá de haber escrito el prólogo al veto de la ley sobre jubilaciones. El interés por la cita estuvo dado por la idea de armar un mínimo sistema de funcionamiento en el Congreso, después de la sucesión de tres derrotas que sacudieron el fragmentado tablero político. El compromiso del encuentro apunta a evitar una nueva caída legislativa por el mismo tema -la movilidad jubilatoria- y el trasfondo es mayor: un reconocimiento tardío de errores propios y de costos por su concepción de poder.
Eso último fue insinuado desde las filas aliadas en el marco del encuentro -básicamente, con diputados-, aún cuidando las formas y casi como regla táctica básica. Un mensaje sencillo: siempre sería mejor actuar para anticiparse a los hechos que reunirse para hacer frente a las consecuencias. Es decir, sería mejor que funcione un mecanismo de acuerdos, entre socios y como parte de un juego más amplio con dialoguistas.
La cita convocó a representantes de los bloques de LLA, el PRO y algunos aliados de escaso pero muy necesario número para las cuentas que hace en estas horas el oficialismo. No se trata de una declaración formal de respaldo al veto, sino de un esfuerzo preciso para asegurar asistencias en el recinto, si la oposición más dura intenta reunir la mayoría especial requerida para insistir con la ley jubilatoria. La apuesta oficialista para frenar el tema está jugada en Diputados: necesita asegurarse una movida sin fisuras y sin ausencias de los espacios referidos.
En otras palabras, se trataría de asistencia perfecta y alineamiento en la votación. Eso mismo, que parece elemental, es hoy un desafío para la casi totalidad de los bloques. La LLA viene de un espectáculo penoso en la Cámara baja y de una fuerte tensión en el Senado. El PRO arrastra la interna entre Mauricio Macri y Patricia Bullrich, aunque anoche Cristian Ritondo pudo exhibir acompañamiento general en la reunión con Milei. También la UCR, el peronismo/kirchnerismo y sus aliados, y otros bloques exponen divisiones, según el tema.
El encuentro en la Casa Rosada había sido precedido por especulaciones, alimentadas desde algunos pliegues del oficialismo, sobre facturas domésticas a Guillermo Francos por la sanción de la ley de movilidad jubilatoria y el rechazo de Diputados al DNU de fondos para la SIDE, tema que altera ahora los nervios del oficialismo por su posible tratamiento en el Senado.
Finalmente, el jefe de gabinete participó de la reunión con los legisladores. La puesta en escena, pensada inicialmente para contener a la propia bancada y tratar de dejar atrás las disputas públicas de las últimas semanas, fue también un dato político de doble sentido. Mostró cierta reconsideración del vinculo entre el Ejecutivo y el oficialismo parlamentario. Pero a la vez, expuso el real nivel de inquietud de Olivos frente a las derrotas en las dos cámaras del Congreso, más allá de la intolerancia discursiva.
Se cruzan además varias pinceladas del cuadro doméstico. En definitiva, el jefe de Gabinete es operador político central del Gobierno, pero no único. También resulta clara la extensión de Karina Milei en Diputados, donde los disputas en LLA llegaron a niveles penosos y no faltan consideraciones críticas sobre el manejo de la Cámara. En el Senado, se agrega la tensión con Victoria Villarruel.
En línea con la necesidad de trabajar más articuladamente, la reunión en la Casa Rosada también anotó cierta unificación de criterio para sostener el respaldo al veto. Un renglón destacado, por supuesto, lo ocupan los números sobre el impacto fiscal que supondría la aplicación de la ley jubilatoria. Y otro, el argumento del incumplimiento de la ley de Administración Financiera. Eso último, es un elemento destacado para el caso de que el tema sea judicializado.
La necesidad de tejer acuerdos va más allá y supera los límites del Congreso. En rigor, fracasos como los de la semana pasada ponen en crisis la concepción inicial del oficialismo, según la cual el impactante triunfo en el balotaje debería ser acompañado por un alineamiento casi mecánico del Congreso.
Ese contrapunto explicaría algunas idas y vueltas políticas. La relación con los gobernadores, privilegiada en el segundo trámite de la Ley Bases -y expresada a la vez en el paquete fiscal, también ingresó en zona conflictiva durante los últimos meses, con reproches por falta de atención o, directamente, de trabas para el cumplimiento de compromisos. Un ejemplo: los reclamos por los acuerdos sobre deudas nacionales en el traspaso de obras públicas a las provincias.
Eso mismo expone un elemento al menos llamativo, porque la mayoría de los jefes provinciales puede ser calificada como parte del heterogéneo conglomerado dialoguista. Desde la decena que mantiene la marca de JxC, a los provinciales y peronistas con juego propio. La oposición dura del PJ/K es minoritaria en ese paño: Buenos Aires, La Pampa, La Rioja y Formosa.
Está claro que los jefes provinciales pesan relativamente en el comportamiento de los bloques legislativos, pero en algunos casos son decisivos. Sobre todo, en votaciones ajustadas. Y ese es un dato clave para lo que viene en Diputados. El panorama en la otra Cámara, asoma crítico para el Gobierno. Puede que consiga destrabar -junto a aliados y otros espacios negociadores- la Boleta única de Papel, pero nada indica que pueda revertir la votación en contra del DNU de los fondos a la SIDE. Allí, como en Diputados, se combinan posiciones de fondo y mensajes a Santiago Caputo, no sólo desde la oposición.
Con sentido práctico, el Gobierno pone el foco en la suerte del veto. El gesto de firmeza -sobe todo, hacia el frente económico- que busca exponer Milei quedaría en la nada y hasta podría tener exacto sentido inverso si no logra sustento político mínimo entre el bloque propio y los aliados. A la par, está pendiente la recomposición de relaciones con jefes provinciales y bloques más dispuestos al diálogo.
Por supuesto, no es lo mismo lograr compromisos para sostener el veto firmado anoche por Milei que pretender solidaridad política con el DNU del giro de fondos para la SIDE. Son cuentas que seguramente se hacen en el círculo presidencial pensando en la semana que viene. Hasta ahora, logró postergar el desenlace en el Senado.