“Estaba pescando en el lugar justo, en el momento justo. Nada más”, así resume Claudio Velardo el hallazgo que hizo hace pocas semanas y que ayudará a investigadores del CONICET y la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) a desentrañar los misterios de una especie exótica que navega las aguas del Río de la Plata y enciende las alarmas de los especialistas.
El hombre de 66 años es abogado y aficionado a la pesca. Bromea con que, si bien el refrán advierte que no hay que casarse ni embarcarse en un día de mala suerte, la pesca no está incluida. Y es que el pasado martes 13 de agosto, sin saberlo, capturó en Punta Lara un ejemplar de esturión, un animal primitivo que el Laboratorio de Ecología de Peces del Instituto de Limnología Raúl Ringuelet (ILPLA), conformado por investigadores del CONICET y UNLP, busca por su potencial impacto en el ecosistema.
La llegada de la especie al Río de la Plata se remonta al año 1998. Los científicos creen que la mayoría son especímenes que llegaron de criadores de Uruguay y, desde el punto de vista ecológico, preocupa que pueda modificar la estructura del ecosistema local.
“Era muy chiquito cuando empecé a pasar. Lo primero que me acuerdo es que mi papá me llevaba todos los domingos. Me puso una caña en la mano y no la largué más”, rememora sobre sus inicios en la actividad a los 5 años, en el Club de Pesca de La Plata. Pocos años más tarde, ya se convertiría en el compañero de las expediciones de su padre.
En diálogo con Infobae, revela que su primera opción de estudio no fue la abogacía: quería ser oceanógrafo, pero su familia no podía costear la carrera y estudiar Derecho le permitía trabajar. Tras 40 años de trabajo en el Tribunal de Cuentas de la provincia, hoy es jubilado y vive en Gonnet, una localidad de La Plata ubicada a cerca de 7 km de la capital homónima.
“La pesca es una droga natural. No puedo prescindir de ella”, comenta sobre su hobby. Su método es sin música, y en lo posible, sin charlas. Además, asegura que siempre devuelve a los peces a su hábitat, excepto cuando los consume; por esa misma razón, no participa en concursos de pesca.
El día del descubrimiento
Ese martes 13, Claudio llegó -para lo que considera el mundo de los pescadores- tarde. En Punta Lara, Ensenada, ya amanecía a las 7 de la mañana y todos los espacios estaban ocupados. Ese día pescó solo, porque sus compañeros en la actividad son “laguneros”. Recuerda que se encontraba a 200 metros del antiguo muelle Boca Cerrada.
El hallazgo de ese pez de apariencia primitiva ocurrió cerca del mediodía. Al principio pensó que se trataba de un pejerrey de “buen tamaño”, ya que es la especie que habitualmente consigue. Tuvo que manejar al ejemplar con cuidado, porque se trataba de una pieza grande y tenía el anzuelo muy incrustado en la boca. Entonces se dio cuenta de que era un esturión.
“Le saco una foto y se la mando a tres amigos y les digo ‘miren lo que saqué’. Ahí saltó uno a contarme que lo estaban buscando desde la facultad, inmediatamente, el otro me dijo lo mismo”, relata. Tuvo que mantenerlo vivo dentro de una heladerita que llevaba consigo y, una hora más tarde, ya estaban en Punta Lara el investigador del ILPA y miembro de la Cátedra de Anatomía Comparada de la UNLP, Tomás Maiztegui, y el técnico Roberto Jensen.
El ejemplar encontrado es un esturión siberiano, proveniente del norte de Eurasia, y según explica el doctor en Ciencias Naturales, se trata de un “intermedio” entre un tiburón y un pez óseo. Tras su captura, fue sedado y luego fijado con formol para su estudio.
“Hoy en día no es una plaga, como la carpa común. No sé encontró ningún espécimen que esté maduro sexualmente, tampoco hay indicios de que se estén reproduciendo en el ambiente. Pero su aparición no deja de ser algo que nos llama la atención y nos pone en alarma”, desarrolla Maiztegui, quien trabaja con los pescadores de Punta Lara. La captura es especialmente significativa porque se trata del primer ejemplar que tiene el instituto como material de estudio.
El reconocimiento
Osvaldo Barreiro es el dueño de una casa de pesca en Berisso, Matungo Pesca, y fue quien organizó una campaña para recompensar con una caña de pescar a quien capturara un ejemplar de esturión y lo donara. Su objetivo era ayudar a la UNLP.
Pocos días más tarde de la captura, Velardo fue premiado por la tienda y recibió un diploma de la universidad por su colaboración, que ya envió a enmarcar. Barriero también fue reconocido por su campaña. “La universidad me abrió las puertas y muy amplias, le debo mi vida a la facultad”, relata el pescador.