En los próximos días o semanas, los ministros de Economía de los gobernadores aliados serán convocados por el equipo de Luis “Toto” Caputo para intentar avanzar en la resolución de una serie de reclamos que se acumulan en las provincias, según dicen, por la pasividad de la gestión y la decisión irrevocable de mantener el equilibrio fiscal a cualquier costo. En la jerga de algunos gobernadores se refieren al “delivery” de los temas: “Hay un problema evidente con eso, nadie en el gobierno sigue los pedidos”, explicaron desde el despacho de un jefe provincial de Juntos por el Cambio.
Karina Milei y Rogelio Frigerio abordaron la problemática en la reunión que mantuvieron a solas este viernes en Casa Rosada después de la cumbre que Guillermo Francos mantuvo en la semana con los gobernadores del PRO y de la UCR. Frigerio y la hermana del Presidente -nunca se habían tomado un vaso de agua a solas- repasaron el tablero electoral de Entre Ríos de cara al 2025, y ella le ratificó su decisión de seguir adelante con el armado del partido, una tarea a la que está abocada desde hace meses. Pero hicieron un alto en la conversación para sobrevolar la reaparición pública de Mauricio Macri del día anterior -el ex Presidente sabía del encuentro-: Frigerio le aseguró a la secretaria general que no era un reclamo por los cargos, y que tampoco se trataba de un tema personal, si no que había intenciones genuinas de ayudar en la gestión.
Ya era tarde. A media mañana, el vocero presidencial había resaltado que Milei se sentía “orgulloso” de su entorno, y en redes sociales los dirigentes de mayor confianza de su hermana salieron en masa a resaltar el trabajo de la funcionaria en la construcción interna. “No hay lugar para ambiciones personales”, escribió, por ejemplo, uno de ellos. Ayer, Francos aseveró que “ninguna decisión del Presidente es limitada por su entorno” y que es él “el que decide cómo integra sus equipos y el gabinete”.
El sábado, en declaraciones radiales, Macri se enojó con un periodista de Radio Mitre cuando le consultó si había salido públicamente “fuerte” contra la funcionaria y el asesor Santiago Caputo. “Yo dije que a Karina no la conocía, con lo cual, ¿por qué decir que salí fuerte”, se quejó el jefe del PRO. Macri conoce la extrema sensibilidad que rodea al vínculo de Milei con su hermana. Arremeter contra ella puede significarle un punto de no retorno en la relación con el mandatario. La influencia de “El jefe” sobre el Presidente es total. Hace rato que, por ejemplo, se instaló en el despacho que debería ocupar el jefe de Gabinete, contiguo al del jefe de Estado. Allí recibió este viernes a Frigerio.
Macri, por el contrario, sí reconoció su disgusto con el consultor, con el que blanqueó que mantuvo “un diálogo intenso durante los primeros meses del gobierno” en el que “se planificaron varias cosas”: “Ninguna se cumplió, y eso es lo que hablé con el presidente”, dijo.
El ex mandatario está especialmente furioso con el asesor estrella de la Casa Rosada. En su entorno explicaron que, sencillamente, se siente “boludeado”. A él le achaca, por ejemplo, el ninguneo en la transmisión oficial en el Pacto de Mayo en Tucumán, al que viajó especialmente desde Europa ante la insistencia del jefe de los ministros. Y el rechazo a cualquier tipo de asesoría, cuadro técnico o consejo vinculado a la gestión. El caso más paradigmático, resaltaron en el macrismo, es el de Corredores Viales: dicen que, a los pocos meses de asumir, el consultor le pidió un plan para esa área, que fue elaborado y que después quedó en la nada. “No nos llamaron nunca más”, abundaron desde el riñón del jefe del PRO. En ese sector le apuntan también a Francisco, el hermano del estratega que integra su mesa chica y que lidera varias reuniones de trabajo internas.
El vínculo entre Caputo y Macri se rompió hace algunos meses. Dejaron de verse y de cruzar mensajes de WhatsApp como lo hacían antes. Por eso al ex presidente le sorprendió muchísimo que el consultor rompiera el silencio público que mantuvo en todo este tiempo horas antes de su reaparición en el Arena Studio de La Boca, nada menos que para llenarlo de elogios. Macri cree que lo hizo para anticiparse a su discurso porque se rumoreaba que cargaría directamente contra él, con nombre y apellido.
Altas fuentes macristas deslizaron que, efectivamente, el ex presidente tenía previsto mencionarlo y descargar una catarata de reproches. Y que sus palabras lo obligaron a evitar cualquier alusión directa. Macri no tiene claro si la decisión de Caputo fue un acto reflejo que definió a solas o fue tras una charla con el Presidente, después de la cena que Milei y su antecesor compartieron el lunes durante cuatro horas, en la que el nombre de su colaborador principal se coló durante un buen rato en el menú de los comensales. “Macri le tiró tierra durante cuatro horas”, confiaron cerca de Caputo.
Como sea, los chispazos de esta semana plantearon un interrogante en el seno del gobierno libertario: ¿Hasta qué punto Macri puede sostener ese reclamo público sobre el entorno presidencial sin que éste afecte su vínculo con Milei? Existe, sin embargo, un dilema mucho más sórdido que abre un escenario un tanto más complejo: ¿El ex presidente le apunta a la mesa chica para evitar cargar directamente sobre la figura del jefe de Estado? Macri conoce bien esa situación. Era otro contexto, otros los protagonistas y un sistema de toma de decisiones diferente, pero durante su gobierno la reprobación constante hacia Marcos Peña, su máximo colaborador, que concentraba las principales definiciones de la gestión y la estrategia política, fue un sello de la administración de Cambiemos.
El líder del PRO siempre supo que disparaban contra Peña pero que, en realidad, el blanco era él. El libro del ex jefe de ministros, El arte de subir y bajar la montaña, tiene en estos días un lugar destacadísimo en el despacho de Santiago Caputo.
En el macrismo juran que el jefe del PRO “le cree” al Presidente, y que quiere que le vaya bien. “Confía en él”, aseguran. Dicen, de todos modos, que no está encima de la gestión, y que no conoce todo lo que pasa a su alrededor: “Pasan cosas que él no sabe, le escriben el diario de Yrigoyen”.
No es lo que piensan en Casa Rosada. Es más: hay voces cercanas a Milei que subrayan que desconfían de las intenciones de Macri. Le atribuyen “querer cargos”.
Al ex mandatario le preocupa el rumbo de la gestión cotidiana porque es consciente de que buena parte de la opinión pública identifica al PRO con la implementación del programa de gobierno. El 50% del electorado cree que “Milei se está apoyando en el PRO para gobernar”. Son números de la última encuesta, de julio, de la consultora de Mora Jozami, cercana al ex presidente. El número baja al 32% entre los votantes libertarios, pero sube al 53% en el electorado que se inclinó por Patricia Bullrich en las elecciones del año pasado. Esos porcentajes explican parte del reclamo público de Macri para “agilizar” los procesos de gestión.
El ex mandatario no es, sin embargo, la única figura de peso enfrascada en una disputa a la luz del día con el entorno presidencial: Victoria Villarruel y Sandra Pettovello, dos de las mujeres más relevantes del proyecto libertario, arrastran desde el inicio del gobierno un durísimo enfrentamiento con la hermana del presidente y Caputo.
En el caso de la Vicepresidenta, la interna quedó expuesta hace dos semanas cuando Karina Milei se ocupó en que sea noticia su visita al embajador francés para disculparse tras el posteo -todavía lo tiene fijado- en X que la ex diputada le dedicó a ese país, al que tildó de “colonialista”, en ocasión del canto desafortunado de Enzo Fernández. El enfrentamiento escaló al máximo nivel cuando el propio Milei dijo que “no fue un tuit feliz”, y desautorizó a su vice.
La relación entre ella y el Presidente sobrevive solo en la dimensión protocolar, pero no hay un solo atisbo de acercamiento con su entorno ni siquiera en ese terreno. “Ella está convencida que sale más favorecida que dañada, le da oxígeno a una batalla que puede no terminar nunca”, explicaron desde el Senado. En el ranking de ministros que elaboró Jozami entre los votantes libertarios, la vicepresidenta conserva algo más del 80% de imagen positivo, solo por debajo del presidente y de la ministra de Seguridad.
No existe, por ahora, ninguna señal orientada en aplacar esa disputa palaciega. “Victoria no entiende ni el lugar ni el proceso”, aseguraron cerca de Milei. En estas horas, hay una creciente puja en la Cámara alta por la conformación de la comisión bicameral de inteligencia. Santiago Caputo promocionó para presidirla al senador peronista Edgardo Kueider, de Entre Ríos, que colaboró activamente en la sanción de la ley bases y el paquete fiscal. Villarruel impulsó a otro senador de la UCR.
En privado, Villarruel es implacable en su relación con la Casa Rosada, pero con menos desenfado que la ministra de Capital Humano, que no ahorra ni una sola crítica al consultor presidencial. Caputo tampoco.
Pettovello, dicen puertas adentro, le recuerda con frecuencia al Presidente que los detractores de su gestión no están fuera del gobierno sino puertas adentro. La ministra y Milei tienen un vínculo muy privilegiado, difícil de explicar para algunos colaboradores, que están azorados por el nivel de rechazo a la figura del asesor estrella del gobierno. Pettovello incluso se ha quedado en Olivos hasta altísimas horas de la madrugada.
Milei conoce la pelea de primera mano, y por ahora no supo, no pudo o no quiso terminar con ese enfrentamiento. En los últimos días, en Capital Humano recordaban la eterna disputa entre Alberto Fernández y Julio De Vido, dos funcionarios del riñón de Néstor Kirchner, de diversos orígenes, que tenían roles diferentes y que, por momentos, divertían al ex presidente con su disputa.
En el entorno de Pettovello dicen que es la única área en la que Caputo no pudo influir, y que por eso habría azuzado “el fuego amigo”. Cerca del consultor replican que la gestión hace agua por todos lados. En Capital Humano reconocen que es un mega ministerio, cuya administración excede el dominio de cualquier funcionario, a pesar de las falencias de la propia ministra, a la que, internamente, le reconocen sin excepción la audacia y las buenas intenciones.
Es la conclusión a la que llegó Macri tras el primer encuentro que tuvo con ella -hace pocas semanas volvieron a verse- en una oficina neutral en el centro porteño. Se reunieron un largo rato. El ex presidente coincide con las dificultades para gestionar una estructura de esas dimensiones, pero comparte con la ministra el rechazo a la figura de Caputo.
No fue la misma sensación que se llevó Macri de la cumbre secreta que compartió a solas, hace algunos días, durante unas dos horas, con Bullrich. Cerca de la ministra dicen que “se dijeron de todo”, que no se pusieron de acuerdo en nada y que solo ratificaron sus diferencias. “Es una relación terminada”, sintetizaron fuentes bullrichistas.
Según le confió la ministra a sus colaboradores más cercanos, vio a Macri “enojado con todos”. Fuentes bullrichistas comparten el dilema que sobrevuela a un sector del gobierno: que las críticas exceden al entorno presidencial.