Los cuatrillizos que nacieron en pandemia cumplen 4 años: una vida difícil y el pedido de ayuda de su mamá

Adriana Beramendi
Así están hoy los cuatrillizos Choque Beramendi (Fotos: Instagram @beramendiadriana)

En plena pandemia de coronavirus, el 7 de mayo de 2020, Adriana Beramendi se convirtió en mamá de los cuatrillizos Zoe, Jeziel, Adriel y Gabriel. Había viajado desde la provincia de Salta hasta Buenos Aires para hacer un trámite, pero se decretó la cuarentena y no pudo regresar a su casa durante un año. Esos meses sufrió muchas angustias y dificultades económicas, sumado a que su pareja, y padre de los niños, se encontraba a 1500 kilómetros de distancia. Su fortaleza fueron sus “cuatro milagros”, porque desde que tenía 15 años los doctores le habían advertido que tenía muy pocas posibilidades de ser madre, e incluso no era recomendable que lo intentara por su cuadro médico: convive con dos enfermedades de base, Púrpura trombocitopénica idiopática y Lupus. Ya pasaron cuatro años desde el nacimiento de los bebés, y en vísperas del cumpleaños, la joven confiesa que atraviesa una difícil situación. En diálogo con Infobae, cuenta que en 2021 volvió a la localidad salteña de Salvador Mazza, donde pudo reencontrarse con su familia, pero enfrentó inconvenientes de todo tipo, tuvo que mudarse con sus hijos a un cuarto precario, y actualmente hace todo lo posible para salir adelante junto a su marido.

“Estuve internada seis meses en la maternidad Sardá, y cuando nacieron mis bebés, sietemesinos, pude ir a vivir a un departamento pequeño cerca del Obelisco, gracias a toda la ayuda que recibí; más adelante cuando se abrieron las fronteras pudo viajar mi esposo, Ulises, y cuando los nenes cumplieron ocho meses nos regresamos a Salta”, rememora Adriana. En aquel entonces su historia recorrió todo el país, y atesora cada gesto solidario de cada una de las personas que la ayudaron. Nunca se imaginó que iba a ser un viaje relámpago de 48 horas se iba a extender tanto. “Tenía mi DNI vencido, así que tenía que renovarlo si o sí para poder tener la documentación para el parto y para recibir la medicación necesaria”, explica.

Adriana Beramendi
Adriana durante el embarazo en Buenos Aires. «Anteriormente había perdido dos embarazos, y este fue un milagro de principio a fin», expresa

“Cuando estaba por cumplir 15 años pensaron que tenía cáncer, me dijeron que me iba a morir, y después de muchos estudios me detectaron PTI, Púrpura trombocitopénica idiopática, que hace que por error mi sistema inmunológico ataque mis plaquetas, pero me curé un tiempo, hasta que a los 16 me volvió la enfermedad y ya la tengo de por vida”, detalla. Y continúa: “Luego me diagnosticaron Lupus al mismo tiempo que me enteré del embarazo en 2019, después de hacerme cuatro test de embarazo porque no lo podía creer, y con más razón, por toda la medicación que necesitaba, era muy importante tener la documentación al día”.

Le habían dicho que si iba personalmente a solicitar su partida de nacimiento a Moreno, provincia de Buenos Aires, donde nació Adriana, se la entregarían en cuestión de días, mientras que si lo tramitaba a distancia demoraría hasta cuatro meses. Justamente, lo que no tenían era tiempo, porque necesitaba los medicamentos y llevar un control del embarazo. A los 24 años, con una incipiente gestación, subió a un micro acompañada de su madre. “Llevamos plata para quedarnos ese par de días en una pensión, pero ni bien llegamos yo me sentí mal y mi mamá me tuvo que comprar dos ampollas de heparina para la trombofilia, y ya nos quedamos sin dinero”, recuerda. Para colmo, las sorprendió el aislamiento obligatorio, lo que les impedía emprender la vuelta, y fueron a pedir ayuda a una iglesia, donde las asistieron en primera instancia. “Dormimos en un refugio del Gobierno de la Ciudad para personas en situación de calle, y cuando yo quedé internada mi mamá venía a verme todos los días y se iba a dormir al refugio”, relata.

Del reencuentro a la preocupación

Adriana tuvo tres varones y una nena, y los cuatro requirieron de cuidados intensivos en neonatología. Zoe fue la primera en nacer, con 1.300 kilogramos, Jeziel fue el segundo, con 990 gramos, le siguió Adriel, de 1080 kilogramos, y Ulises Gabriel, de 1460 kilogramos. “Me acuerdo de todo lo que pasé y no lo puedo creer, de haber bajado todos los días a la capilla del hospital a pedir de rodillas por mis hijos, rogándole a Dios que no me los llevara”, expresa compungida. Si va más atrás en el tiempo otro recuerdo la atormenta. “Uno de los primeros médicos que me atendió cuando supe que estaba embarazada me dijo que tenía que elegir a tres bebés y hacer fallecer a uno, pero yo le dije que no, que si tenían que nacer, iban a nacer los cuatro, y se hizo el milagro”, manifiesta.

Adriana Beramendi
Una tierna imagen capturada por Hernán Churba, el fotógrafo que dio a conocer la historia de los cuatrillizos Beramendi (Hernan Churba/)
Adriana Beramendi
Adriana junto a su mamá y los cuatrillizos recién nacidos (Foto: Gentileza Hernán Churba) (Hernan Churba/)

A fines de enero de 2021, volvieron a Salvador Mazza, y vivieron un emocionante reencuentro con sus familiares. El papá de los cuatrillizos trabajaba como chofer de colectivos, pero durante la pandemia se quedó sin empleo, y ni bien llegó a Salta empezó la búsqueda laboral. Únicamente consiguió en Villa Montes, una localidad boliviana que está entre a 3 y 4 horas de viaje, donde realiza traslado de pasajeros. “Aunque nuestros hijos tenían ocho meses de nacidos cuando regresamos, como fueron prematuros su edad gestacional era de cinco meses, todavía eran muy chiquitos, y mi marido se quedó conmigo todo el tiempo que estuvo sin trabajar; fuimos un equipo con los cuatro bebés, y también cada vez que podían los abuelos, que viven del lado boliviano, venían a ayudar”, indica.

Como el sueldo de Ulises es el único ingreso familiar, y los gastos son muchos, tuvieron que tomar una decisión como familia. “Sabemos que tenemos que ser fuertes, y si él va y viene todos los días casi todo el dinero se nos va en el pasaje, así que se queda allá mínimo un mes, y después vuelve con nosotros una semana, y así nos vamos organizando; mantenemos contacto constante por videollamada y por audios, pero es un sacrificio que tenemos que hacer”, explica Adriana. Desde ese momento ella se quedó a cargo del cuidado de los bebés a tiempo completo.

Adriana Beramendi
Adriana y Ulises junto a sus cuatro hijos, cuando todavía estaban en Buenos Aires, planificando su retorno a Salta

“Cuando puede viene mi hermana a quedarse un ratito, para que yo pueda ocuparme de ir a pedir turnos médicos, y lamentablemente he sufrido mucha discriminación, por el simple hecho de que mi familia es boliviana”, confiesa. Y agrega: “Todavía no habían cumplido el año, fui con los cuatro a que les pusieran las vacunas que correspondían, y los enfermeros no se las querían dar; no me creían que mis hijos eran nacidos en Buenos Aires, me mandaban a Bolivia, y tuve que comunicarme con la Defensoría de los Derechos de los Niños para que hablaran con el director del hospital; pelear, mostrar la documentación, se pusieron a llorar los cuatro, yo también empecé a llorar desesperada porque les tocaban las vacunas hacía ya dos meses, hasta que finalmente los atendieron”.

Esa fue la última vez que asistió al hospital local con los cuatro niños, y para los controles anuales se traslada hasta la capital salteña. Eso implica toda una organización previa, y un costo elevado en viáticos. “Tienen que ir al oftalmólogo y al otorrino porque uno de ellos nació con el lagrimal tapado, y hay que hacerles seguimiento a todos, también por mis propias enfermedades y antecedentes”, señala. Hasta los 2 años de los nenes contaba con una ayuda municipal para costear el viaje hasta Salta capital, y cada tanto recibía algunos pañales, pero actualmente no cuenta con ninguna asistencia.

“Realmente viví situaciones que me dá vergüenza contar, porque a veces hasta me siento como si yo tuviese la culpa”, confiesa con la voz entrecortada. “Para el pediatra solo entregan entre cinco y siete turnos por día, solo con los míos ya serían cuatro turnos, y mi marido varias veces madrugó, se fue a las dos de la mañana y no consiguió; nos han dicho ‘no porque tengan cuatro hijos les vamos a dar preferencia’, y gracias a Dios no se han enfermado gravemente los chicos, pero es muy doloroso cuando nos dicen: ‘Nadie los mandó a tener cuatro hijos, son sus hijos, bánquensela’, o ‘son tus hijos, arréglense si tuvieron cuatro, son suyos y son su responsabilidad’”, describe entre lágrimas. Son frases textuales que ella misma escuchó en el hospital, y más de una vez se quebró y se preguntó cómo seguir.

Adriana Beramendi
A través de sus cuentas en TikTok, @adrinegrita4 y @los4choqueberamendi, registró el día a día con los bebés

“Hay un punto al que una llega como madre, donde no podés darle más a tus hijos porque no tenés con qué. Es una desesperación que da rabia, bronca, de no poder hacer más por mis hijos, de no poder trabajar yo para que no recaiga todo sobre Ulises, tanto por mi salud como porque no tengo nadie que me ayude a cuidarlos. ¿Y entonces? ¿Qué queda? ¿Llorar escondida para que los nenes no se den cuenta?”, cuestiona con impotencia. “Antes venían a domicilio a hacerle los controles pediátricos a los chicos, pero desde que me mudé a un cuarto mucho más precario ya no vienen, y cuando me he querido atender yo, que quise hacerme una mamografía, tampoco tuve buenas experiencias”, comenta.

El año pasado no pudo ir a hacerse los controles con la reumatóloga en Salta, porque no tenía el dinero para pagar el boleto, ni con quién dejar a los niños. A raíz de ese retraso, Adriana está sin medicación. “Estoy tomando unos tés, unos remedios caseros, y con eso estoy sobrellevándolo; por suerte mis últimos análisis habían dado que estaba estable, y espero seguir así”, expresa. Se acuerda que antes de irse de Buenos Aires quedaron todos los trámites iniciados para que recibiera los medicamentos en Salvador Mazza, pero cuando fue a retirarlos le dijeron que había habido un error en la carga de los datos y nunca llegaron. “Volví a hacer los trámites acá, pero no pasó nada, así que toda la medicación que tomé hasta hace unos mes la compramos nosotros, con donaciones que nos hicieron algunas fundaciones de Buenos Aires”, detalla.

Adriana Beramendi
Los cuatrillizos en épocas navideñas: nacieron el 7 de mayo de 2020, que representó el día 58 de cuarentena durante la pandemia

Otra mudanza y un duelo

Hace tres meses tuvieron que dejar el departamento que alquilaban porque los dueños le aumentaron el alquiler estrepitosamente y no tenían forma de pagarlo. “Eran dos ambientes, y una salita donde armamos la cocina y un baño, pero nos tuvimos que ir, y ahora estamos viviendo en un solo cuarto pequeño”, revela. “Hice unos trámites también por el tema de la vivienda, pero hasta el día de hoy no me dieron el número del código de ingreso de los papeles”, agrega. Con pesar, confiesa que hay días que se pregunta qué hubiera pasado si se hubiera quedado en Buenos Aires. “Allá estaba mejor, capaz que mi marido hubiera conseguido algún trabajo allá, y hubiera tenido a mis hijos con atención médica, pero yo como mamá primeriza de cuatro pensé en estar cerca de mi familia”, reflexiona.

Agradece que hasta el momento con el ingreso de Ulises pueden comprar mercadería suficiente para que los niños tengan una buena alimentación. “Hacen todas sus comidas todos los días, gracias a Dios no les falta comida ni ropa, y están bien de salud”, sostiene. Este año los cuatrillizos no fueron a la escuela, por la situación económica que está atravesando la familia, y por una dolorosa pérdida que afrontaron de forma inesperada. “Sabemos que el 2025 tienen que ir si o sí porque ya les toca entrar a preescolar, lo que pasa es que han sido tiempos muy duros para toda nuestra familia, pronto se van a cumplir cinco meses desde el fallecimiento de mi suegra”, cuenta con tristeza.

La mamá de Ulises fue diagnostica con cáncer de vesícula de manera repentina, y aunque hicieron todos los esfuerzos en conjunto para que recibiera el tratamiento y la medicación correspondiente, su cuadro estaba muy avanzado. “Fueron meses de muchos gastos, donde se hizo hasta lo imposible porque que no le faltara nada, y aún así la perdimos; fue un gran pilar para mis hijos, ella era la que venía siempre, la que siempre tenía tiempo para sus nietos, y hoy su ausencia se siente demasiado”, se lamenta. Poco antes de la detección de la enfermedad de la abuela paterna de los cuatrillizos, Adriana y su pareja estaban planificando su casamiento.

Adriana Beramendi
Todos los años la pareja trata de celebrarle el cumpleaños a sus cuatro hijos: en sus redes sociales se encuentran los datos para colaborar

“Yo igual le digo ‘mi marido’, aunque no nos pudimos casar todavía. A fines de 2023 íbamos a hacer una ceremonia por civil, firmar y luego comernos una torta con los nenes y nuestros familiares, algo bien sencillo, pero nunca nos imaginamos que mi suegra iba a fallecer. Todo se nos complicó, y ojalá lo podamos hacer este año, porque todavía ni siquiera pudimos hacer el bautismo de los nenes”, proyecta. Se aferra a la fe, y a la convicción de que va a encontrar la fuerza para superar los obstáculos, tal como hizo cuando tenía en su vientre a los cuatro bebés.

“Sin saber que eran cuatro, yo trabajaba como vendedora ambulante, y caminaba kilómetros y kilómetros con mi bolsón; cuando supe que eran cuatrillizos tuve muchísimo miedo, porque había recorrido largos trayectos muy cargada y podría haber perdido a mis hijos, fue un embarazo de altísimo riesgo y hoy los veo tan grandes, creciendo sanos, y son mi felicidad eterna”, dice emocionada, y recupera el aliento. Desde su adolescencia le hace frente a muchas batallas, desde recaídas con hemorragias incontrolables, hasta meses enteros internada recibiendo transfusiones de sangre y de plaquetas. Esa fortaleza es la que la ayuda a dejar atrás los hirientes comentarios que recibió en los últimos tiempos. “Lo doloroso es que la gente que me discrimina es la misma que al igual que yo lleva raíces bolivianas, porque la gran mayoría de los que vivimos en Mazza somos descendientes de bolivianos, y yo orgullosamente llevo sangre boliviana”, sentencia.

Adriana Beramendi
En familia. Adriana y Ulises sueñan con casarse, pero tuvieron que suspender su casamiento por el momento

Los 4 años de los cuatrillizos

Cuando habla de sus hijos a Adriana se le iluminan los ojos y se recarga de energía. Hay detalles que la sorprenden todos los días, y aunque cada uno tiene su personalidad, nada la derrite más que los “te amo” de los niños. “Cada uno tiene su personalidad, a Zoe la apodamos Pinina, es una nena encantadora, re celosa y pegada a su papá, muy tierna y amorosa, pero también tiene sus momentos varoniles porque se está criando con tres hermanos, así que ella se defiende a morir si le hacen algo”, cuenta entre risas. A Jeziel le dicen Chipipin, porque fue el más pequeño al nacer, y es el más extrovertido. “Aunque pesó 990 gramos, hoy es el más grandote, y tiene una carita de picardía total, bien llorón y gritón, bien dramático y cariñosito”, detalla con humor.

Adriel es el más serio, muy inteligente, el que más se enoja, y le dicen Coi coi porque era el que más tomaba leche de bebé, y antes de que empezara hablar cada vez que tomaba leche decía ‘coi coi’”, revela. “Ulises Gabriel, que tiene el mismo nombre que su papá, es el retrato del papá, igualito, y le dicen Bolichito; es el que más habla, el más sentimental, el que más demuestra su cariño con palabras, y al que más le afectó la muerte de su abuela. Tenemos una foto de ella a la que le prendemos una velita, y él solito, sin que nadie le enseñara nada, le habla todos los días y le dice: ‘Te extrañamos mucho, cuidanos porque nosotros somos bebés’”, relata conmovida.

Adriana Beramendi
«Quiero estudiar cosmetología para poder trabajar de algo que me encanta y brindarle un mejor futuro a mis hijos», proyecta Adriana (Fotos: Instagram @beramendiadriana)

Aunque será difícil organizar un festejo para este cumpleaños, Adriana asegura que tratarán de hacer una reunión con los primos de los niños, y celebrar en familia. Su sueño es estudiar cosmetología, y una vez recibida, empezar a trabajar para tener otro ingreso. “Estuve mirando muchos tutoriales de maquillaje, el tema de la piel, mi esposo me compró algunas cositas para que vaya practicando, pero después se nos vinieron encima todos los problemas y tuve que dejarlo, así que Dios mediante cuando estemos un poco mejor voy a retomar”, asegura. A través de sus redes sociales, en TikTok @adrinegrita4 y @los4choqueberamendi, y en Instagram @beramendiadriana, suele mostrar el día a día con los cuatrillizos, y en sus posteos más recientes también se encuentran publicados los datos para realizar una colaboración.

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