Ariel Dagnino es criado en la zona sur del conurbano bonaerense. Vivió toda su infancia y adolescencia entre Wilde y Quilmes. Allí, en la puerta de una iglesia conoció al amor de su vida Claudia Corbacho. Estuvieron 8 años de novio y ya llevan 40 de casado. Esta pareja dedica gran parte de su vida a viajar. Tienen recorridos miles de kilómetros en casi todos los continentes. Hace un poco menos de 10 años llevaron su aventura hasta el norte del continente americano. Allí, casi sin darse cuenta, dejaron la marca de la localidad en la que nació su amor en un poste perdido de Barrow, un pueblo de Alaska en el que los osos polares suelen caminar por las calles del centro y otros animales cazados se desangran en las entradas de las casas.
De Quilmes al mundo
El sueño de Ariel y Claudia era que la marca de su querido Quilmes quedara para siempre a la vista de los esquimales que tienen calor en el verano de Barrow cuando la temperatura asciende apenas a 4 grados. “Antes de viajar en agosto del 2016 íbamos a cambiar el piso de nuestra casa. Me guardé una madera y la corté del tamaño de nuestra valija -recuerda Dagnino en diálogo con Infobae-. La puse en diagonal y me la llevé en nuestra travesía de ese año”.
Antes del viaje, Ariel visitó a su amigo Juan José Báez y juntos inscribieron en la madera la frase que aún permanece en el poste del pueblo esquimal: “Quilmes, Buenos Aires, Argentina. 8.649 millas”. La idea de Dagnino era ubicar su madera en un palo que hay a la salida del aeropuerto. “Vi que había las distancias que hay hacia otras ciudades, pero no aparecía nuestro país. Entonces, pensé en llevarlo y clavarlo ahí”.
Barrow tiene menos de 5.000 habitantes y sólo se puede llegar hasta allí en barco o avión. El pueblo recibe luz solar las 24 horas del 10 de mayo al 2 de agosto y oscuridad las 24 horas del 18 de noviembre al 23 de enero. La pareja de argentinos llegó allí en pleno verano, el 1° de septiembre, cuando los días se extendían por más de 18 horas de claridad. El pequeño caserío está ubicado a orillas del océano Ártico y debajo del hielo se encuentra la reserva de gas y petróleo más grande de la región.
La marca de Quilmes en el Ártico
“Nuestra idea siempre fue hacer de Buenos Aires a Alaska en auto o camioneta. Nunca nos animamos por temas de seguridad en los países de América Central -cuenta Ariel-. Por eso, vimos esta oportunidad de llegar en avión y no lo dudamos. Estuvimos dos días y luego nos volvimos en avión a Seattle con escala en Anchorage que es una de las ciudades más importantes de Alaska”.
Ariel y Claudia pararon en un pequeño hotel de Barrow. Allí, entablaron amistad con el dueño del hotel. El joven se enganchó con la idea del cartel y les propuso colocarlo en un poste en la puerta del lugar. El joven subió a una escalera, mientras la pareja lo miraba desde abajo tiritando de frío en pleno verano del Ártico. Así, dejaron la huella del origen de su amor en una localidad lejana del sur del conurbano bonaerense.
Tres años después, el cartel tuvo su primera respuesta. Una pareja de Ushuaia caminó las mismas calles entre esquimales y el peligro de los osos polares. Pararon en el mismo hotel y se sorprendieron al ver el poste con las letras en castellano. Encontraron la dirección de Ariel y Claudia en el libro de visitas y decidieron escribirles. “Somos colegas aventureros pese a que no nos conocemos. También hacemos turismo extremo. Nos encontramos con el cartel nos dio mucha emoción. Siempre en cada lugar que visitamos en el mundo hay rastro del paso de un argentino.”, decía el texto que llegó al buzón de la casa de Quilmes.
La madera clavada sigue intacta en el poste de Barrow 8 años después. Esta semana se viralizó un video del youtuber español Rama que estuvo de paseo por el pueblo esquimal. Allí, el influencer español pagó 280 dólares por una noche de hotel sin desayuno en una habitación que daba al aeropuerto local. Todo está muy cerca en esta localidad. En su caminata por las calles heladas, el joven se cruza con el cartel y no llega a entender a que se refiere. Sabe que es una localidad de Argentina, pero no tiene ni idea dónde queda Quilmes.
El clip fue levantado por medios locales. ¿Cómo llegó esa inscripción hasta un poste de la ciudad más al norte de Estados Unidos? De hecho, el guía turístico le explica a Ariel que desde donde estaban parados esa tarde de 2016 a orillas del Ártico todos los habitantes de América estaban al sur, al norte de ellos sólo quedaba hielo, ballenas y osos polares. Infobae, reconstruyó la historia de esta pareja aventurera que llevó hasta Alaska la marca de su localidad del conurbano en la que crecieron y se enamoraron.
Fueron dos días en Barrow, pero la pareja tiene varias anécdotas que recuerdan de los dos días que vivieron en Barrow. “Apenas llegamos lo primero que nos dicen es que si en la calle nos cruzamos con un oso hay que correr y tratar de buscar refugio en una casa – explica sin filtros, Ariel-. Por suerte, a nosotros no nos tocó ver a ninguno de estos animales. No sé bien que hubiera hecho”.
Barrow y sus alrededores es tierra de las tribus inuit, se trata de los esquimales que viven en esta zona del Ártico. “Hablé poco con ellos, pero me crucé con esquimales que manejaban taxi y otros que venían conmigo en el avión. En general son muy reservados con los turistas extranjeros”, cuenta Dagnino. La única noche que comieron en Barrow, Ariel y Claudia comieron en el restaurante del pueblo. Allí, una puerta que daba a un balcón estaba abierta. La pareja tenía frío y le pidió a la camarera si podían cerrarla. “No es posible, porque ellos tienen calor”, dijo la mujer y señaló a un grupo de esquimales que disfrutaban de la brisa del verano de Alaska.
Casi una década después, la viralización en las redes hizo que Ariel y Claudia revivieran su aventura por Barrow. Así, recordaron sus cruces con esquimales, el momento en que el encargado del hotel cuelga la madera en ese poste lejano y el temor a cruzarse con un oso polar por las calles del pueblo en las noches heladas de verano.