Ya desde la extensa cola que una hora antes de las 9.30 se formó en la puerta del Centro Cultural Kirchner se podía apreciar que los seguidores más fanáticos del presidente Javier Milei no se iban a perder la exposición de su líder en el Foro Madrid, que por primera vez se desarrolló en Buenos Aires. Entre los primeros de la fila, mientras la mayoría estaba vestido elegantemente, se destacaba un joven con una remera negra con la imagen del león y la leyenda Milei presidente en amarillo, tan comunes durante la campaña electoral. El espacio impulsado por el partido español de ultraderecha, Vox, esta vez trasladó la iniciativa de su “think thank”, la Fundación Disenso, al territorio de quien considera como uno de los principales emblemas de la libertad en el mundo.
Fue en ese marco que Milei se mostró sobre el final de su discurso que se extendió menos de lo previsto -duró 45 minutos- vehemente para criticar a los integrantes de su fuerza, La Libertad Avanza, que en los últimos días agitaron el clima interno, que derivó, por ejemplo en el alejamiento de Lourdes Arrieta del bloque de Diputados, en la expulsión del senador Francisco Paoltroni y en algunas controversias con su vicepresidente, Victoria Villarruel que expuso sus diferencias públicamente cuando se opuso a la postulación de Ariel Lijo como candidato a ocupar una vacante en la Corte Suprema de Justicia.
Luego de varios intercambios cómplices con el público en el Salón Ballena Azul que lució completo hasta poco más de la mitad -hubo unas 900 personas, con palcos que ni siquiera estaban habilitados- el Presidente sostuvo que “no les podemos fallar, cualquier persona que no comprenda la enorme responsabilidad de pertenecer a este espacio, no tiene nada que hacer en La Libertad Avanza”.
“Quienes sí lo comprendemos, le decimos a los argentinos que no teman, porque nuestra fe es tan grande como el desafío que tenemos por delante, y porque estamos dispuestos a sacrificarlo todo, a perderlo todo con tal de dar vuelta esta página siniestra de la historia; con tal de cerrar, una vez y para siempre, la tragedia que fue esta última era de humillación argentina. Para así poder inaugurar un nuevo ciclo de oro, que restaure a la Nación Argentina como el faro del mundo libre, que supo ser”, agregó para reforzar una idea que ya había desplegado en otros tramos, con enfáticas acusaciones contra el kirchnerismo, el socialismo, los líderes de izquierda de diversos rincones del planeta y varias veces, el periodismo.
“Aunque el partido del Estado haga lo imposible por evitarlo, aunque haga lo imposible para aferrarse a este modelo que solo trajo miseria, la Argentina será libre, los argentinos seremos libres, y la libertad nos hará prósperos. Porque no importa la cantidad de soldados, nunca importó. Ya lo hemos demostrado una y otra vez, y lo demostraremos las veces que haga falta. Lo único que importa son las fuerzas que vienen del cielo”, enfatizó. Cerró con su clásica muletilla de ¡Viva la libertad, carajo! que repitió tres veces y el público le devolvió con un entusiasta ¡Viva! y sacó sus celulares para registrar un nuevo abrazo con Abascal y con los demás dirigentes que ocupaban las butacas más cercanas al escenario
En la primera fila lo aplaudieron los ministros de Defensa, Luis Petri, y de Salud, Mario Russo, además del vocero presidencial Manuel Adorni, que al mediodía también iba a ser uno de los expositores. También estaban allí el eurodiputado de Vox, Jorge Martín Frías, el secretario de Educación, Carlos Torrendell, el de Culto y Civilización, Nahuel Sotelo, y varios diputados como Santiago Santurio, Nicolás Mayoraz y Lilia Lemoine, quien admitió que en el partido gobernante “no hay tiempo para disidencias. Estoy de acuerdo con que es un lastre que algunos tengan una agenda propia”.
Otro funcionario, fuera de micrófono, le reconoció a Infobae que “el mensaje está claro a quiénes va dirigido, a los que están haciendo ruido”. Y añadió que “tenemos poca fuerza legislativa y hay que ampliarla. Es lógico que haya diferencias, como en cualquier otro partido, pero hay que llevarlas a su mínima expresión”.
En el auditorio hubo varios militantes que reiteradamente lo vivaban o aplaudían y que ante algunas expresiones del primer mandatario lanzaban un grito para interrumpirlo. Entre algunos simpatizantes del ex presidente brasileño Jair Bolsonaro que lucían camisetas pidiendo la liberación de los que consideran “presos políticos” por la asonada del 8 de enero en el palacio de gobierno del vecino país cuando intentaron un golpe de Estado contra Lula Da Silva y un par de banderas de Venezuela, se los escuchó vociferar “tienen que estar presos” cuando hubo referencias a los vacunados VIP de la gestión anterior, “Basura”, por una frase sobre Alberto Fernández; “la casta tiene miedo”, el latiguillo por excelencia de los mileístas, “bilardismo puro”, por la estrategia legislativa, o “vetale todo, Javi”, cuando el líder libertario puso el foco en los diputados que votaron en contra de las leyes que se votaron desde el Congreso, como la reforma jubilatoria.
Además de la mención a la interna, Milei también apuntó contra Sergio Massa, candidato de Unión por la Patria del peronismo, y sin nombrarlo, aludió a Lula por la prohibición de la red social X que atraviesa Brasil tras un fallo de la Corte Suprema. “Solo un tirano que se ha equivocado en todo” puede “avalar semejante acto de opresión”, dijo.
“Ahora mismo Brasil está prohibiendo X que no es otra cosa que la arena pública, donde se podían expresar libremente. Acá a muchos se les hace agua la boca pensando en replicar la prohibición”, amplió. Si bien no lo mencionó estas declaraciones podrían derivar en un conflicto diplomático con Brasil, algo similar a lo que ocurrió en mayo cuando en su visita a Madrid, en el Europa Viva 24. Allí Milei, en la Convención de Vox previa a las elecciones para el Parlamento europeo había arremetido contra la esposa del presidente español Pedro Sánchez, Begoña Gómez, lo que produjo el retiro de la embajadora ibérica de Buenos Aires porque no medió un pedido de disculpas que solicitó el líder socialista.
Milei se estrechó al final de su discurso en un prolongado abrazo con Abascal, con quien se había encontrado un rato antes del comienzo para ingresar juntos al CCK. Un rato después el jefe de Estado se trasladó a la Casa Rosada. Después del mediodía, solo, se asomó a saludar a la gente que circulaba por Plaza de Mayo, una costumbre que viene adoptando casi todas las semanas.
Varias personas retribuyeron el gesto y lo ovacionaron. Fue música para sus oídos como un par de horas antes lo había sido ante su público más fiel.