Después de días dominados por las turbulencias del mundo financiero, la política anotó dos temas relevantes para el oficialismo. Uno es propio y el otro, vecino. La jura de Federico Sturzenegger cerró la semana con un acto sin discursos, pero sí con gestos sobre la prueba de equilibrio doméstico que enfrenta y con anuncio de impulso sin demoras a la Ley Hojarasca. Apenas antes había sido la exposición descarnada de la interna del PRO, seguida por mensajes del Gobierno apuntados a evitar un descalabro total en la relación con Mauricio Macri. El común denominador de las dos señales es el Congreso.
El ministro de Desregulación y Transformación del Estado debutó anunciando que su primer objetivo es el envío del proyecto bautizado con la figura de Hojarasca para enfatizar que se trata de barrer normas con regulaciones “inútiles”, que traban la actividad económica. Es posible que algunas de las decenas de leyes en la mira no ofrezcan reparos -por anacrónicas o fuera de uso efectivo-, pero otras serán para el debate áspero y para la negociación.
Por lo pronto, entre los espacios considerados dialoguistas genera cierto malestar la tendencia del Ejecutivo a los “mega” proyectos. El DNU inicial, que enfrenta un latente y delicado cuadro en Diputados -además de artículos judicializados- ya había provocado propuestas o reclamos para desarmarlo y tratar paquetes más manejables y específicos. La Ley Bases llevó agotadoras negociaciones y su aprobación demando concesiones para garantizar la sanción. Los dos textos exhiben la autoría de Sturzenegger.
Es probable, además, que ahora con categoría de ministro sea llamado nuevamente para exponer en comisiones. Es una idea que circula en los espacios de diputados radicales y de Hacemos Coalición Federal. Se trataría de un gesto en los márgenes de diferenciación que necesitan los bloques más abiertos a la negociación con el Gobierno.
Esos espacios fueron decisivos para la aprobación de Ley Bases y el paquete fiscal. Sobre todo, fue crucial la votación en el Senado, por dos razones: el ajustado número para habilitar la sesión y la sensación de que se jugaba la suerte del Gobierno, en blanco y negro. No se trata de una situación estática.
El primer logro legislativo del oficialismo fue considerado un gesto de gobernabilidad, pero no representa, en la visión de los dialoguistas, un compromiso cerrado. Ese conglomerado heterogéneo ocupa un lugar complicado, en especial cuando -como sucedió- el oficialismo opta por tensar la cuerda. Eso, a la vez, frente al peronismo/kirchnerismo, por ahora sin fisuras graves y en el lugar -al menos, público- de oposición total a Javier Milei.
Por supuesto, en el Congreso esperan el texto para ordenar las piezas también hacia el interior de cada bloque, incluso del peronismo, que aún lejos de un quiebre registró posiciones diferenciadas de varios gobernadores y votos puntuales según intereses provinciales. Parece claro, de todos modos, que un proyecto como el que anuncia Sturzenegger posiblemente deje artículos en el camino, si lo que se plantea es una negociación razonable como en el tramo final de la Ley Bases y el complemento fiscal.
Del mismo modo, el papel de los negociadores, con Guillermo Francos en primera línea, deberá articular con la oposición y también en el plano interno. La designación de Sturzenegger no resultó fácil por la amplitud de atribuciones. La letra del decreto que le arma un ministerio no despeja los interrogantes. Se verá andando.
El acto de la jura mostró al grueso de los ministros y otras piezas del oficialismo. Por supuesto, el foco fue colocado en la presencia de Luis Caputo, por viejas cuentas y por papeles actuales. El ministro de Economía permaneció en el lugar lo necesario y se llevó un fuerte y vistoso saludo de Milei.
Son visibles las cuestiones prácticas y otras tensiones que acompañan el desembarco del nuevo ministro. Para el jefe de Economía, además de facturas cruzadas y de arrastre, la cuestión es funcional, de atribuciones concretas. Para Santiago Caputo, se trata de espacios de poder, no sólo propios sino en el ejercicio de la gestión. Según se dejó trascender, el jefe de Gabinete se movió para evitar recelos de Economía y otras áreas.
Ahora se abre otra etapa legislativa. Y por eso mismo hubo algún intercambio de señales entre el Gobierno y el PRO para evitar que el quiebre descarnado entre Macri y Patricia Bullrich impacte en una relación que se fue afirmando, sobre todo en el Congreso. El PRO se mueve en ese ámbito como principal aliado, un lugar distinto al de los otros socios de lo que fue JxC, que buscan preservar un espacio propio como “dialoguistas”, es decir, con flexibilidad para la diferenciación.
La Asamblea del PRO marcó el nivel de mayor y visible tensión entre Macri y Bullrich. El punto formal de quiebre fue la elección de autoridades de ese cuerpo partidario: el sector de la ministra dice que existía un acuerdo para dejarle la titularidad -que finalmente fue para Martín Yeza– y el macrismo niega tal compromiso. Como sea, el renglón saliente fue el rechazo a la idea de fusión con LLA. También, el respaldo a la gestión de Milei -que demanda a su vez un reconocimiento como aliado de mayor peso- y la señal de que no habrá fractura en Diputados.
Desde el Gobierno, evitaron jugar abiertamente en esa interna, fuera de alguna chicana y del trascendido sobre algunos contactos -incluso con Bullrich- para que la disputa no afecte la relación más amplia con el oficialismo. Está claro que el foco está puesto en el terreno legislativo. También, que la cuestión significativa es la relación entre Milei y Macri. Y en esa proyección, asoman los cálculos y especulaciones en el largo camino hacia las elecciones del año que viene.
El desenlace de la Asamblea del PRO no fue el único dato. Antes, había sido la circulación de un documento con líneas críticas sobre la gestión presidencial -que el Gobierno contestó con el silencio- y luego llegó el reclamo de Macri por el incumplimiento de la resolución de la Corte que dispone el reintegro de fondos por parte de la Nación a la Ciudad de Buenos Aires.
Es un tema también simbólico: la poda de fondos, aplicada por Alberto Fernández, lleva el sello de CFK. Hasta ahora, el reclamo sigue pendiente a pesar del cambio de gobierno. Hubo contactos para sondear alguna salida, incluso entre Jorge Macri y Luis Caputo. El Gobierno dijo este viernes que respetará la medida de la Corte. Pero el nuevo ingrediente es el reclamo del ex presidente. La cuestión será sin dudas el manejo político de los tiempos.
Eso mismo, el manejo de los tiempos, corre para las iniciativas del Gobierno. Se viene una semana otra vez cargada: mercados, Pacto de Mayo y el dato de la inflación de junio.