Con motivo de la canonización de María Antonia de Paz y Figueroa, que tendrá lugar el domingo 11 de febrero en la Santa Sede, la basílica de Nuestra Señora de la Piedad de la ciudad de Buenos Aires, donde descansan los restos de la beata, organizó una serie de actividades preparatorias que comenzaron el pasado domingo 5 de febrero.
Desde esa fecha, todos los días se celebró una misa a las 19 horas y también hubo charlas y conferencias en el templo ubicado en el cruce de las calles Bartolomé Mitre y Paraná.
El viernes 9, luego de la misa, los asistentes se desplazaron hacia el sector del mausoleo de la Beata, en la nave lateral derecha, para asistir a una charla interpretativa a cargo del profesor Oscar Andrés De Masi, autor del libro que resume la historia de la Iglesia y describe su patrimonio arquitectónico y artístico.
Se encontraban también presentes el párroco de La Piedad, Raúl Laurencena, y la hermana Zulema Sayas, de la declaratoria patrimonial del sepulcro de María Antonia.
De Masi aportó elementos de interpretación de esos componentes históricos y artísticos, ya que, señaló, “los bienes patrimoniales requieren de una permanente resignificación e interpretación desde el presente”.
Destacó el privilegio que representa para esa comunidad parroquial la custodia de los restos de la santa en ese verdadero “santo sepulcro”.
Explicó las circunstancias del hallazgo de los restos de la Beata en 1867, que descansaban desde su muerte en el viejo camposanto parroquial, y sus sucesivos traslados, hasta llegar a su mausoleo actual en 1913. Describió cada elemento del altar debajo del cual yacen los restos y analizó la escultura y sus atributos, según el encargo hecho a un taller de Génova por el canónigo Marcos Ezcurra.
Los vitrales colocados en el año 2016 en la basílica, ejecutados por el vitralista Felix Bunge, se hicieron con el mecenazgo de los descendientes de la Beata, detalló. Allí aparecen escenas de la vida de la Santa y, en el paño superior, la de su primer milagro que fue una curación en el beaterio.
Durante la misa, el párroco Raúl Laurencena expresó la enorme alegría de la comunidad parroquial por este acontecimiento eclesial que llena de orgullo a todos los argentinos.
Recordó que el templo de La Piedad no sólo fue el primer templo porteño donde María Antonia entró a rezar, sino que su pequeño camposanto fue el lugar que indicó para ser sepultada. “Esto es un don adicional de la Providencia de Dios, que bendice a nuestra comunidad y crea el compromiso de una mayor fidelidad al Señor, una mayor cercanía con su Madre la Virgen y un vínculo de devoción entrañable con la próxima santa”, dijo.
Recalcó que son frecuentes las escenas de devotos y promesantes que se acercan con humildad al sepulcro para elevar sus plegarias pidiendo la intercesión de Mama Antula. Sus virtudes, y en especial su perfecta caridad y su preferencia por los más débiles y humildes deben ser un modelo de inspiración para la praxis cristiana de cada día, subrayó.
También expresó su agradecimiento a todos aquellos que han contribuido a la canonización de Mama Antula, a lo largo de un prolongado proceso. Y en especial al Santo Padre Franciso, quien desde que era arzobispo de Buenos Aires se acercaba a orar ante esta tumba en prueba de su devoción a la futura santa.
Este sábado 10 de febrero se realizará una vigilia y, a las 18, una adoración al Santísimo. A las 19 se celebrará una última misa en honor a la beata María Antonia y, a partir de las 21, habrá una peña folklórica antulana con sorteo de regalos.
El domingo 11, desde las 5 de la madrugada, se concentrarán los fieles frente al colegio de La Piedad (Paraná 56) y, a las 5.30, se proyectará en directo la misa de canonización de la beata desde Roma. A las 10.30, se celebrará una misa en el templo, que será presidida por el obispo auxiliar de Buenos Aires, monseñor Gustavo Carrara.
Finalmente, tendrá lugar la veneración de las reliquias de la santa y, luego, habrá una procesión con el estandarte de Mama Antula.
FOTOS: NICOLÁS STULBERG