Del 22 al 30 de enero, he realizado el Cruce de los Andes a lomo de mula emulando la incomparable gesta llevada a cabo por el Ejército de los Andes a cargo del Gral. San Martín en 1817.
Desde hacía mucho tiempo que deseaba realizar esta experiencia, fundamentado básicamente por la admiración que tengo sobre este personaje irrepetible de nuestra historia.
En una de las tantas correspondencias que don José mantenía con Juan Martín de Pueyrredón, el entonces Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, solicitándole recursos materiales y humanos, el Director le expresa a San Martín su preocupación debido a que la empresa que este quería realizar “era imposible…”. San Martín la responde qué efectivamente “era imposible, pero que era imprescindible realizarla…”
Pongo en contexto ese diálogo para tomar dimensión de la envergadura del proyecto, ya que cuando uno pone un pie en Mendoza queda impactado con el tamaño del macizo andino. Hoy, con todos los elementos tecnológicos disponibles, la tarea de cruzar esas cumbres interminables me parece imposible. Nuestro héroe lo hizo hace 207 años y supo pasar todo un ejército listo para el combate con lo que eso significa, ya que supone elementos de artillería, pertrechos, caballos, mulas, alimentos, logística para los hombres y para los animales, etc.
Salimos desde el GAM 8 (Grupo de Artillería de Montaña 8) de la cuidad Uspallata con el objetivo de alcanzar la cumbre en el límite con Chile donde se encuentra el Cristo Redentor (a 3850 metros de altitud). Fuimos parando armando campamento en Picheuta, Polvaredas, Punta de Vacas, Puente del Inca, Las Cuevas. A medida que avanzábamos las dificultades del camino se iban incrementando.
Cruzamos ríos y riachos, transitamos por estrechísimos senderos. Por momentos la senda era un imperceptible caminito en la ladera de la montaña que solo permitía el paso de la mula, la cual iba rozando la piedra y quizás quedando medio cuerpo y su hocico en el precipicio. Me encomendé a la “Moni”, mi mula, en más de una oportunidad.
Al Cruce lo divido en distintos aspectos, tales como lo paisajístico, lo histórico y lo personal, entre tantos otros aspectos a considerar.
Desde el punto de vista del paisaje, puedo decirles que es algo magnífico, con una visión de la montaña y de lugares que como turistas ruteros no podemos observar y admirar. La inmensidad del paisaje, el ruido de los vasos de las mulas en la piedra, el sonido de la montaña que te invade el alma y da la sensación que esas montañas son interminables.
Desde el punto de vista histórico, te genera el valor agregado de refrendar lo leído y estudiado en el lugar de los hechos. Aquí se produce mi sorpresa de poder comprobar que la comentada imposibilidad fue posible. Que solo bajo el planeamiento, la implementación y puesta en marcha de las operaciones de un genio inigualable como lo fue San Martín, pudo ser posible. Debe haber sido inconmensurable el esfuerzo, la voluntad, la valentía, el sacrificio de cada uno de los hombres que participaron de dicha gesta única en el mundo.
Desde el punto de vista personal, es todo positivo. La posibilidad de haber hecho algo único, extraordinario. Recorrer los caminos por donde pasó hace más de doscientos años la columna del Gral. Las Heras (paso de Uspallata), ha sido muy movilizador. Me he emocionado en más de una oportunidad con el solo hecho de pensar en ello. Mezcla de sensaciones, emoción, sorpresa, incredulidad.
Todos estos sentimientos se han reforzado con el hermoso grupo humano que se formó de inmediato, donde la buena onda de todos, las sonrisas de cada uno, la solidaridad y el apoyo para aquellos no acostumbrados a la vida de montaña, las rondas de mates, las charlas con personas de lugares geográficos diferentes y de actividades laborales diversas sumó también al aspecto positivo de esta hermosa experiencia.
Destacar a la Asociación Cultural Sanmartiniana Cuna de la Bandera, la entidad responsable de la organización del cruce. El objetivo de dicha institución está enmarcado dentro de un proyecto educativo, histórico y cultural. Con mucha experiencia y profesionalismo supo resolver todas las alternativas que se presentaron tanto como lo impecable de la logística de la expedición.
Párrafo aparte para en personal del Ejército que nos acompañó durante la travesía, siendo fundamental tanto para el cuidado de todos nosotros como para el cuidado del ganado. Y también destacar a la Gendarmería en cuanto a la protección al momento de transitar cerca de alguna ruta.
Sin lugar a dudas, ha sido una de las experiencias más extraordinarias que supe realizar en mi vida siendo altamente recomendable emulando los pasos de nuestro Libertador el General don José de San Martín.
Pedro Rossi
Expedicionario del 27° Cruce de los Andes a lomo de mula
Asociación Cultural Sanmartiniana Cuna de la Bandera