El fantasma de la ruptura de los bloques legislativos de Unión de por la Patria (UP) sobrevuela al peronismo cada vez más cerca. Las señales son recurrentes y el malestar que irradia desde el Congreso expone las diferencias internas que sacuden al principal espacio opositor. La unidad política está resquebrajada.
Todas las miradas apuntan al gobernador de Catamarca, Raúl Jalil, que es uno de los peronistas que tiene mejor relación con el gobierno nacional y que cree que debe haber canales de diálogo abiertos para poder gestionar. “Hay que ser pragmáticos para gobernar”, le repite a sus interlocutores.
Jalil hace tiempo que viene dando señales de fastidio respecto a las críticas que asoman desde los bloques legislativos por su voluntad de acompañar a la Casa Rosada con la ley Bases, la firma del Pacto de Mayo o el regreso del impuesto a las Ganancias. La mayoría llegan desde las terminales kirchneristas, donde lo apuntan por no alinearse a la postura central del armado político.
El mandatario catamarqueño mantiene charlas fluidas con otros gobernadores que no son de UP y que buscan trabajar en conjunto de cara al tiempo que viene. En ese sentido, están trabajando para armar un bloque de senadores que conforme una oposición dialoguista con la gestión de Javier Milei. Un camino del medio en el Senado.
“No queremos llevar todas las posturas al extremo como hacen los libertarios o el kirchnerismo. El que estamos buscando armar es un esquema que puede ser compatible con el armado que estamos llevando adelante para el 2025″, indicaron desde Córdoba. El gobernador Martín Llaryora es uno de los que está inmerso en la negociación para construir el nuevo espacio legislativo.
Además del cordobés y el catamarqueño, están los gobernadores Gustavo Sáenz (Salta), Ignacio Torres (Chubut), Rolando Figueroa (Neuquén), Osvaldo Jaldo (Tucumán), Alberto Weretilnek (Río Negro), Hugo Passalaqua (Misiones) y Leandro Zdero (Chaco). Todos con teléfono abierto. Algunos con perfil más alto que otros.
El diálogo fluye entre esos gobernadores que quieren encontrar una postura común para subsistir políticamente. Ser oposición, pero ser dialoguista. Ni tan cercanos al Gobierno, como la línea dura del PRO, ni tan lejano como el kirchnerismo. Una postura que tenga un correlato en el trabajo legislativo de la cámara alta y que, posteriormente, pueda ser un punto de apoyo para un armado político nuevo de cara a las elecciones legislativas del próximo año.
Es una señal a tener en cuenta en el escenario político. Sobre todo porque hay un reacomodamiento de Juntos por el Cambio y de Unión por la Patria. Ya no son lo que eran. Tienen grietas y filtraciones. Rajaduras que ocasionó el triunfo y la forma de gestionar de Milei, además de los posicionamientos iniciales respecto a la colaboración o no para generar gobernabilidad.
La mayoría de los gobernadores que están en la conversación política son líderes de fuerzas provinciales, que es una modalidad territorial que Jalil hace tiempo viene analizando con detenimiento. No parece ser casualidad que esa mirada gire sobre la cabeza del Gobernador, en un momento donde la convivencia con la conducción de UP es sinuosa y tensa.
“Hay algunos legisladores que están permeables y tienen ganas de irse”, adelantó uno de los gobernadores que está metido en el tejido de relaciones subterráneas. Le apuntan a dos peronistas: la jujeña Carolina Moises y el catamarqueño Guillermo Andrada. Ambos están en el bloque de UP´. Aunque hay más nombres propios que están molestos con la conducción K, que se quejan de la poca participación en las decisiones del bloque y que si la pileta se llena de agua en el mediano plazo, se tirarán. Pero, por ahora, murmuran en el anonimato y esperan el momento indicado.
Ya hubo un movimiento que tuvo lugar la semana pasada y que puso la lupa sobre el trabajo de los gobernadores. El chubutense Ignacio Torres recibió en la casa de la provincia al entrerriano Edgardo Kueider, el correntino Camau Espíndola, la rionegrina Mónica Silva y la chubutense Edith Terenzi. Los dos primeros forman un bloque junto a la cordobesa Alejandra Vigo.
Entre todos empezó a ver mayor sintonía fina para convivir en el Senado, darle volumen al armado legislativo y tener mayor capacidad de negociación respecto a los intereses provinciales. Un armado que les conviene a los legisladores y también al Gobierno, que busca quitarle poder de fuego al peronismo en las dos cámaras del Congreso.
La construcción política que aparece de fondo y que puede ser compatible con la idea actual fue anticipaba por Infobae y es la que impulsan los cordobeses Llaryora y Juan Schiaretti, y la que empujan desde Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, Florencio Randazzo, Emilio Monzó, Nicolás Massot, Martín Loustaeu y Miguel Pichetto, entre otros nombres de peso.
En definitiva, lo que existe es un circuito de dirigentes que está buscando posicionarse en el mapa político de una forma diferente a la actual. Esos movimientos le generan una nueva crisis al peronismo, al que le cuesta encontrar un rumbo y tener una estrategia política que se bifurque por todo el espacio. Otra traba más para mantenerse encolumnado, sólido y pragmático frente al poder.
La coalición opositora atraviesa días difíciles como consecuencia del impacto negativo que les generó el escándalo de Alberto Fernández. Están en el centro de la escena por las tormentas del pasado y no por las reflexiones del presente. Un lugar del que le costará salir. Un lugar del que todos quieren huir.