¿Hay algo tan impagable como esas risas contagiosas que dejan el cuerpo cansado, sin aire y los ojos llorosos por algo que quizás comenzó por un simple comentario y que no se detuvo? ¿Hay algo que conmueva y contagie más que la risa de un niño o niña o de una persona mayor que deja que se le arrugue toda la cara por el gesto?
Durante la niñez, reímos unas 300 veces al día y de adultos, sólo quince. Así lo revela una investigación de National Geographic. Buscando volver a esa esencia y naturalidad, Giselle Barthou, instructora de yoga y embajadora de Yoga de la Risa en Uruguay, asegura que el simple gesto de la sonrisa ya provoca beneficios en el cerebro porque comienza a liberar endorfinas y dopamina, dos de las “hormonas de la felicidad”.
Lo hace a través de la disciplina que fue creada por el doctor indio Madan Kataria en 1995 y que comprende un sistema de ejercicios que provocan risa (Laughter Yoga International). La parte de yoga tiene que ver con que la risa “es un pranayama en sí mismo”, explica Barthou que hace unos días compartió un video en sus redes sociales y se hizo viral.
“El creador de Laughter Yoga International hizo esto para que la risa sea un elemento de paz en el mundo. Sabemos que no se entiende cuando decimos que reímos por la paz mundial, pero si más personas se ríen, menos personas pelean. Todos tenemos en el cuerpo neurotransmisores del bienestar (que generan endorfinas, dopamina, serotonina y oxitocina), entonces esos neurotransmisores hacen que te sientas bien después de reír un rato gracias a los químicos que tú mismo generaste”, explica.
El Yoga de la Risa es un movimiento mundial sin fines de lucro que brinda clases siempre gratuitas y virtuales. “Sólo se cobra cuando nos llaman de empresas o para eventos específicos”, explica la también instructora de pilates que se formó en 2017 en Chile y fue nominada para el Premio Estrella del Sur: desde Uruguay al Mundo, que reconoce a las “personas que realizan una tarea de bien y paz en beneficio del prójimo y de la sociedad en forma honorable y desinteresada”.
Reír en un mundo tan enojado
“En el Filebo dice Platón que la risa es un placer pero al mismo tiempo afirma que es fea, obscena, transgresora de la armonía, de la medida, de la integridad y de la conciencia social y de los hombres libres. Termina diciendo que es un placer que produce dolor y que atañe sólo a los locos, bufones, viles y esclavos. Esta creencia puede deberse a que, efectivamente, su pensamiento no es de este mundo, o, más terrenalmente, a que la risa es peligrosa para las sociedades autoritarias y por tanto hay que erradicarla. Incluso aunque reconozca que es un remedio medicinal, denuncia que política y socialmente es reprobable por peligrosa, seguramente por ser enemiga del sometimiento, al dominio, al miedo”, explica el profesor de Filosofía español Javier Rodríguez Pequeño en el ensayo El nombre de la risa, publicado por la Universidad Autónoma de Madrid en diciembre de 2008.
Actualmente, en un mundo atravesado por guerras, catástrofes naturales, conflictos sociales o la realidad socioeconómica argentina, reír es algo que no parece adecuado, pero es cuando —según Giselle— más hace falta.
“Siento que tenemos esta herramienta poderosa y tenemos que trabajar en ella. Yo tengo mi trabajo, que me da dinero, como instructora de yoga y de pilates, y además tengo este trabajo, que es un honor hacerlo gratis para que la gente se sienta mejor. Las devoluciones de las personas que se rieron un rato con nosotros son fantásticas: ¡no hay plata que pueda pagar lo que la gente te dice cuando entran a la clase y se ríen un rato! Les pido que resuman en una palabra cómo se sintieron y responden que relajados, felices, alegres, emocionados, contentos, con ganas de abrazar, en armonía… La gente siente cosas que de repente no las estabas sintiendo antes y después de reír un rato, sí. ¿No es eso maravilloso? Después te vas a encontrar con tu realidad, pero quédate con esos 30 minutos donde tú sentiste todas esas emociones, te las vas a llevar contigo al resto del día”, resume. A las clases virtuales, quien lo desee ingresa mediante un link y conecta con personas de cualquier parte del mundo que simplemente están dispuesta a tomarse media hora para reír con desconocidos.
Lo que hacen en las clases son pranayamas, técnicas de respiración yóguica, y se va sumando una risa, primero fingida. En “el mientras tanto”, el cerebro toma la información de la risa que comienza a oxigenarnos. “Cuando ya te reís de verdad, porque la risa es contagiosa, y llega la carcajada al punto de quedar sin aire, damos una inhalación profunda y, a medida que se hacen esas carcajadas, te oxigenás”, explica la profesora desde Uruguay y cuenta que durante esas clases de yoga de la risa hay consignas para reír. “El cerebro no reconoce cuando la risa es real o fingida, y la sensación de bienestar llega igual porque es contagiosa y se activa las neuronas espejo del cerebro”, afirma.
En ese sentido, explica que “los neurotransmisores no desaparecen al mismo instante de dejar de reír sino que siguen en tu sistema, entonces vas a tener una mirada distinta frente a la realidad, por más fea que sea, porque cambia la energía”.
Giselle dice que aunque no podamos cambiar la realidad externa, y quizás un problema que nos aqueje y preocupe, de todas maneras “tenemos que trabajar para hacer ese cambio” de energía interno. “Es un trabajo diario: cada vez que veas un pensamiento negativo que viene, lo tienes que cambiar. Por ejemplo: si vas manejando en vez de pensar que chocarás. poner más cuidado; sí alguien golpea a tu puerta en lugar de pensar: ‘¡Ay, me van a robar!’, pensar que quizás es un vecino que vino a traerme un café… Debemos darle la vuelta a esos pensamientos que son negativos y no son reales; entonces por qué no pensar en algo positivo… Hacerlo depende solamente depende de uno, por eso alentamos a que las personas sean conscientes de que solamente nuestra felicidad depende de uno mismo, no depende del gobierno de turno, no de tu familia, de tus amigos, sólo de ti. ¡Tú puedes ser feliz aún ante una realidad horrible! Es decir ‘¡voy a ser feliz y voy a transitar por esto en felicidad!’, aunque suene raro porque puedes elegir transitarlo amargado o feliz, porque lo vas a transitar igual, pero está en cada uno tener el espíritu para salir de esa situación de una manera más optimista”.
Los beneficios
Bien es sabido que la tensión aumenta los niveles de cortisol en el cuerpo, sube la presión arterial y eso suprime el sistema inmunológico, lo indica un artículo de National Geographic y varios papers divulgado en distintas universidades. Al reír esa tensión se alivia y el cuerpo reacciona promoviendo la producción de células inmunes y anticuerpos. “La risa reduce los niveles de glucosa en pacientes diabéticos”, dice un estudio que publicó la revista Journal of Psychonomic Research en 2007.
Aunque el video viral de las mujeres uruguayas es reciente, en Europa este tipo de terapias son hace tiempo no sólo conocidas sino que hay empresas que contratan a los embajadores de estos talleres para dar una o dos sesiones semanales de yoga de la risa. “Esto hace que mejore la salud y la creatividad de las personas, y eso hace que trabajen mejor”, asegura.
Además, la risa hace que la mente esté en el presente aunque evoque un recuerdo pasado. “Es una forma de conectar con nuestro niño o niña interior” y en ese punto regresa a las 300 risas que emite un niño. “¿En qué momento dejamos de reír? Es la educación la que nos hace dejar de reír: si los niños se ríen molestan, por eso, nosotros estamos tratando de llevar la risa a las escuelas. Yo como docente en un Instituto de Yoga para niños enseño yoga de la risa para que lo tengan como una herramienta. Si tienes a 20 niños que vienen del recreo eufóricos, y les decís: ‘sentate, quédate quieto y ponete a leer algo’… es distinto a si los recibís con esa euforia y los hace reír un rato, esos niños van a calmarse sin ser obligados”.
Actualmente, hay más de 80 países en el mundo que tienen yoga de la risa (Argentina es uno) y cada vez se extiende más. Para seguir generando risas, Giselle publica un minuto de risa en su cuenta de Instagram @yogadelarisauy.
“La risa nos hace personas más empáticas y colaborativas. Si le dedicáramos unos minutos de nuestro día a reír, a juntar papeles o ayudar a otros, el mundo sería distinto. Sería una gota en el océano por la paz”, finaliza la mujer que en 2021 salió segunda en el Campeonato Mundial de la Risa más Contagiosa.