En la vida hay dos tipos de personas, los que sueñan con un objetivo y esperan un golpe de suerte o un momento oportuno que difícilmente llegue como por arte de magia, y los que van en búsqueda de esa meta utilizando todos los recursos posibles. En este segundo grupo se encuentra Gabriel Velázquez, un joven de 26 años que decidió meterse en uno de los realitys televisivos más extremos para hacer visible su lucha y convertirse en un referente deportivo.
Sin embargo, el camino hasta ingresar en esta competencia no fue fácil y en él se encontró con muchos obstáculos que pudo superar a base de grandes esfuerzos físicos, pero sobre todo, gracias a una envidiable fortaleza mental. Torito, como se presentó en Survivor Expedición Robinson, contó cómo alcanzó su propósito.
“Tengo una parálisis de medio cuerpo que me dificulta la movilidad de la parte derecha. No solamente eso, sino también el habla. Es una enfermedad que tengo de nacimiento”, relata Gaby en diálogo con Infobae, haciendo referencia a su discapacidad denominada hemiplejia espástica.
“Desde chiquito, mi mamá siempre me llevaba a rehabilitación y se ocupaba mucho de mí. Corríamos de médico en médico para tratar mi discapacidad”, recuerda el joven de San Francisco Solano (partido de Quilmes), que durante su infancia se sometía a dosis anuales de toxina botulínica para relajar los músculos y tendones contraídos de la parte derecha de su cuerpo.
Si bien su relación con el deporte iba a cambiar por completo su vida, los primeros años hasta conectarse con él fueron sumamente difíciles. “Yo siempre sentí dificultades. Desde chico tuve que aprender a hacer de forma distinta las cosas cotidianas de la vida como cocinar, vestirme y esas cosas. Siempre uso el brazo izquierdo. Se me dificultaba hacer cosas, pero como es una discapacidad que tengo desde chico fui aprendiendo con el paso del tiempo”, asegura.
Pero eso no era nada en comparación a lo que tenía que vivir de las puertas de su casa para afuera: “Yo me crié en la Villa Itatí y durante mi infancia sufrí mucho bullying en la escuela, de todo tipo. Me cargaban por mi discapacidad. Tuve episodios de violencia. No fue fácil. Yo trataba siempre de defenderme. Imaginate, la escuela estaba afuera de la villa, pero a una cuadra ¿Entendes?”.
“Por suerte a medida que fui creciendo dejaron de tratarme así. Pasaron a ser sólo cargadas por mi mano, pero intentaba no darles bola”, comenta Gaby. A los 15 años su hermano mayor Iván lo inició en la práctica del deporte de contacto: “Cuando empecé a hacer lucha, él ya hacía desde antes. Yo pesaba 70 kilos y me enfrentaba a él, de 130. Él siempre me acompañó desde ese momento, me motivó y todo”. Aún así, nunca decidió usar sus conocimientos para vengarse de sus agresores: “Era consciente de que si reaccionaba físicamente les podía causar daño. A mi el deporte me dio mucha seguridad”.
Gabriel lo tiene claro, el deporte marcó un antes y un después: “Fue fundamental, no solamente en la motricidad, sino que también me formó como persona, en ser fuerte y disciplinado”. La lucha grecorromana lo acompañó a transitar su discapacidad de la mejor manera posible. Junto a ella, Torito fue superándose día a día durante los siguientes diez años, al punto de convertirse en cinco veces campeón nacional a pesar de enfrentarse a luchadores convencionales sin ninguna discapacidad.
“A veces se me dificultaba porque ellos me atacaban por ese lado. Al notar mi discapacidad, siempre buscaron la manera de derribarme del lado derecho. Tuve que modificar mis luchas para que no pudieran ganarme”, explica Gaby, que finalmente decidió inclinarse por la práctica de otro deporte que le permitiera alcanzar su principal objetivo competitivo. “Al final dejé la lucha y elegí dedicarme al lanzamiento de disco. En esta disciplina compito por mi discapacidad y estoy teniendo buenas marcas. Voy bien”, reconoce. Vale aclarar que la lucha grecorromana no forma parte de las disciplinas paralímpicas como sí lo es el lanzamiento de disco, del cual el brasileño Claudiney Batista es uno de los referentes en su categoría.
Al referirse a la cita paralímpica, que tendrá lugar entre el 28 de agosto y el 8 de septiembre, Gabriel destapó el principal objetivo al que anhela llegar a nivel deportivo: “Obvio que me hubiera gustado estar representando al país, es a lo que apunto”. Sin embargo, el joven paratleta priorizó su otra faceta, la humana, y a la hora de decidir escogió un camino diferente. “El año pasado tuve la oportunidad de seguir preparándome para competir en estos Juegos Paralímpicos, pero elegí meterme en el reality para llegar a otras personas que realmente necesitaban verme y tener este incentivo”, relata.
Así fue como llegó a formar parte de la temporada 2024 de Survivor, Expedición Robinson, un reality extremo en el que debía sobrevivir junto a 23 personas en una isla desierta en Colombia: “Me anoté para incentivar a las personas a superarse. También para demostrarle a mi hermano que si él pudo llegar a ser policía de infantería, yo también lo hubiera hecho”. Su hermano falleció hace apenas tres semanas.
“Los juegos y no tener comida fue lo más difícil”, asegura Torito, que para apaciguar el hambre, más de una vez se vio obligado a comer los cangrejos que encontraba caminando por la orilla de la playa en donde se había asentado su campamento (los rojos del norte).
Durante su estancia, el quilmeño se ganó el cariño de sus compañeros y fue uno de los más importantes a la hora de realizar las exigentes pruebas físicas. Sin embargo, una lesión en su brazo derecho lo obligó a despedirse rápidamente de la competencia: “Yo les dije a los chicos que me votaran para eliminarme. Yo venía lesionado desde el primer día del programa. No sé cómo surgió, pero me empezó a doler el hombro de la nada, desde el día uno hasta el día que me fui. Pude haber seguido y haber llegado a la final si no hubiera tenido ese problema”.
“Se me dificultó mucho también por mi discapacidad. Yo me hubiera quedado hasta el final si el dolor que sentí hubiera sido en el brazo izquierdo. Si hubiera sido así, yo seguía sin problemas porque era el brazo hábil”, asegura tras haber tomado una decisión en la que priorizó su salud y los avances que logró durante años de tratamientos, por sobre el certamen.
“Si llegaba a lastimar de más mi brazo derecho, donde tengo el problema, podría haber perdido todo este tiempo que me dediqué a mejorar la movilidad. La verdad es que mil veces prefiero mi integridad física que una competencia. Si yo me lastimaba en la zona derecha, la recuperación no iba a ser igual, no iba a mejorar con normalidad. Ese fue el motivo por el que decidí irme. Pensá que por una simple contractura mal curada, podría perder la movilidad completa del brazo, porque yo desde chico hago kinesiología y elongación”.
A pesar de su salida del programa, Gabriel Velázquez se considera un ganador ya que pudo lograr el objetivo por el que se había anotado. “Me llegaron muchos mensajes de gente que tiene alguna discapacidad diciéndome que cuando me conocieron se vieron reflejados en mí y me agradecieron. Yo creo que pude lograr mi meta de motivar a las personas y demostrarles que todo se puede”, remarca.
Sin embargo, Gabriel va por más, y junto al sueño de representar a Argentina en los Juegos Paralímpicos, sumó otro para seguir dejando una huella en las personas: “Quiero abrir un gimnasio para seguir ayudando a otra gente con discapacidad. Un gimnasio que tenga kinesiologos o especialistas en motricidad para que estén trabajando ahí. Como yo ya pasé por ese problema, ya sé como afrontarlo y como ayudar a otras personas a mejorar”.