“Un día me desperté, fui hasta el altar que tengo en casa para recordarla, hablé con Cande y en ese momento tuve claro que nadie la iba a regresar a mi lado ni me la iba a devolver. Y menos que menos la justicia argentina que es una vergüenza”, reflexiona Carola Labrador en una charla a corazón abierto con Infobae en su vivienda de Loma Hermosa, a cinco meses de haber renunciado con una carta conmovedora a la querella en el segundo juicio que se estaba sustanciando para determinar más culpables del salvaje asesinato de su hija.
En el amplio living a cada paso surgen fotos de Candela Sol Rodríguez, su hija, secuestrada el 22 de agosto de 2011 a metros de la casa donde vivía en la calle Coraceros en Hurlingham. Carola las observa detenidamente, las acaricia con sus dos manos y sus ojos cobran vida, pero también asoman lágrimas…
La niña apareció asesinada nueve días más tarde en una bolsa negra. Fue hallada por una mujer que recolectaba cartones en la colectora de la Autopista del Oeste junto a un vehículo a treinta cuadras del hogar familiar. Recién en 2017 el Tribunal Oral en lo Criminal –TOC- 3 sentenció a prisión perpetua a Hugo Bermúdez y a Leonardo Jara por los delitos de “privación ilegal de la libertad coactiva seguida de muerte”, y a cuatro años a Fabián Gómez como “partícipe secundario”.
Mientras se sustanciaba la causa fue citado a declarar como testigo Miguel Ángel “Mameluco” Villalba, archiconocido capo narco de San Martín que llegó a ser candidato a intendente de dicho partido, y que curiosamente había sido detenido once días antes del secuestro de Candela. Mameluco aseguró que el crimen de la niña fue un secuestro extorsivo vinculado a dinero del narcotráfico, en el que a los captores “se les fue la mano” y la mataron. El fiscal Mario Ferrario lo acusó de haber formado parte del hecho delictivo como “partícipe necesario” junto al ex policía bonaerense Sergio Chazarreta, dueño de la camioneta negra que se dijo que se usó para trasladar a Candela, un presunto “informante o buche” de la policía llamado Héctor “El Topo” Moreyra, y un carpintero del barrio, Néstor Altamirano, a quien se lo señaló como el responsable de haber cuidado a la niña en su cautiverio.
En mayo de 2024 salió el fallo del segundo juicio realizado en el que la justicia de Morón absolvió a los cuatro: Villalba, Chazarreta, Moreyra y Altamirano. Mameluco siguió el juicio por zoom desde su lugar de detención porque había sido condenado en otra causa por narcotráfico a 22 años de prisión.
Un par de meses antes de que se conociera la sentencia, más precisamente en marzo de 2024, en pleno desarrollo del debate oral, Carola Labrador, la mamá de Candela, no aguantó más y redactó una carta muy sentida en la que decidió renunciar a la querella, que fue acompañada y firmada al pie por sus abogados, Fernando Burlando y Fabián Améndola.
El texto decía: “”Durante todo este calvario hemos tenido que soportar, como si fuera un peso extra a la cruz que cargamos, la actitud de los fiscales, que lejos de darnos esperanzas de hallar justicia, lo único que han hecho es sumirnos en la oscuridad y producirnos todavía aún más dolor, dirigiendo sus embates contra nuestra familia. Su actitud inquisidora, sus elucubraciones, su voluntad para echar sospechas sobre una familia desgarrada y devastada por el dolor, han sido en todo este proceso actos verdaderamente canallescos que solo hemos soportado para no demorar el proceso de Justicia y castigo con los asesinos de Candela. Este accionar denigrante se repite nuevamente en este debate, tal como en el anterior, donde del mismo modo que aquí, han ensuciado a mi familia. No encontramos razones valederas para sostener esta conducta. Por más que busquemos entre los sentimientos más viles que puedan inspirar este accionar, no hay forma de hallarlos”.
Su crítica y su profundo y angustiante dolor estaba apuntado a los fiscales intervinientes en el curso del expediente, Tavolaro y Ferrario: “Presentaron pruebas contaminadas. Militaron la causa de la sospecha sobre nuestra familia para encubrir su accionar negligente, plagado de irregularidades e ilegalidades durante todo el proceso que llevaron al fatal desenlace por haber desviado la investigación. El resultado fue no haber podido hallar a tiempo y con vida a mi hija”.
Hoy tiene ganas y necesidad de volver a hablar. Desde hace ocho años trabaja en el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires en el Centro de acceso a la justicia y asistencia a la víctima (CAJUS) San Martín, asistiendo a quienes padecen violencia, lo que ella misma sufrió en carne propia. A la distancia de aquella decisión de desistir al sentirse decepcionada por la falta de justicia, surge la pregunta:
-¿Cuál fue el desencadenante que la llevó a renunciar a la querella en medio del juicio?
-Me produjo hartazgo escuchar tantas mentiras y falta de compromiso y responsabilidad de ambos fiscales que formaron parte de la causa, Marcelo Tavolaro y Mario Ferrario. Fue horrible, me invadió una especie de pánico porque sentí que asesinos habían matado a mi hija, y ahora en el juicio oral me estaban matando a mí y a mi necesidad de justicia. Vi que estaba perdiendo el tiempo que vale oro. El Ministerio Fiscal no investigó nada durante todos estos años. Siguieron con lo mismo desde el principio, nunca profundizaron, un papelón, una vergüenza.
-Es muy fuerte lo que cuenta y coincide con el sentir de muchos familiares y seres queridos de víctimas con relación a la justicia.
-Te juro que no exagero, están en la suya, te abandonan, te acercás y no quieren recibirte, les molestamos. Solo están para cobrar el sueldo seguro que reciben cada mes. Y como te decía, no puedo darme el lujo de perder el tiempo con gente que no lo merece ya que estoy encarando muchas cosas, estudiando para acompañante terapéutico y viendo la posibilidad de instalar una granja junto a mi hijo para recuperar a jóvenes de adicciones. Mi instinto de mamá me hizo decirle basta a la justicia, que no es tal.
-¿Qué sintió cuando en segundo juicio el juez Alejandro Rodríguez Rey, presidente del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 6 de Morón criticó sin vueltas a la fiscalía por “no estar a la altura de su responsabilidad” y a la Policía Bonaerense por su “oscuro proceder”.
-Que junto a mis abogados no estábamos equivocados. A mí los fiscales me basurearon, me ofendieron, me ignoraron, no pusieron ganas, voluntad. Tavolaro un desastre y Ferrario también, son lo mismo. Al primero lo recusamos y llegó Ferrario, pero hizo exactamente lo mismo. Ni siquiera agregó algo, no sé cómo no le dio al menos vergüenza.
-Cuando los tuvo cara a cara, ¿qué le decían ambos?
-Estuve un montón de veces con ellos. Pero nunca tenían nada para decirme. Puras promesas, que no sabían, que iban a tratar, no parecían fiscales. Siempre excusas. Un asco. Me sacaron las ganas, no tengo más fuerzas para luchar. Y en el último juicio absolvieron a los cuatro por lo mal que ellos investigaron.
-¿Ninguno de los cuatro (Villalba, Moreyra, Chazarreta y Altamirano) tuvo participación en el crimen?
-Moreyra sí y Chazarreta también. Pero se perdió mucha prueba y aparte como ellos trabajaban para la policía en ese momento, la misma policía los protegió, digamos que los taparon. Como también lo hicieron con Juan Carlos Paggi, Hugo Matzkin y Roberto Castronuovo, los tres jefes principales de la Bonaerense cuando mataron a Cande.
-¿Está realmente convencida de que Mameluco Villalba no tuvo nada que ver en el secuestro seguido de muerte de su hija?
-A Villalba lo metieron para hacer prensa, si ya estaba preso por otra causa hacía como dos años y condenado por más de veinte. Aparte el tipo vendía droga, no secuestraba chicos. Lo metieron ahí por su prontuario. Si hubiera estado cerca el Gordo Valor también lo metían. Los fiscales no sabían qué hacer para que sus medidas tuvieran repercusión en los medios y aprovecharon sus antecedentes para hacer ruido mediático, circo para que lo repitieran los medios y fingir como que estaban activos tomando medidas.
-También los fiscales mencionaron a su marido y padre de Candela, Alfredo Rodríguez, señalando que se trataba de una venganza hacia él por haber “marcado” casas de narcos de la zona con nombres y todo.
-Eso quedó todo comprobado que no fue así. Él estaba preso por otra causa que nada que ver (N de la R: piratería del asfalto, es decir, asaltar camiones). Además no pudieron comprobar nada, solo fueron teorías que crearon sin fundamento. Repito, una vergüenza la justicia de Morón, la justicia argentina.
-Debe haber sido muy duro para usted tomar la decisión de renunciar a la querella luego de tanta lucha.
-Fue muy terrible, conmocionante. Pero dije basta, sentí que me estaban tomando el pelo. Siempre agradecida al doctor Fer Burlando por acompañarme y apoyarme en todo. Hoy sigo adelante por mis hijos, por mi familia. Estamos trabajando todos juntos, ahora vamos por la granja para recuperar jóvenes de las adicciones.
-¿Cómo surgió esa iniciativa?
-Fue una idea que tuvimos con mi hijo Emanuel, el más grande, con el objetivo de que se recuperen como lo hizo él. Dijimos vamos a buscar la manera y que él esté firme ahí transmitiendo su experiencia. Estamos buscando lugar, visitando, vamos a ver. Tiene que ser un campo, lejos del ruido. Trabajamos con bastantes personas que colaboran, de a poquito va a ir saliendo. Mis hijos son un puntal para mí, Ema, el mayor ya tiene su compañera de vida. Ianfranco me acompaña a todos lados, sale de trabajar y viene para casa para estar siempre cerca de mí, los dos son maravillosos. ¿Sabés? Sé que si a mí me pasa algo, él va a continuar pidiendo justicia por su hermana.
-¿Cómo hace para tenerla siempre presente a Candela?
-La sueño todo el tiempo gracias a Dios. También a la noche, o por la mañana antes de irme al trabajo o a hacer mis cosas. Tengo este altar, le hablo, le rezo, estamos siempre en contacto. Cuando tengo que tomar una decisión la consulto, me ayuda, está presente. Siempre pensando en mí y yo en ella. Guía mi camino, me saca la gente que no sirve de mi lado y me acerca la buena. Cada cosa que hago está dirigida por ella, ¡mi loquita!”.