“En cuanto llegué al West Ham, (el entrenador Jamie) Redknapp dio una entrevista y dijo ‘este chico es tan guapo que no sé si ponerlo en un cuadro o intimar con él’. ¿Cómo va a decir eso de un jugador?”.
Dani Carvalho, clase 76, futbolista ofensivo elegante y prometedor, dejó estelas de su talento en los seleccionados de Portugal y en equipos como el Sporting Lisboa, Ajax, West Ham United y Atlético de Madrid. Contemporáneo de jugadores como Rui Costa o Luis Figo, terminó retirándose a los 27 años, cansado de los roces extradeportivos y el “cartel de lindo” que, según su propio testimonio, lo perjudicó. En una entrevista con Relevo, ofreció detalles de cómo impactó su imagen de modelo y su físico en su carrera.
Entre las acusaciones contra las que debió lidiar estuvo, por ejemplo, su presunta afición a la vida nocturna. “Padres, encierren a sus hijas, llegó Dani”, anunció un periodista inglés en 1996 para confirmar que la máxima promesa del fútbol mundial de entonces llegaba al elenco inglés, al que había sido cedido a préstamo luego de un par de roces con Carlos Queiroz, DT del elenco de la capital de Portugal, que entendió que en la superprofesional Premier su actitud debía cambiar.
En Londres le sacó rédito a su costado más hedonista porque en paralelo a su carrera como jugador también desarrolló la de modelo y recibió invitaciones para participar de estrenos de películas en Hollywood, de carreras de Fórmula Uno, de prestigiosos programas de TV. El mundo del joven incluía, además, un auto Jaguar con un conductor a su disposición las 24 horas para suplir su prohibición de conducir a su edad. Claro, ese “desvío” de sus obligaciones terminó con la ruptura del vínculo. La secuencia ofrenda un pantallazo de lo qur sucedió en varios pasos de su trayectoria.
“Era joven, ligaba, pero eso no era todo lo que yo era. Lo que pasa es que siempre llevé ese cartel. ¿Qué tiene que ver tu look con tu forma de ser?”, se quejó en la nota publicada Relevo. “Los entrenadores siempre me prejuzgaron”, añadió, con dolor.
“Fueron injustos conmigo yo les daba razones porque a mí me daba igual. Esas noticias hacían daño a mi familia, sobre todo a mi abuela. Eso sí me ponía triste”, se explayó.
Carvalho aceptó que “no era una leyenda, sí que salía, pero había tiempo para todo. Cuando jugábamos el domingo, no entrenábamos hasta el martes por la tarde”. Y planteó que había “un poco de envidia” por parte de sus compañeros.
Dani reconoció que sus excursiones nocturas se aplacaron “cuando conocí a mi mujer, ella no tenía nada que ver con el fútbol. La gente se cree que me gustaba mucho ligar, pero yo tenía novias formales. Siempre fui frontal y si estaba con alguien era porque había amor y respeto. Y cuando estaba solo, con la edad que tenía, sí que me gustaba divertirme”.
Fue campeón de una Liga y dos Copas de Portugal. Se consagró también en una Liga de Holanda con el Ajax. Escribió también su nombre en la selección de su país, para la que debutó con 17 años y 204 días, todo un récord. Con la camiseta lusa jugó nueve partidos y, aunque no marcó goles, se lo recuerda como una de las grandes figuras de los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996.
Son las luces en una carrera que pudo haber tenido muchas más. Pero su aspecto, así como lo ayudó en muchas cuestiones, lo complicó en otras. En la entrevista con Relevo, contó la situación más extrema que le tocó vivir en relación a su físico.
“Cuando llegué a Holanda, compré un piso, un noveno con balcón. Al lado vivía una señora mayor. Una noche apareció en el portal una chica que venía en tren desde el Sur del país. Me pidió subir a casa y le dije que no, que le pagaba un taxi de vuelta. Dos o tres horas después, llamó a la vecina y le abrió su casa. Saltó a mi balcón. Yo ya estaba durmiendo y como estábamos cerca de un río pensaba que era un pato que se habría estrellado en el cristal. Pero vi la cara de la chica allí mirando. La tuve que echar”, narró el colmo de su historia.