Arnaldo André, íntimo: de la fan que lo acosó como en “Bebé Reno” a por qué nunca se nacionalizó argentino

“Semen de toro… Hasta ayer he visto en Google que se ocupan del tema”. Arnaldo André sonríe. Apenas si logra escapar de la sorpresa.

Todo ocurrió hace unas semanas, en una charla con Mariana Brey mientras esperaban salir al aire en el programa de Mirtha Legrand. “¡Che, qué bien que estás! No puedo creer la edad que tenés”, lo halagó la periodista. “Sí, me cuido mucho –reconoció el actor–. Y además voy a lo del médico Adrián Jaime, que te mejora la calidad de vida. Entre las cosas que te pone está el semen de toro”, respondió el actor, con cierta gracia. Rieron los dos.

“Esto no lo hablemos adelante de Mirtha porque se va a escandalizar…”, confió André, prudente. “¡No, no, digámoslo! ¿No te parece? Nosotros te vamos a preguntar”. Y entonces, casi como un juego, Arnaldo y Mariana reprodujeron al aire aquello que habían conversado tras bambalinas. La repercusión fue inmediata. La viralización también. El poder de las redes sociales.

Al fin, el tema se aborda en la comedia que André –de espléndidos 80 años– protagoniza con Luisa Albinoni los sábados en el Teatro Regina, y en distintos días en otras localidades: Amores en redes.

“Se trata de dos seres ya de edad avanzada, que están solos y quieren conocer a alguien. Entonces se meten en las redes y a los dos les pasa de todo: la falta de respeto, las mentiras, las fotos que no son tales. Hasta que, faltando unos 15 minutos para que termine la obra, nuestros personajes se cruzan. Pero la relación…”.

¡Momento! Nos tomamos el atrevimiento de interrumpir aquí a Arnaldo André: no vamos a spoilear. Pedimos disculpas. A cambio, acercamos un consejo: no se la pierdan. Vayan a verla. “La gente se divierte mucho –aporta el nacido en San Bernardito, Paraguay–. Es la primera vez que se me escucha decir tantas malas palabras. Pero no soy yo, es el personaje”.

ENTREVISTA TATIANA - ARNALDO ANDRÉ - SLIDE
«Soy es un tipo muy creyente. Rezo todos los días»

—¿En la vida, no te puedo encontrar puteando?

—Bueno, sí, por supuesto. Si me caigo, o se me cae algo, sí, sí.

—¿Te has agarrado a trompadas?

—No, nunca en mi vida. Ni siquiera estuve a metros de algo así. Sí, reaccionar mal. Por ejemplo, manejando. Me da bronca cuando me tocan una bocina y no se dan cuenta de que yo no puedo avanzar porque delante hay otro auto que no está avanzando. Me molestan mucho los ruidos. En mi casa, por ejemplo, la tele está en un nivel de audio normal. Y este es un pedido, por favor, a los señores que trabajan y que recorren las calles ofreciendo compras de productos en desuso y demás, que me despiertan a las 11 los sábados. Por favor, pasen un poquito más tarde… Por ahí hasta tengo una batería vieja, y arreglamos algo.

—Volviendo a Amores en redes, ¿saliste con alguien que hayas conocido en las redes?

—Solo charlitas, nomás. Y “¡Chau!”, “¡Chau!”. O yo mismo me perdía.

—¿Con Instagram o aplicaciones de citas?

—En Instagram.

—¿Andás noviando?

—No, no.

—¿Estás con ganas?

—No, no.

—La última vez que charlamos me dijiste: “Yo no vuelvo a convivir”.

—No. Yo estoy muy tranquilo, muy muy muy feliz. Lo que yo soy es un tipo muy creyente. Rezo todos los días, a la noche y a la mañana.

—¿Y qué rezás?

—El Padre Nuestro, el Ave María. Pido por mis seres queridos, por mi salud y la de mi familia, y que yo tenga paz. La paz me da la posibilidad de enfrentar las cosas graves, o algún disgusto, lo que sea. Y pido otras cosas: ser tolerante. A veces no somos tan tolerantes.

—¿Alguna vez te enojaste con Dios?

—Nunca. No, no. Hablando de pérdidas, ni cuando yo tenía 11 años y pico, y mi papá… Era muy chiquito.

—Y te hiciste cargo de tu mamá y tus hermanas.

—Y después, cuando falleció mi mamá no me enojé porque, además, no la perdimos de golpe. Venía de una enfermedad, sufría de depresión, y una cantidad de medicamentos que se le daba diariamente y demás fueron complicando otras cosas, otros órganos. Y de a poquito a poquito, sabiendo que los médicos ya nos decían que se nos iba a ir, la acompañamos hasta el último momento. Esa paz que hoy tengo hace que la recuerde con paz, cariño y amor.

—¿Qué edad tenías con la muerte de tu mamá?

—Esa es la parte que no me acuerdo mucho. Me acuerdo que estaba haciendo una obra con Claudia Lapacó, en el Broadway.

—O sea, ya adulto: tu mamá te vio triunfar.

—Sí, sí. Mi mamá me vio haciendo esto. Lo único que no quería ver mi mamá era una escena donde me estuvieran castigando. En Amor gitano había un maldito, Farnesio, que lo hacía un actor puertorriqueño, creo que se llamaba Miguel Ángel Rodríguez, así, como nuestro actor. Y era el malo, el que me castigaba: yo era un gitano rebelde. Y entonces me ponían en cuero y él me daba latigazos. Mamá veía eso.

—¿Y sufría?

—Sufría. “No me gusta esa escena”, me decía. Yo le explicaba: “Mamá, todo es trucado”.

—”Es como cuando yo le pego a alguien, mamá”.

—Bueno, también. Mi mamá nunca me dijo: “No le pegues”.

—Tu sueño era que tu mamá y tus hermanas vinieran a instalarse a Argentina.

—Y vinieron. Vino a mis 17 años, y al año yo se lo prometí a mi mamá. Y vinieron. Mis hermanas viven acá desde ese momento.

ENTREVISTA TATIANA - ARNALDO ANDRÉ - SLIDE
Arnaldo André fue acosado por una fan igual que en Bebé Reno

—¿Volvés seguido a Paraguay?

—Voy seguido. Me gusta, necesito ir, y tengo cuatro o cinco amigas que se desviven por atenderme.

—Hay algo de los orígenes que tira.

—Sí. Me tira muchísimo. Y tiene que ver con que la pasó bien. Me gusta ese verde enorme que hay allá. La comida, por supuesto. Comer las frutas que de pronto no hay acá y son parte de mi esencia. Voy cuatro, cinco días, no más. Y la paso muy bien. Me encanta.

—Nunca te nacionalizaste argentino

—No. ¿Pero sabes con qué tiene que ver? Con la dejadez. Y como este es un país que se brinda, que es abierto a cualquier ciudadano que llegue de cualquier parte del mundo, nunca te dicen: “Bueno, para que puedas trabajar acá tenés que nacionalizarte”. Nunca me dijeron nada, y yo nunca me preocupé. Pero hace como cinco, seis años, hice algo para poder votar. Me habilitaron, pero puedo votar solamente para la Ciudad (de Buenos Aires), no para presidente. ¿Por qué lo hice? Porque tengo mi opinión respecto a lo que sucede en el país, lo que me duele, lo que aplaudo; últimamente no estamos aplaudiendo mucho… Y entonces digo: “Vivo en este país, que me dio todo, y yo debería formar parte”. Eso me animó a hacerlo.

—¿Hay una película que habías presentado, que quedó en proyecto con los cambios en el INCAA?

—Sí. Y ahí quedó, ahí quedó. Me falta como un empujón. El libro está; hay que reactualizarlo.

—¿La ibas a dirigir?

—Sí. Pero no está en mis planes en este momento. Tal vez un día me levante y diga: “Arnaldo, ocupate de esto”.

—Qué compromiso cívico hacer el trámite para votar.

—Podía haberme quedado en mi casa…

—¿Te gusta Milei?

Me gusta porque pienso que el cambio era necesario. Hay que darle una oportunidad. Todavía no podemos decir que bajó la inflación, qué sé yo… Pero hay que esperar. Lo único que lamento es que esa espera la podemos bancar nosotros, pero hay mucha gente que no puede: hay cosas que aumentan y no pueden pagarlas. Mis dos hermanas están jubiladas; una de ellas vive sola y a veces veo la expensa que tiene que pagar: no le alcanza. Y hay mucha gente que por ahí no puede pagar alquiler, y no tiene donde vivir. Ahí es donde yo no puedo hacer nada, más que ayudar a mi familia, pero tampoco me mantengo al margen. Aquí hay una realidad y yo la conozco, la veo.

—¿Te llevaste bien con el galán? Hay mucha gente que le escapa a ese título.

—Yo deseaba hacer otra cosa: pasar rápido del galán al actor con otro tipo de personajes. Los autores, cuando escribían las novelas, me escribían a mí, se basaban mucho en lo que le daba como personalidad. Yo siempre decía que mi personaje de la novela de ayer, era primo de lo que iba a ser hoy. O sea, se parecían en todo. Ayer me mandaron una escena: el casamiento con Luisa Kuliok en Amor gitano. Me miré. Y me gustó verme físicamente: el aspecto que tenía, ese color, ese pelo, cómo me caía. Y de pronto descubrí al actor… Hummmm. Trabajé durante todo ese tiempo con el actor, no lo dejé estancado allí.

—¿Los mejores besos de novela fueron con Luisa?

—Supongo que sí. Ella es muy apasionada, igual que yo. Y entonces poníamos todo: el cuerpo, la mirada, todo. Y eso a la gente le gustaba mucho.

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Arnaldo André: «Me gusta Milei, pienso que el cambio era necesario. Hay que darle una oportunidad»

—¿Te enamoraste de alguna compañera de trabajo?

—En Venezuela me pasó.

—¿Con quién?

—No era conocida en ese momento. Una miss. Nunca había trabajado como actriz, entonces vino la escena del beso y yo la besé. Y la mordí (el labio). Y de pronto se puso a llorar. Se paró la grabación, yo trataba de consolarla. “Mirá, lo que pasa es que esto es así, ta, ta ta”. Después nos hicimos muy amigos.

—¿Más que amigos?

—Sí…

—O sea que consolarla, sirvió.

—Me sirvió.

—¿Y hubo una relación que prosperó un tiempito?

—Un tiempito, hasta que finalmente terminó la novela.

—Y se terminó el romance con la Miss Venezuela.

—Terminó el romance.

—¿Mordiste a alguien más?

—No, esto fue accidente. Fue la pasión que yo tenía en mis escenas. Al día siguiente viene el director: “Ten cuidado, porque me habló Fulanita, me dice que tuvo problemas con el novio porque le mordiste el labio”. “Está bien, perdóname”, le dije. No sé qué pasó, pero nunca más tuve escenas con la antagonista de besos. Pero bueno, a ver, era esa pasión que yo ponía, porque para mí el beso era con todo, con el cuerpo, y dependía mucho de la actriz. Es probable que yo no sintiera una devolución y ponía más fuerza todavía en mis besos. Es probable que haya sido eso… ¿Qué preguntas me venís a hacer? ¡Basta, basta!

—¿Te gustaría volver a grabar una novela?

—No. Ya cumplí tantos años frente a una cámara… Es un sacrificio que el público no lo conoce: levantarse a la mañana temprano e ir a grabar ocho horas, volver y, en lugar de relajarte, yo, como profesional, estaba preocupado por el libreto, por la mañana. Soy muy metódico. Y lo hacía con mucho placer. Pero después de 60 títulos que he hecho, tanto en este país como en otros, ya está, ya cumplí. Hoy prácticamente no hay telenovelas, pero supongo que le dirías a tu coprotagonista o a la actriz que te toca en suerte: “Escúchame mira, ¿cómo hacemos? ¿Hasta dónde llegaremos en el beso? ¿Y cómo sería? ¿Te toco, te aprieto, te…?”. Todo habría que hablarlo.

—¿Te reconocés como alguien muy metódico?

—Metódico y aplicado. Me comprometo conmigo mismo. “Tengo que hacer esto, aquello y aquello”, digo, y lo hago. Si no lo hago, siento que estoy fracasando en mi manera de manejarme en la vida. Obviamente, eso me ayudó mucho en lo profesional. Es vital ser una persona disciplinada, con horarios, por ejemplo.

—¿Siempre fuiste coqueto?

—La palabra coqueto no la uso. Cuidadoso.

—Okey: cuidadoso, siempre.

—No sé si fue antes de que me convirtiera en una persona conocida, pero una vez que tuve acceso a la televisión, a las novelas que he hecho, siempre cuidé el aspecto. La gente que te ve en televisión, con las luces y la ropa que te dan del personaje y demás, después te ve en la calle. Y no tiene que decepcionarse. Por ejemplo, yo nunca he usado ojotas en la calle, ni que hiciese 40 grados de calor.

—¿No es muy agotador?

—No. Por ahí es agotador para las mujeres, que se tienen que maquillar y demás para salir a la calle. El hombre, no. Con unos jeans y una buena remera, ya cuida esos detalles. Y lo tengo incorporado en mi estilo de vida.

—¿No te voy a encontrar nunca en joggineta en el supermercado?

—No, jamás. En los supermercado a los que voy, ya me conocen. Y lo importante es que nadie me de bola. Me da vergüenza cuando a veces aparece alguien nuevo y dice: “¡Ay, una foto!”, y nos sacamos la foto frente al carrito.

Entrevista Tatiana - Arnaldo André
Arnaldo André con Tatiana Schapiro en infobae

—¿Volverías a trabajar con Nicolás Cabré? ¿Volvieron a hablar?

—No, nunca hablamos. Pero no tengo ningún drama. Volvería a trabajar, siempre que tenga un buen personaje y sea un buen proyecto.

—Hace poco se volvió furor la serie Bebé Reno. Y vos tuviste una fan que te acosó muy seriamente…

—Vi Bebé Reno. Yo no sabía de qué se trataba. La miro y digo: “¡Pero esta es mi vida!”. Si la serie hubiera sido en la Argentina, pensarían que me plagiaron todas las escenas, todos los encuentros, lo que le hace el personaje, cómo se mete con la familia, el acoso en el lugar de trabajo. Todo, todo, todo lo que me había pasado a mí hace años. Es increíble.

—¿Cuándo pasó? ¿En qué estabas trabajando?

—Estaba haciendo Piel naranja, creo que en el 74. Y (el actor) Raúl Rossi me comenta: “Hay una persona que vino”.

—¿Empezó yéndote a buscar el canal y estaba convencida de que ustedes tenían una relación?

—Quería tener… Sí.

—¿Pero intentaste denunciar?

—Lo hice varias veces.

—¿Y se rieron de la situación?

—Sí. Me dijeron que al no haber una agresión física no podían tomarme la denuncia. A ver, pensemos al revés. De pronto una mujer va a la comisaría y dice que un hombre la está acosando por todas partes, que aparece, que no la ha tocado. No hay abuso, pero está en todas partes. “Me molesta”, dice la mujer. El comisario diría: “Bueno, cito a este tipo”.

—Espero que sí.

—Esperemos que sí…

—¿Nadie te ayudó?

—Nadie.

—¿Compañeros de trabajo, familiares?

—No, nadie. Además, yo no quería hablar mucho del tema.

—¿Y cómo pudiste terminar la situación?

—Me fui de viaje a Venezuela porque me contrataron. Y ahí terminó la cuestión.

—¿Se metió con tu familia?

—Si. Fue a buscar a mi sobrina y a mi hermana al colegio diciéndoles que era mi amiga. Pero nada más que eso. Pero cuando me lo contaron, eso para para mí ya fue terrible…