El 25 de noviembre de 2020 quedó marcado como el día en que el mito dijo adiós. Diego Maradona marcó a varias generaciones de jóvenes que veían en él a una persona que transformaba lo imposible en realidad. Infinidad de libros se han escrito en torno a sus pasos en Boca Juniors, Argentinos Juniors, Barcelona, Napoli, Sevilla, Newell’s y la selección argentina, a veces hasta con su propia voz en biografías personales. “No importa qué hiciste con tu vida, sino lo que hiciste con las nuestras”, repiten sus máximos fanáticos y la frenética vida del nacido en Villa Fiorito deja al descubierto un sinfín de historias que ilustran a un personaje que nunca morirá.
Sin buscarlo, la entrevista con el DT de El Salvador, David Dóniga, en la previa al amistoso contra la Argentina, le sacó el velo a una de esas tantas situaciones sucedida hace 29 años, y a la que tuvo acceso Infobae de manera exclusiva. Un año después del Mundial de los Estados Unidos y su célebre frase “me cortaron las piernas”, Diego encaró su experiencia como entrenador de Racing tras su efímero paso por Mandiyú de Corrientes y fue condecorado con el Balón de Oro honorífico. En ese mismo calendario, en 1995, Dóniga lo conoció en Madrid.
El paso del español como parte del cuerpo técnico del Al Wasl de Emiratos Árabes Unidos de la mano del argentino, Gabriel Humberto Calderón, obligaron a una consulta que caía de maduro por la relación del 10 con Calderón en el plantel subcampeón del mundo de Italia 1990: “¿Tuviste oportunidad de conocerlo a Maradona?”. Así comenzó la revelación de un hecho desconocido para la mitología maradoneana: “Yo no lo conocí personalmente, sí tuve contacto con él en la Ciudad Deportiva de Real Madrid”.
“Me acuerdo muy bien de ese momento porque son cosas que no se te olvidan nunca”. Mucho antes de retirarse y comenzar su carrera de técnico, el delantero de las Inferiores de la Casa Blanca se vio asaltado por un grito a minutos de comenzar la práctica: “Fue en el año 1995 después del Mundial de Estados Unidos. Estábamos esperando en el vestuario para empezar el entrenamiento con lo que era el Sub 14 creo. Y nos dijeron: ‘¡Acaba de llegar Maradona, acaba de llegar Maradona!‘”.
Ese mismo personaje que bailó al Real Madrid con los cortos puestos y la camiseta del Sevilla visitó las instalaciones de un club que lo deseó en muchos momentos de su carrera y durante un breve período de tiempo jugó en el predio del Merengue: “Estuvo con los niños de la cantera, estuvimos junto a él, estuvo jugando con alguno de los chicos”.
La precisión del relato enunciado por Dóniga aporta mayores detalles de esa visita sorpresa: “Fuimos corriendo todos al campo anexo de la antigua Ciudad Deportiva. Diego estaba de paso por Madrid, había pedido a un portero de la cantera para poder pegarle al arco. Y me acuerdo que un jugador de 16 años tuvo el honor y orgullo de poder ponerse bajo palos para que le tirara Diego y todos los niños estábamos en la valla viéndolo entusiasmados con los ojos como platos”.
– ¿Atajó alguno?
– No recuerdo ya, pero Diego no perdona ni a un juvenil (risas).
– ¿Fue de sorpresa? ¿No sabían nada?
– No, claro. No sabíamos nada.
“Lo pude saludar cuando terminó ¿Cómo fue? La típica de cuando una persona pasa por la valla y saluda a todos los chicos dándole la mano. Me quedo mucho con los momentos. Es una cosa que uno se lleva y no se puede olvidar”, manifestó el ahora DT de El Salvador en charla con este medio.
Ese recuerdo despierta sus fibras más íntimas en torno a un jugador que marcó su infancia y le tocó sufrirlo en cada oportunidad que pisó el feudo madridista: “Tuve la suerte de poder verlo en directo en el Bernabéu, no solo por la televisión. Lo admiro, porque mis primeros recuerdos están muy asociados a ese Mundial 1986, tan mágico para vosotros y Diego. Fue muy especial ese Mundial porque fue el primer evento grande a nivel futbolístico que recuerdo”.
Este evento suma un nuevo capítulo al vínculo de Diego con el máximo campeón de la UEFA Champions League, una particularidad dado su paso por el clásico rival español de toda la vida: Barcelona. Con 38 goles y 24 asistencias en 58 partidos disputados con el Blaugrana, el Pelusa nunca se transformó en un Culé más, se fue por la puerta de atrás al Napoli y, en más de una ocasión, su nombre estuvo en la órbita del Real Madrid.
En mayo de 2005, Diego Maradona regresó a la capital española para asistir al entierro de Sara Freites Varela, esposa del presidente de honor del club, Alfredo Di Stéfano, y más tarde se desplazó al Estadio Santiago Bernabéu, donde mantuvo una reunión de 90 minutos con el presidente, Florentino Pérez, el vicepresidente, Emilio Butragueño, el director de fútbol, Arrigo Sacchi, y el director general de presidencia, Manuel Redondo, en aquel entonces.
Florentino le hizo entrega de una replica del estadio en plata y el campeón del mundo con la Argentina le devolvió el gesto con dos camisetas de la Selección firmadas y dedicadas con su puño y letra, según informó la institución. Allí, el principal dirigente le soltó en tono de broma que su “única mancha fue no jugar en el Real Madrid” y le prometió colocar esas casacas de la Albiceleste en el museo de la entidad. Además, lo acompañó en su recorrido por las instalaciones del campo.
Un lustro después, el astro regresó al encuentro del club a pocos meses de su alejamiento como DT de la Celeste y Blanca. El 19 de noviembre de 2010 compartió unos momentos con José Mourinho en la práctica del plantel profesional y ambos mantuvieron una charla animada. En diálogo con SIC Noticias de Portugal, uno de los mejores jugadores de este deporte elogió a The Special One: “Veo todos los partidos del Madrid. Me gusta la improvisación que tiene. Cómo tiene a los jugadores, cómo lleva el grupo”. “Dirigir al Madrid es más que al Barcelona”, remarcó. De ese cónclave se llevó una camiseta firmada en medio de un viaje que incluía su asistencia al Masters de tenis en Londres.
Nunca se pudieron conectar los caminos de Diego Maradona con uno de los clubes más poderosos del mundo, aunque el paso del tiempo se encarga de dar indicios sobre lo cerca que estuvieron de unirse. De hecho, las palabras de David Dóniga confirman que lo hicieron por escasos segundos y para un minúsculo grupo de personas que atesoró ese momento en su retina. Una historia más a un álbum infinito dentro de un legado que se mantiene vivo a través de la palabra de los protagonistas.