Habían pasado 76 días luego de aquella frustración cuando Carlos Alberto Reutemann lideró el Gran Premio de la República Argentina y su Brabham BT 44 se quedó sin nafta en la última vuelta. El argentino y el flamante dueño del equipo, Bernie Ecclestone, necesitaban de su primera victoria como el aire para respirar. Y llegó el día nomás. Fue el sábado 30 de marzo de 1974, una fecha histórica para el Lole y también para la Fórmula 1. En Sudáfrica, a 7.740 kilómetros de su Santa Fe natal, alcanzó la gloria por primera vez en la Máxima.
Reutemann estaba a 13 días de cumplir 32 años y su relación con Ecclestone era muy buena. El inglés por entonces era un joven emprendedor (42 años) y tras su frustrado paso como piloto decidió ser manager y representó a Jochen Rindt, el único campeón mundial post mórtem. Pero a su equipo le urgía ganar con sus autos blancos sin ninguna publicidad, aparte de dos pequeñas inscripciones de su proveedor de neumáticos en los extremos de sus trompas y en los pontones.
Ya no estaba el aporte fuerte del Estado argentino hacia el Lole, que le permitió irse a correr a Europa con el equipo de la Fórmula 2 organizado por el Automóvil Club Argentino. Apenas había un aporte económico de YPF designado para Carlos por el entonces presidente Juan Domingo Perón, quien le dio esa ayuda a modo simbólico para que “no se vuelva a quedar sin nafta…”.
No había más tiempo. Reutemann quería y necesitaba ganar ya en su tercera temporada en la Fórmula 1 y a Ecclestone no le quedaba otra si pretendía conseguir patrocinantes. Ese fin de semana en el Autódromo de Kyalami, situado a unos 25 kilómetros al norte de la ciudad de Johannesburgo. Carlos venía de dos séptimos puestos, en la Argentina (pese a su abandono quedó clasificado en ese lugar) y en Interlagos, Brasil. Pero el Brabham BT 44, el auto diseñado por Gordon Murray, mostró su potencial ganador.
La carrera estaba pautada para el 2 de marzo, pero se pospuso por la Crisis del Petróleo. En una apretada clasificación quedó a solo 22/1000 del poleman, Niki Lauda, que con su Ferrari 312B3 74 había marcado 1m16s58. Lole hizo una gran largada y superó a Arturo Merzario (ISO) y a Carlos Pace (Surtees) para saltar del cuarto al segundo puesto. Lo persiguió a Lauda y ambos se escaparon adelante.
En la quinta vuelta Reutemann redujo aún más su diferencia con Lauda, al que superó de forma magistral en la novena ronda y tomó la punta. Pasada la primera veintena de giros el Lole comenzó a distanciarse de Niki de forma paulatina, pero segura. El austriaco hizo todo lo posible para achicar el margen. Aunque más tarde el argentino volvió a alejarse aprovechando las superaciones a los rezagados, algo que Lauda no pudo sortear de forma tan fácil.
A falta de tres giros, la Ferrari de Lauda comenzó a tener fallas eléctricas y perdió terreno. Su compañero de equipo, Clay Regazzoni, también quedó al margen por problemas con la presión de aceite. Esto liquidó el pleito a favor de Reutemann, que luego de 28 Grandes Premios de F1 pudo cantar victoria. El podio lo completaron el francés Jean-Pierre Beltoise (BRM) y el inglés Mike Hailwood (McLaren), quien había sido nueve veces campeón mundial de motociclismo de velocidad (3 en 250 cm3, 2 en 250 cm3 y 4 en 500 cm3, hoy llamado MotoGP).
“Creo que el mejor resumen es decir que en todo momento hice una carrera exactamente igual a la de Buenos Aires. Que todo se fue dando en forma similar a lo que pasó en el Autódromo: con la diferencia de que en Kyalami en vez de escaparse un solo auto nos escapamos dos, o sea Lauda y yo. A las pocas vueltas, cuando yo veía en boxes que la diferencia que nos separaba de Regazzoni iba aumentando notablemente, ya me di cuenta de que el planteo de la carrera sería muy parecido al de Buenos Aires”, contó al mes siguiente Reutemann en la edición 415 de la revista CORSA.
Sobre por qué se alejó en la punta con Lauda, sostuvo que “fue un poco porque largamos muy bien. Mi largada fue perfecta, con cada cambio a 10.500 vueltas y no tomé el primer puesto de entrada porque también Lauda picó en forma impecable. Lo seguí a la cola y nos empezamos a ir juntos. Lo seguí de cerca para verlo y empezamos a irnos juntos, para pasarlo era en la frenada de la curva que sigue a los boxes, o sea donde se mató Peter Revson. En la vuelta previa lo tanteé un poco a ver si lo podía pasar y cuando vi que con un poquito más de esfuerzo lo conseguía, en la vuelta siguiente -novena- me tiré con todo”.
“Todo me salió al pelo. Al final nada más, comencé a notar que el auto vibraba un poco, pero se debía a que la pista estaba muy mala. Resbaladiza por el aceite que habían dejado los autos de las carreras de complemento y además un poco descascarada. Entonces los pedazos se pegaban a las gomas y desbalancean las ruedas, un problema que afectaba a todo el mundo por igual. De todas maneras, al quedarse Lauda ya me pude tomar un respiro mayor”, agregó sobre su victoria luego de 78 giros al circuito de 4.104 metros.
“Algunos ganaron antes. Otros ganaron después de haber corrido 28 carreras. Pero el número no es lo importante. Lo fundamental es que en Sudáfrica no se demostró que “¡por fin ganó Reutemann!”, sino que vale mucho más considerar las cosas desde otro punto de vista muy diferente y es que en Sudáfrica, “Reutemann empezó a ganar”, reflexionó el Lole. Estaba en lo cierto ya que luego ganó otros 11 Grandes Premios de F1 puntuables. Dos fueron en aquella temporada de 1974 ya que también celebró en Austria (18/08) y los Estados Unidos (6/10).
Sus éxitos llevaron al santafesino a convertirse en uno de los mejores pilotos de su época en la Máxima y su pico llegó en 1981, cuando fue subcampeón mundial luego de liderar el campeonato en soledad desde la tercera fecha, aquel 12 de abril, el día de su cumpleaños número 39 cuando fue segundo con su Williams FW 07 C en el Autódromo de la Ciudad de Buenos Aires Oscar y Juan Gálvez.
Ese escenario de Kyalami resultó un lugar agridulce para Reutemann, ya que también ganó allí en el arranque de la temporada 1981, pero la carrera no tuvo puntos por la ausencia de equipos como Ferrari, Renault y Alfa Romeo, debido al conflicto entre la Federación Internacional de Automovilismo Deportivo (la FISA, la rama deportiva de la FIA) y la Asociación de Constructores de la Fórmula 1 (FOCA por su sigla en inglés). La pugna era por un mayor ingreso de dinero por televisación y publicidad que reclamaron las escuderías. Ese marco llegó a su punto más crítico con la única huelga de pilotos F1, en 1982, también en Sudáfrica, aunque esa fue una medida de fuerza de los competidores para tener más derechos en sus contratos.
De haber valido aquel triunfo en Sudáfrica de 1981 y con esas nueve unidades para el campeonato, Reutemann hubiese sido campeón mundial ese año. También allí, en 1982, logró su último podio después de resultar segundo de Alain Prost, con su Renault turbo. Tras la siguiente fecha en Brasil, Reutemann decidió retirarse y lo anunció de forma pública el 28 de marzo de 1982.
En su campaña en la Máxima obtuvo 12 victorias, seis poles positions y récords de vuelta, y 45 podios sobre 146 carreras (uno cada tres competencias). En diez años acumuló más de 300 puntos, cifra que en un mismo período e igual sistema de puntaje, sólo la superó Jackie Stewart.
Luego de vencer en Mónaco en 1980 y ser tercero en Bélgica, continuó una racha de 15 carreras seguidas en las que sumó puntos en 1980 y 1981, un récord que recién batió el alemán Michael Schumacher entre 2001 y 2003 con una cosecha al hilo en 24 competencias y con el mejor auto de esos años como la Ferrari.
¿Por qué aquel triunfo de Reutemann fue un hito en la Fórmula 1? Ecclestone pudo demostrar su potencial como propietario de equipo. Audaz, un comerciante innato y sagaz a la hora de hacer negocios utilizó la victoria del santafesino para hacer crecer su escudería y en 1975 sumó el importante patrocinio de una conocida marca de vermut. Más tarde llegaron otros fuertes sponsors, como una renombrada marca de lácteos italiana, Brabham volvió a ser un team grande y logró su primer título en 1981, sí, justo ante Reutemann, de la mano del brasileño Nelson Piquet.
A esa altura Bernie ya era el “Jefe” (o The Boss como aún lo llaman en los boxes) de la Fórmula 1 sin un título formal, aunque con una influencia fuerte sobre los otros dueños de equipos y fue la cabeza de la FOCA. Puso contra las cuerdas a la FISA y empezó a manejar el negocio: él mismo se hizo cargo de organizar los Grandes Premios y vendió las carreras. En 1988 formalizó su liderazgo al crear Formula One Management (FOM), la empresa que es dueña de los derechos comerciales de la Máxima. En 2016 le vendió las acciones a Liberty Media, los actuales dueños de la categoría.
Si bien los eventos de la categoría ya eran de los más importantes en el mundo del deporte, la conducción de Ecclestone la llevó más allá. Hizo crecer el negocio y por ejemplo en 1992 y 1993 se corrió en cinco continentes: África, América, Europa, Asia y Oceanía.
Es posible que Ecclestone hubiese logrado todo lo que hizo por su cuenta, pero aquel espaldarazo del Lole con su primera victoria fue el puntapié inicial que Bernie necesitó para poder posicionarse. Sin saberlo, ese sábado 30 de marzo de 1974, Carlos Alberto Reutemann logró uno de sus grandes hitos en el automovilismo argentino y marcó otro para la historia de la Fórmula 1.