La tarde se iba yendo en un largo bostezo en Villa Crespo. El sol del otoño ayudaba un poco entibiando a los escasos espectadores, poco menos de 3.000, que habían concurrido para el cotejo entre Atlanta y Vélez, aquel domingo 13 de mayo de 1984. Había sido parejo y casi sin situaciones de riesgo para los arcos, de esos partidos anodinos, destinados al olvido, a la apretada síntesis en los diarios y un breve compacto en televisión, si había espacio. Pero a falta de cinco minutos, la historia iba a cambiar para siempre, cuando Marcelo Firpo, mediocampista local, quiso rechazar un centro y convirtió un gol en contra, que, en horas de la noche, para el asombro de todos, sería elegido como el mejor de la fecha…
El programa Todos los goles era un rito inalterable para los futboleros, en la noche del domingo. Llevaba poco más de un año al aire y fue realmente innovador, porque con las limitaciones tecnológicas que había hace 40 años, con ingenio y gran profesionalismo, ponía en cada emisión el compacto de los diez partidos de la fecha. Siempre había un invitado, que era entrevistado por los conductores y en el bloque final, elegía el mejor gol de la jornada.
En el mazo de la vida, a veces las cartas trascedentes pueden aparecer todas juntas en la misma mano, como le ocurrió a Marcelo Firpo, el involuntario protagonista de la historia, atravesando horas muy especiales, más allá de la famosa y desafortunada jugada, como la evocó: “Fue un día increíble. En ese tiempo no concentrábamos con el plantel de Atlanta, directamente nos juntábamos en un hotel en la zona de Chacarita al mediodía para almorzar antes de ir a jugar. Por ese motivo dormí en mi casa de Quilmes. Desde muy temprano mi esposa había comenzado con contracciones y a eso de las 9 de la mañana arranqué con todo con el auto, porque tenía que internarse en Caballito. Imaginate cómo corrí (risas). Creo que no respeté ningún semáforo de la avenida Independencia y solo tardé 15 minutos. Desde la clínica llamé a un amigo que vivía por la zona de Paternal. En cuanto llegó con su familia, se quedaron con ella y me fui para el hotel. Me recibieron los técnicos (Pandolfi y Della Savia), que me preguntaron el porqué de la tardanza. Cuando les expliqué el motivo, me dijeron que me liberaban, pero yo quería cumplir con mi obligación y me quedé”.
Firpo rememoró ese domingo frenético con una sonrisa, que conjuga la felicidad y la incredulidad por protagonizar una historia insólita: “El partido fue parejo. Era para que terminara en empate, hasta que faltando cinco minutos llegó ese corner de Jorge Comas que cayó cerca del área chica. Quise rechazar la pelota, pero lo hice contra la lógica: como el tiro venía desde la derecha, tenía que rechazar de zurda para el medio. Pero la quise cachetear con la derecha, le pegué mal y se la clavé en el ángulo a Daniel Carnevali. Perdimos 1-0, quedé muy mal y Bujedo, el lateral izquierdo de Vélez, vino a consolarme y tomándome del hombro me dijo: ‘No te preocupes, es un accidente del fútbol’”.
El gol en contra terminó siendo el único de la tarde, decretando la derrota de su equipo, en una jugada inesperada, pero no exenta de algo que puede suceder en un campo de juego. Sin embargo, como si fuese una serie, el domingo de Marcelo Firpo tenía más capítulos por delante: “Cuando iba caminando rumbo al vestuario, vi a mi amigo en la platea, haciéndome señas y gritando: ‘Dale, apurate, que ya nació’. Se me fue la amargura, porque la felicidad de ser padre tapaba todo. Les pedí disculpas a los periodistas, explicándoles por qué no podía hablar y sin ducharme fui a conocer a Esteban Nicolás”.
La 7° fecha del torneo disputada íntegramente ese domingo, había dejado el buen empate conseguido por Temperley ante Independiente en Avellaneda, el triunfo del puntero Estudiantes en su casa frente a Unión y la victoria de River a Huracán en Patricios con un golazo de Carlos Tapia, que se perfilaba para ser elegido como el mejor de la jornada en el rito dominguero de Todos los goles. Boca estaba último y tras la salida del Zurdo López como entrenador, la dirigencia contrató al brasileño Dino Sani. Fernando Niembro era uno de los conductores del programa y así recordó lo ocurrido esa noche: “A los invitados los conseguíamos nosotros el mismo domingo, cuando terminábamos la tarea radial y bajábamos a los vestuarios. No sé quién lo contactó a Sani, que al llegar al estudio se ubicó a mi lado. Tenía un carácter particular, un poco distante y no entendía demasiado el castellano, como nosotros no le entendíamos su portugués. En un corte le mencioné que al final tenía que elegir el mejor gol de la jornada. Respondió que no había problemas. En ese instante le guiñé el ojo a Julio Ricardo, que lo tenía enfrente y le dije al brasileño: “Me parece que el mejor gol fue el de Firpo de Atlanta”, a lo que contestó sin dudar: “Por supuesto, bonito gol”. Cuando llegó el momento de la elección, otro de mis compañeros le preguntó y él, sin dudar, respondió: “El de Firpo” y quedó así para la historia.
El domingo más vertiginoso de Marcelo Firpo aún no había concluido y todavía le quedaba un momento inesperado más, cuando casi llegaba el lunes: “Tras un rato en la clínica, volví para Quilmes, a la casa de unos familiares, porque mi suegra se había quedado con mi esposa. Estábamos terminando de cenar con la costumbre de mirar Todos los goles y queríamos saber cuál era el mejor gol de la fecha. Por lo que había visto, podía ser uno del Chino Tapia a Huracán. Pero cuando vi que este señor Dino Sani elegía el mío en contra, me empecé a reír. No lo puteé ni nada (risas). Fue un momento que quedó en la historia, porque a partir de ahí, cada vez que había un gol en contra, todos lo recordaban”.
Para Atlanta ese fue su último año en Primera División, ya que descendió al concluir el torneo, junto a Rosario Central y, hasta ahora, no logró volver. Marcelo Firpo jugó el año siguiente para Quilmes, en la Primera B y luego de su retiro, vivió muchos años en una de las torres de departamentos que se levantaron en el predio del viejo estadio de los cerveceros. Dino Sani debutó la semana siguiente como entrenador de un Boca lleno de conflictos, en plena crisis institucional y pudiendo hacer de local en La Bombonera apenas en un puñado de partidos. Su ciclo culminó a comienzos de octubre.
Pasaron 40 años y ya no queda el rito, casi religioso, de sentarse a ver Todos los goles en las horas finales del domingo, para observar lo que habíamos escuchado por radio a la tarde. Ahora, los partidos pueden verse en directo, desde cualquier lugar del mundo y caminando por la calle. Pero algo cambió: si hay un gol en contra espectacular, ya no será elegido como “el mejor de la fecha”.