(Desde Montevideo, Uruguay) – El encargado de la empresa de logística uruguaya Dositar compró en noviembre más de 5.000 budines y 17.280 alfajores en Tienda Inglesa, una gran cadena de supermercados de Uruguay. La mercadería pesaba más de 1.700 kilos y fue trasladada a un depósito en un campo del departamento de Canelones. Allí, el contenedor fue cargado con cocaína. Camuflar la droga entre los paquetes parecía una buena idea para un grupo de traficantes, pero cuando la carga llegó al Puerto de Amberes, en Bélgica, se descubrió la mentira.
El contenedor partió desde el puerto de Montevideo el 21 de noviembre y, previo a llegar a Amberes, hizo escalas en las terminales brasileñas de Río Grande, Paranaguá y Santos. Además de los budines y alfajores, llevaban 1.000 de vermut. Toda esa mercadería tenía un valor total de USD 48.256, pero camuflados viajaban 2,16 toneladas de cocaína.
La incautación en Bélgica desató una investigación en Uruguay que tiene su primer condenado. El agente de carga propietario de la sociedad anónima Dositar fue sentenciado a seis años de prisión, que por el momento cumple en su domicilio por encontrarse en un delicado estado de salud, informó El País. El hombre, de 50 años, fue condenado por delito de tráfico ilícito de sustancias estupefacientes en la modalidad de exportación. Además, se le decomisó un vehículo marca Ford, 550 reales, 43.800 pesos argentinos, 54.000 pesos uruguayos, USD 2.800 y un cargador.
El empresario condenado tiene diabetes graves y fue trasplantado e incluso algunos episodios de salud llevaron a que se suspendan las audiencias. La jueza dispuso su arresto domiciliario con tobillera electrónica.
Al pedir la condena, la Fiscalía explicó que el empresario no puede eludir su responsabilidad en estos hechos ya que la operación de exportación que traficaba la droga fue tramitada por él mismo y era el único que sabía hacia dónde estaba dirigida la mercadería.
El contenedor se cargó en un campo en Canelones –cuyo dueño no se encuentra– y luego fue escaneado en el Puerto de Montevideo, donde no se saltó ninguna alerta. El encargo estaba catalogado como “canal verde”, lo que hacía prever que el riesgo de que transportara droga era bajo. Sin embargo, había una serie de características que lo hacían sospechoso porque eran productos que Uruguay no exporta a Europa, el envío no lo realizaba la empresa productora de budines y alfajores (Portezuelo) y el destino era considerado de riesgo para la Aduana, según El Observador.
Después de la incautación en Bélgica, los funcionarios de la Aduana fueron hasta la empresa Portezuelo y constataron que la empresa no hace exportaciones a Europa porque los controles sanitarios son muy estrictos. Además, los productos tienen una validez de tres meses y, como se exportan en barco, llegan muy próximos a la fecha de vencimiento, lo que no hace rentable el negocio.
En la audiencia, la defensa del condenado aseguró que hubo otro hombre que, en nombre de una empresa de logística, le pidió cotización de productos como membrillo y budines. En octubre, el empresario le envió una lista de productos disponibles, entre los que se encontraban los alfajores de la marca Portezuelo y un adjunto de la bebida alcohólica, según se detalló en la audiencia judicial consignada por El País.
Quien hacía los traslados para el condenado era Carlos Mengen, un empresario del transporte que hasta diciembre era el coordinador del municipio de Cardona, una ciudad uruguaya ubicada en el departamento de Soriano, en el límite con Colonia. Este funcionario –que renunció a su cargo un día después de la incautación en Bélgica– fue imputado por asistencia al narcotráfico, pero aún no tiene condena. Fue él quien se encargó de contratar al camión que llevó la droga al depósito y estaba al tanto de toda la operativa.
Hay un tercer imputado por este caso pero fue dejado en libertad. Es investigado por ser el responsable de la empresa de exportación, pero no se ha podido probar su vínculo con la droga.