Un ancestro con aspecto de cerdo revela los primeros pasos en la evolución del cerebro de los mamíferos

Reconstrucción artística de Gordonia, una criatura del Pérmico con colmillos y aspecto de cerdo, precursora de los mamíferos, en esta imagen publicada por la Universidad de Edimburgo. Scott Reid/Handout vía REUTERS
Reconstrucción artística de Gordonia, una criatura del Pérmico con colmillos y aspecto de cerdo, precursora de los mamíferos, en esta imagen publicada por la Universidad de Edimburgo. Scott Reid/Handout vía REUTERS (Handout/)

Hace más de 250 millones de años, Escocia no era el paisaje lluvioso y nublado que conocemos hoy en día, sino un desierto lleno de dunas de arena. En este entorno, habitaba una criatura conocida ahora como Gordonia, un protomamífero rechoncho y de aspecto similar a un cerdo. Recientes investigaciones han descubierto detalles fascinantes sobre este animal a través del análisis tridimensional de su fósil.

El fósil de Gordonia, descubierto en 1997, es un bloque de arenisca que conserva perfectamente la forma del cráneo y la mandíbula inferior del animal. Utilizando imágenes tridimensionales de alta resolución, los científicos han podido recrear una réplica digital del cerebro de Gordonia. Este descubrimiento proporciona nueva información sobre el tamaño y la composición del cerebro en una etapa temprana de la evolución de los mamíferos.

Hady George, estudiante de doctorado en paleontología en la Universidad de Bristol y autor principal del estudio publicado en la Revista Zoológica de la Sociedad Linneana, explicó que el cerebro de Gordonia es más parecido al de un reptil, a pesar de estar evolutivamente más cerca de los mamíferos. “En general, el cerebro de Gordonia se parece más a un reptil que a un mamífero, a pesar de estar más estrechamente relacionado con nosotros que con cualquier reptil vivo moderno”, dijo George en el estudio.

Aunque el cerebro de Gordonia presenta rasgos típicos de un antiguo pariente mamífero, sobresale un órgano particular: el cuerpo pineal, que era notablemente grande. Este órgano está relacionado con funciones metabólicas, según George. Además, la parte frontal del cerebro de Gordonia, conocida como prosencéfalo, es mucho más pequeña en proporción que la de cualquier mamífero actual.

El cráneo del ancestro porcino
El cráneo del ancestro porcino

Steve Brusatte, paleontólogo de la Universidad de Edimburgo y autor principal del estudio, aportó: “Cuando medimos su volumen, podemos ver que era bastante grande en comparación con el tamaño del cuerpo”. Esto sugiere que Gordonia podría haber sido una criatura inteligente para su época, mostrando las primeras raíces evolutivas de los grandes cerebros de los mamíferos modernos.

Gordonia, que vivió entre 254 y 252 millones de años atrás, medía alrededor de un metro de largo y pesaba aproximadamente 20 kilogramos. George destacó que su cabeza era alta y ancha, y que su combinación de pico y colmillos le facilitaba un estilo de vida herbívoro, permitiéndole arrancar raíces jugosas del desierto.

Perteneciente a un grupo llamado dicinodontes, los que aparecieron por primera vez hace aproximadamente 265 millones de años, Gordonia fue un protomamífero que no sobrevivió la extinción masiva del final del Pérmico, hace unos 252 millones de años. Esta extinción, causada posiblemente por una inmensa actividad volcánica en Siberia, fue la más significativa en la historia de la Tierra. Sin embargo, los dicinodontes como grupo sobrevivieron a este evento catastrófico, aunque Gordonia no lo hizo.

Tras la extinción masiva del Pérmico, emergieron los primeros dinosaurios hace alrededor de 230 millones de años. Los mamíferos surgieron aproximadamente 20 millones de años después, coexistiendo de manera discreta bajo las sombras de los dinosaurios hasta que un impacto de asteroide hace 66 millones de años eliminó a estos gigantes, permitiendo que los mamíferos dominaran la Tierra.

La reconstrucción digital del cerebro de Gordonia ha revelado que, aunque su forma es inusual, era proporcionalmente grande en comparación con su cuerpo. Brusatte afirmó: “Lo que vemos es un cerebro que se ve muy diferente al nuestro, no un gran globo, sino más bien un tubo largo y arqueado”. Esta investigación subraya cuánto tuvo que cambiar el cerebro a lo largo de millones de años para convertirse en el órgano complejo que hoy reconocemos en los mamíferos modernos.

Los hallazgos ayudan a profundizar en el entendimiento de la evolución cerebral en los primeros mamíferos y sus predecesores, proporcionando una visión única de los cambios neurológicos que sentaron las bases para las características avanzadas que definen a los mamíferos actuales, incluidos los humanos.