“Espía de braga y de bragueta”. Así gustan describir a su personaje principal los que ya saben algo de la nueva novela de Jorge Fernández Díaz, que se va anunciando de a poquito y que llegará a las librerías el 1° de marzo. Hablan de Cora Bruno, la detective que se ocupa -ha dicho Fernández Díaz informalmente a sus amigos- de “la vida secreta de las personas”. A diferencia de lo que viene haciendo con su famoso agente de Inteligencia Remil, Cora no anda por lo más oscuro de la política ni con balas o asesinatos: ella investiga infidelidades. Se hace amiga de sus clientes. Escucha penas. Aunque algunos colegas la traten con desdén, Cora Bruno está bien así. Está bien, pero…
Cora tiene una pequeña agencia en Palermo Hollywood, donde además imparte clases para gente que quiere ser detective y nunca lo será. En la planta baja, su hermana tiene un café especializado en cosas dulces. Allí se lleva a cabo todos los lunes una tertulia de amigas: la chef, la peluquera, la contadora, la socia y la propia Cora, que comenta los casos en curso y todas discuten sobre ellos. Es un mundo pequeño, de barrio y de sentimientos encontrados, pero todo cambia cuando una gran agencia de seguridad la contrata para fidelizar a sus clientes, que son CEOs y poderosos gerentes de empresas. Esa agencia es un mundo de hombres, y a Cora la subestiman, pero ella se abre paso y entra en el target de la alta gama, y por ese camino comienza meterse en líos mayores.
Son mujeres que el escritor conoce, que ha visto en Buenos Aires. ¿Alguna en particular? Un cruce de muchas.
“Jugamos de vez en cuando a ser cazadores, a seguir pistas, huellas, encontrar nuestra presa apasionadamente a través del género policial”, ha dicho Fernández Díaz, autor del ensayo El género policial, nuestro retorno a los cazadores. Y argumentó: “Los argentinos hemos tenido suerte: Borges, Bioy Casares, Silvina Ocampo y el propio Ricardo Piglia defendieron a capa y espada la nobleza de la literatura policíaca. Aun así, muchos críticos posteriores y actuales han decidido excluirla de su cartografía por tratarse de un “género popular”. Ese increíble y vetusto prejuicio, basado en que los géneros merodean necesariamente el clisé y en que el gusto vulgar es sinónimo de mediocridad, no resulta solo una tara argentina”.
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Así que ahora el escritor explora otra faceta de ese mundo que lo apasiona. La que tiene que ver con las mujeres y, como dice más adelante, con el mundo de los sentimientos. ¿Hay cazadores y presas también allí?
El doctor Amor
“Escriba lo que escriba, Fernández Díaz siempre te arrastra con él”, dice Arturo Pérez Reverte -el escritor español, que conoce bien a Fernández Díaz, en la contratapa. Y esta vez, el exitoso autor de El puñal, ha compuesto, dice, “una detective de verdad, no como los de las series”. Es que un poco la conoce: “Cora es una síntesis de las muchas amigas que he tenido a lo largo de mi vida. Que fueron muchas, y fueron por lo general mucho más fascinante que mis amigos varones”, cuenta el autor.
Es que Fernández Díaz, que es un destacado periodista del diario La Nación, además de novelista, viene de una serie dura. Remil se llama así porque es “un remil hdp”, ha contado otras veces. Sus novelas muchas veces le han servido para narrar eso que como periodista sabe pero no puede probar, por lo tanto no puede publicar. Cora es una vuelta de tuerca: “Después de la Trilogía de Remil –El puñal, La herida y La traición– quise volver a las temáticas espinosas del amor y de la naturaleza de las pasiones, un trabajo que para mí se emparenta con otros libros –Mamá, Corazones desatados, La segunda vida de las flores-, con una experiencia increíble que vivimos durante un año entero en radio Mitre con Jorge Lanata –irónicamente le decíamos la hora del doctor Amor, pero fue un suceso”.
Los que ya la leyeron hablan de una mezcla de thriller y comedia sentimental. Fernández Díaz vuelve y cambia. Los lectores, atentos.