Roly Mamani nació y se crió en alturas de Achocalla, a 15 km al norte de la capital boliviana de La Paz creando y diseñando juguetes para entretenerse. Hoy, es un ingeniero electrónico de 34 años. Antes de ingresar a la universidad pública, Mamani trabajó dos años en un taller automotriz y, con el deseo de llevar su creatividad a nuevos horizontes, abrió su propio laboratorio en Achocalla con la idea inicial de fabricar robots con fines lúdicos y educativos.
Sin embargo, su trabajo tomó un giro inesperado cuando conoció la historia de Pablo Matha, un campesino que perdió la mano mientras manipulaba dinamita en una mina.
“Salía todos los días a la calle para pedir unas monedas. Ahí me han encontrado el amigo Roly y su hermano”, contó Pablo a la agencia AFP.
Inspirado por esta situación y la de otros que carecían de recursos para adquirir prótesis, Mamani decidió utilizar sus impresoras 3D para marcar la diferencia: en Bolivia las prótesis no son cubiertas por la medicina prepaga y pueden llegar a costar hasta 30.000 dólares de manera particular.
Mamani trabaja junto con su hermano Juan Carlos, que es fisioterapeuta y conduce el proceso kinésico de los pacientes. El ingeniero electrónico señala que puede fabricar hasta seis piezas al mes y que “con la tecnología y la robótica pueden crear cualquier cosa”.
Desde el inicio de su iniciativa en 2018, ha producido más de 400 prótesis, la mitad de las cuales ha entregado de forma gratuita o al costo de producción. En un país donde el salario básico es de 323 dólares, el valor comercial promedio de cada prótesis es de 1.500 dólares.
Al principio, Mamani seleccionaba beneficiarios a través de anuncios televisivos de ayuda, pero su creciente visibilidad en redes sociales le permitió elegir personalmente entre numerosos pedidos, incluso de otros países. Antes de donar, visita a los destinatarios en sus hogares para asegurarse de sus necesidades y condiciones.
Estados Unidos lo reconoció como uno de los líderes de América Latina y le concedió una beca en robótica. Aún así, su próximo objetivo es establecer un centro de rehabilitación para seguir mejorando la calidad de vida de aquellos que han perdido extremidades. Con su habilidad y dedicación, Roly Mamani demuestra que la ciencia y la tecnología pueden ser verdaderos superpoderes cuando se utilizan para causas significativas.
“No voy a dejar lado mi propósito para mejorar la calidad de vida de las personas. Quiero generar mi propia tecnología, tengo que mejorar”, dijo en su charla con AFP.