Caravaggio o el mito de un rockstar del arte

Una película y dos exposiciones reafirman la fuerza perdurable del artista italiano Michelangelo Merisi, más conocido como Caravaggio, un rockstar de su época de personalidad apasionada y polémica que a cuatro siglos de su muerte vuelve tan actual que duele en la película La sombra de Caravaggio y se despierta en un diálogo de a dos desde la muestra Goya y Caravaggio: verdad y rebelión -recién inaugurada en Roma- mientras se espera para abril en la National Gallery de Londres una exhibición que incluirá su último cuadro pintado.

Michelangelo Merisi da Caravaggio nació en Milán, en 1571 quedando huérfano tempranamente, y falleció en Porto Ercole, Grosseto, el 18 de julio de 1610, mientras esperaba el perdón papal.

Sin haber tenido discípulos, con su obra revolucionó la pintura realista al utilizar fuentes lumínicas en los claroscuros que perfeccionó, al tiempo que influenció con su técnica a numerosos artistas del siglo XVII entre los que se encuentran grandes nombres como los de Orazio y Artemisia Gentileschi -padre e hija-, Rubens, Zurbarán o Rembrandt, entre otros.

Pero más allá de haber sido aprendiz del pintor manierista -discípulo de TizianoSimone Peterzano en Milán entre 1584 a 1588, haber pasado por otros talleres como el del Cavalier d’Arpino (Giuseppe Cesari) ya en Roma, ciudad a la que llegó en 1592, su historia de vida hilvana misterios que incineran profusos mitos. Tal vez, su muerte sea uno de ellos, como su paso por los calabozos, las riñas de las que dan cuenta algunos autores, su frecuentar tabernas o esa máxima de sacralidad representada -tan admirada-, usando modelos ajenos a los del Evangelio.

La muerte de la virgen Caravaggio
“La muerte de la Virgen”, de Caravaggio, en el Louvre

Las prostitutas dieron cuerpo a santas como en su célebre “La muerte de la virgen” (1606), que custodia el parisino Museo del Louvre, para el cual retrató el cuerpo inerte de una “cortesana” embarazada, o los mendigos a los santos y apóstoles.

Dos muestras que lo tiene como protagonista -una ya inaugurada en Roma, la otra en Londres con fecha prevista para abril-, la restauración de uno de sus cuadros en el Museo del Prado de Madrid, o la película “La sombra de Caravaggio” -que se acaba de estrenar en Europa- son parte de esa fascinación que mantienen presente la figura de uno de los más importantes artistas de la historia, ahora recuperado del olvido.

Un nuevo capítulo se abre con el filme de Michele Placido que explora al hombre y su pintura, y viceversa, aportando nuevos matices más allá de los documentales disponibles sobre el artista o la recordada Caravaggio (1986) de Derek Jarman.

La nueva producción italiana-francesa recrea a partir de una investigación inquisitorial la vida del pintor, sus periplos, heridas y refugios tras haber matado en 1606, “en legítima defensa” a Ranuccio Tomassoni, otro pintor o jefe de una banda de facinerosos o proxeneta, según quien lo diga. A partir de ese episodio el pintor debió huir de Roma, refugiándose en Nápoles, Malta, Siracusa, protegido por la poderosa familia Colonna.

El actor italiano Riccardo Scamarcio encarna a Caravaggio y su rebeldía: “Pienso que un pintor debe tener libertad para pintar. Busco la verdad”, dice el artista en la recreación que construye el actor.

“Es una figura que genera controversia, y que con su pintura cambió radicalmente la manera de representar lo sacro. Es más que un pintor, es un rockstar”, señaló Tomassoni en una entrevista. Algo expresado en sintonía con la afirmación del director que concibe al lombardo como “una estrella del pop de su época porque el pueblo lo adoraba”.

Caravaggio
Retrato dibujado por Ottavio Leoni junto a una serie de obras maestras

“¿Qué es la verdad para el artista? ¿meretrices, bandidos? No, le responden al inquisidor: “el dolor de la humanidad, la miseria, los pobres cristianos que pueblan la noche”.

Acompañado con esa oscuridad de la que surgen iluminadas las formas, en la película, Caravaggio encuentra a Giordano Bruno en la cárcel -antes de ser quemado en la hoguera- , quién le pregunta: “¿qué pintas? a lo que el artista responde “la verdad”, y Bruno interroga: “¿La verdad? La persigo desde siempre y el fin me ha traído aquí. ¿Cuál es la tuya?”, y Caravaggio dice entonces: “lo que veo, esta prisión, la luz de allí, la oscuridad, tus ojos”.

Más allá de la recreación de esta historia que expresa la dimensión humana y estética, también en diciembre, el madrileño Museo del Prado presentó en nuevo guion y la restauración de “David vencedor de Goliat”, la obra de Caravaggio que recuperó el claroscuro original tapado por capas de barnices oxidadas, devolviéndole a la pintura sus “cromatismo y contrastes”.

Caravaggio - lagartija - frutas
«Muchacho mordido por una largartija» (1593–1594) en Fundación Roberto Longhi, Florencia, y «Niño con un cesto de frutas» (1593), en Galería Borghese, Roma

Algunas de las obras de Caravaggio, como las que están en la romana Galería Borghese, la colección iniciada por el cardenal Scipione Borghese, otro contemporáneo del artista, son “Baco” y “Joven con cesta de Frutas”, y ya más de su madurez artística la “Madonna con el niño y Santa Ana” o “Virgen de los Palafreneros”, y el “David con la cabeza de Goliat” (1609).

Sobre esta última pintura que se cree fue un regalo enviado al cardenal para interceder en el perdón y permiso de regreso a Roma del pintor, algunos interpretan en los rostros de David y Goliat dos autorretratos de Caravaggio: el “joven sin pecado” asesinando al “viejo, cansado y pecador”.

Cuentan los estudiosos que hacia 1598 comienza el artista a oscurecer los fondos de sus pinturas abandonando la claridad de sus primeras obras. Merisi trabajó el “claroscuro, los contrastes de luces y sombras” que dieron mayor dramatismo a sus composiciones, modificando el estilo de la pintura religiosa, haciéndolo más real, más humano y cruda.

Caravaggio
«David con la cabeza de Goliat» (1609-1610) sería el único autorretrato de Caravaggio (Goliat) en una de sus últimas obras

En 1595 conoció al cardenal Francesco Maria Del Monte, que fue su mecenas, un gran amante de las artes del cual recibió encargos de obras de género, religiosas y mitológicas para el que pintó “La cabeza de Medusa” o “La Buenaventura”. Este mecenas además de presentarlo a otros le facilitó en 1599 su primer encargo público como fueron las pinturas de San Mateo de la capilla Contarelli, a partir de lo cual se proyectó la fama de Caravaggio.

Durante su exilio pintó obras como “Las siete obras de misericordia”, “Flagelación” y “Crucifixión de San Andrés” en Nápoles, en Malta retrató al gran maestre Alof de Wignacourt y pintó “La decapitación de Juan Bautista” expuesto en la barroca Concatedral de San Juan, de La Valeta; y en Sicilia “Entierro de Santa Lucía”, “Resurrección de Lázaro” y la “Adoración de los pastores”; además de “Nacimiento con San Lorenzo y San Francisco” para San Lorenzo de Palermo.

Era un pintor que trabajaba rápido, afirman. En Roma se inauguró el pasado 12 de enero la muestra Goya y Caravaggio: verdad y rebelión, que estará hasta el 25 de febrero en los Museos Capitolinos. En ella el museo vuelve a poner en diálogo un cuadro de Caravaggio con el de otro maestro, en este caso el español Francisco de Goya por sus analogías.

La mirada "joven y rebelde" de Goya y Caravaggio se muestra por primera vez en los Museos Capitolinos, en Roma (EFE/EPA/FABIO FRUSTACI)
La mirada «joven y rebelde» de Goya y Caravaggio se muestra por primera vez en los Museos Capitolinos, en Roma (EFE/EPA/FABIO FRUSTACI) (FABIO FRUSTACI/)

Separados por 180 años, “Buona Ventura” (1597) de Caravaggio conversa con “El parasol” (1777) de Goya, en una muestra que resalta la maestría interpretativa de los artistas sobre la sociedad de su tiempo a la que describieron incorporando “novedades iconográficas y estilísticas”.

Más adelante, la Galería Nacional de Londres en su bicentenario expondrá tras 20 años “El martirio de Santa Úrsula”, el último cuadro pintado por Caravaggio durante su estancia en Nápoles en mayo de 1610, encargado por Marcantonio Doria. Sólo dos meses después, el 18 de julio, el pintor moría en circunstancias misteriosas que barajan desde el asesinato, secuela de una herida o enfermedad.

La exposición bajo el nombre El último Caravaggio, que tendrá lugar del 18 de abril al 21 de julio, se detiene en la obra de los últimos años tumultuosos del lombardo, mostrándola junto a la de su acervo, “Salomé con la cabeza de Juan el Bautista” (1609).

Fueron tiempos en los que Caravaggio realizó “sus obras más llamativas” y de un estilo muy característico con “escenas muy recortadas e iluminación dramática” para los cuales utilizó “modelos reales con los pies sucios y las uñas mugrientas”, describe la institución, y como detalle aquí también vuelve a aparecer el rostro del pintor, como testigo impotente.

Fuente: Efe