Fragilinvencible es, muy probablemente, el punto más alto en la discografía de la primera década de vida de Pez, quien en este 2024 ya va por los treinta años y monedas de existencia. En aquel álbum, el cuarto, editado en junio del 2000, el grupo encabezado por Ariel Minimal Sanzo se limpió un poco (no tanto) de la distorsión y agregó nuevos matices a sus composiciones. Después de un debut visceral (Cabeza, de 1994), un segundo paso barroco y recargado (Quemado, 1996) y un tercero algo más breve y ultra punk (Pez, 1998), lo siguiente venía con el leit-motiv “no hay nada que probar ni nada que perder”, impreso en el arte del álbum.
Por aquellos días, Minimal era también guitarrista de Los Fabulosos Cadillacs, pero en paralelo le daba desarrollo a su banda, que en este caso venía configurada como trío que completaban Gustavo Fósforo García y Franco Salvador. Para este álbum del 2000 contaron con una instrumentación adicional que les daba un aire de pequeña orquesta progresiva: Pablo Puntoriero aportó saxos, tenor y flautas; Mariano Manza Esaín, además de producir el álbum, sumó coros y armónicas; y dos Cadillacs como Mario Siperman y Gerardo Toto Rotblat tocaron teclados y udú (instrumento de percusión africana) respectivamente. Ahora, el disco cobrará una nueva vida este sábado 20 de julio, cuando la banda (que ahora son cuatro, con Hernán Espejo en guitarras) se presente en Niceto Club para tocar estas canciones de principio a fin.
“Yo estaba en esa situación de que al mismo tiempo que estaba con Pez, estaba con los Cadillacs, así que tenía un Disney en la cabeza. Pero también estaba consciente de lo que era Pez, como nos sentíamos los Pez… Creo que el título del disco define bien esa situación en la cual estábamos nosotros, y que quizás lo seguimos siendo 30 años después: no le debemos nada a nadie de tan frágil e invencibles que somos. Somos tan poco importantes y tan poco se espera de nosotros, que eso nos da una libertad absoluta y de algún modo es un poder: el poder hacer lo que uno quiere, no tener que rendir cuentas, ni artísticas, ni económicas, ni a un sello, ni a una audiencia, ni a nosotros mismos. Entonces eso nos ponía en un lugar de libertad total, creo que todavía estamos ahí, de hacer la música que realmente queremos”, dice Minimal en diálogo con Teleshow.
Mientras Minimal transitaba ese “Disney mental” al que refería, con Pez paría un álbum cruzado por viñetas de existencialismo porteño en las puertas del siglo XXI (pero a kilómetros de distancia de cualquier tendencia new age), algo del Buenos Aires canalla artliano y la bohemia del Grupo de Boedo, un tanto del blues rock de Manal y Pescado Rabioso, un algo del progresivo piazzolliano y cierto gusto por el hardcore punk de bandas como Minor Threat o Black Flag.
“Es un disco muy guitarrero, muy rockero y a esta formación de ahora le quedan muy bien estas canciones”, define Minimal y adelanta cómo será la perfo del sábado próximo. “No estamos deformando las canciones, ni dándole una vuelta de tuerca, ni aggiornándolas, ni nada. Estamos interpretando el disco bastante fielmente… E incluso el chiste de hacerlo concreto y en orden es para brindarle a la gente la experiencia de que vea en vivo el disco como está acostumbrado a escucharlo en tu casa, que sabe que termina tal tema y empieza el otro o un par de temas vienen enganchados… Y no es solo presentarlo otra vez, sino representarlo como si fuera una obra de teatro”, dice.
Lejos de ser una banda que se duerme en sus propios laureles, siguen produciendo y siempre a través de su sello independiente Azione Artigianale. El año pasado editaron Ion, su vigésimo álbum de estudio; este año ya editaron un single doble (”Santa Marta”) y acaban de grabar dos nuevas canciones que verán la luz en lo inmediato. “Esto lo hacemos porque nos gusta el disco, no responde a un aniversario puntual. Es una movida global, lo hacen bandas grosas de afuera, que tocan entero tal o cual disco… Es algo que tiene que ver con la nostalgia, creo yo, de parte un poco de la banda, pero creo que más de la audiencia. La audiencia responde mejor cuando le ofrecés un poco de nostalgia. Entonces vamos recordando lo que hicimos antes, sin abandonar el hecho de sacar temas nuevos, sacar discos nuevos todo el tiempo. No somos una momia de nosotros mismos, pero sí recordamos los discos viejos. Hace un par de años lo hicimos con el álbum El Sol detrás del Sol (2002) y tuvo muy buena respuesta del público. Entonces les damos el caramelito que les gusta. Ahora lo hacemos con Fragilinvencible y lo haremos con otros discos, también”, dice el guitarrista.
—“Haciendo real el sueño imposible” es uno de los temas clave del disco y también de todo su recorrido. ¿Lograron hacer real su sueño imposible?
—Hay que ver cuál es el sueño de cada uno de nosotros. Pero yo recuerdo un titular de una nota de Pez, de hace veintipico de años, que la frase era: “Nuestro éxito es existir”. Y me parece que desde ese lugar, sí. Yo desde chiquito quise ser músico, toda la vida, y estoy trabajando para eso. Lo estoy llevando a cabo. Mientras digo esto me acordé de una frase de (Ricardo) Iorio: “Yo quise ser músico y lo fui, cumplí mi sueño de niño”. No sé si es tan imposible este sueño, pero estamos acá, treintipico de años después, haciendo música.
—¿Alguna vez estuvo en peligro la continuidad de Pez?
—Todo el tiempo (se ríe). Peleamos todo el tiempo contra la inclemencia de la realidad. Es difícil sostener una banda independiente porque cuesta plata. Cuesta plata pagar una sala de ensayo. Una banda como Pez, que supuestamente toca bien y suena bien, eso lleva tiempo de ensayo, lleva trabajo y eso es caro. Pagar una sala de ensayo, disponer de seis u ocho horas semanales para juntarse a ensayar todos, todos siendo ya chabones grandes, con familia… No es sencillo. Mismo ir a tocar a los lugares, salir de gira. Es fácil si sos una banda muy convocante y con plata en el aire, digamos. Con productoras que te quieran llevar y con toda una cuestión para que la balanza se incline para ese lado y ocurra. Pero cuando no sos una banda convocante, es difícil que alguien quiera apostar, invertir o jugarse en algo. Hay mucho romanticismo sobre lo independiente, pero es bastante duro.
—Paradójicamente, muchas bandas grandes a lo largo de la historia se separan por cuestiones de guita.
—Siempre. Quizás por eso seguimos tanto tiempo después juntos, porque nunca hubo guita para que nos peleemos (se ríe).
—¿Las peleas entre ustedes pasan por cuestiones artísticas, por defender una idea?
—No, ni siquiera. Mis compañeros son tan buenos que me han bancado cada giro artístico que tuve. Me hicieron la segunda, siempre. Les agradezco muchísimo por ello. Nunca tuvimos un problema por nada. Estamos juntos y realmente ese es nuestro tesoro. La pasamos bien, ansiamos el momento de juntarnos a ensayar, de salir a tocar. Quizás en alguna época íbamos en micro de gira y había toda una estructura que acompañaba la situación. Y hay otros momentos en donde no está tan fácil la historia. Ya no tenés plomos, llevás vos tus propias cosas, los viajes los hacemos en un par de autos… Nos vamos hasta Córdoba en un par de autos, llevando amplificadores y todo. Y uno podría pensar: “Che, ¿tienen ganas de hacer esto a esta altura de la vida?”. Y sí, nos volvemos locos por hacer esto. Realmente disfrutamos de nuestra camaradería, de nuestro humor, nos conocemos muchísimo y realmente la pasamos bien. Es un planazo para nosotros salir a la ruta, parar a comer un sándwich de bondiola y seguir camino.
“Tenemos nuestros propios clichés. Quizás no son los clichés mainstream o los que están de moda ni los que suenan en la radio. Pero tampoco creo que hayamos inventado nada. Solo que manejamos una información un poco más marginal, que no está tan en el centro, ni está tan manyada por todos”, reflexiona Ariel sobre el universo del grupo y lo que contiene Fragilinvencible.
—Sí, contracultural. La existencia del grupo y su recorrido tienen algo de eso.
—Me parece que sin quererlo, sin desearlo, el de la contracultura es un concepto que nos cuadra bien. No es un lugar en el cual nos queramos poner, pero me parece que por una razón u otra, siempre estamos como enfrente de la vereda funcional. Caminamos por la vereda de la sombra nosotros, más que por la del sol (se ríe). Yo a los 15, 16 años iba al Parakultural, a Cemento. Y esa información hizo mella. Es al día de hoy que sigo recordando esos primeros shows de, por ejemplo, Todos Tus Muertos. Pasaron muchos años, pasaron muchas bandas, vi muchas cosas, pero a esas emociones es difícil empatarlas. No logré después, a lo largo de la vida, ver algún show que me emocione tanto como me emocionaron esos shows de TTM, antes de que saquen su primer disco. Para mí eso era un mundo nuevo, era mucho. Era un montón, como se dice ahora.
—Quizás tenga que ver con ese “Espíritu inquieto”, por citar otra de las canciones de Fragilinvencible.
—Es otro cliché ese, el del espíritu inquieto, supongo (risas). No me acuerdo bien lo que dice la letra, pero siempre nos sentimos, de algún modo, inconformistas. Nunca estuve cómodo con lo mainstream, nunca me interesó lo que le interesaba a la mayoría de mis compañeros de la escuela.
—Bueno, la letra dice: “Siempre creo estar haciendo lo correcto, por un segundo / siempre creo estar haciendo lo incorrecto / Pero ahora no”. Y tiene que ver con esta respuesta que me estás dando.
—Sí, sí, soy bastante coherente. Parece que no, pero a lo largo de los años, hay una coherencia, hay un hilo conductor. Es una obra conceptual que se fue armando a lo largo del tiempo.