Mariano Iúdica y Romina Propato conversaron con Teleshow acerca de la relación y los proyectos que juntos lograron concretar. “La pareja está en un momento de pleno acompañamiento, cada uno apoyado en el otro para complementarnos, como hace más de 20 años. Por momentos tomamos decisiones como papás, como pareja, compañeros y empresarios, por supuesto que con nuestras diferencias, pero siempre juntos”, dice Mariano, y aclara “siempre pensando en familia”. Comenzaron casi por casualidad en el rubro gastronómico y de a poco fueron creciendo. Hoy tienen una productora de contenidos “Cresta Group” desde donde manejan los restaurantes Gran Bamboo, un restaurante exclusivo del Hotel Zentiva en Pinamar, y además Gran Bamboo Beach en el Balneario María del Mar en Pinamar, producen distintos eventos y además de los contenidos para este verano de Luzu TV.
Como si fuera un juego de pareja, conversaron desde la playa, por separado para Teleshow. El primero en tomar la palabra fue Mariano.
—¿Quién fue el dueño de la idea de armar una productora?
—Los dos, los dueños somos Romina y yo. Tenemos alianzas estratégicas en dos de los proyectos y después pusimos todo de nosotros, todo lo que teníamos para emprender esta sociedad familiar que decidimos llamar Cresta. Estoy feliz porque logramos armar una productora que tiene gastronomía, entretenimiento, desarrollo de marcas y producción integral.
—Están en Pinamar y sumaron el restaurante de un hotel…
—Estamos en Pinamar, en el Hotel Zentiva y en el Balneario María del Mar. Además, en la playa producimos Luzu TV. Esa fue nuestra gran apuesta porque fue como armar un Martín Fierro. Luzu requiere de una gran producción por el nivel de exposición y de audiencia que tiene. Había que ponerlos en la costa y lo logramos. Siempre trabajando con un gran equipo, eso es fundamental.
—¿Cómo es trabajar con Romina?, ¿logran un equilibrio?
—Tratamos de no pisarnos. Romina se ocupa del diseño integral de todos los lugares, desde la entrada a cada espacio pasando por la paleta de colores. En el montaje del parador de playa estuvo tanto en el diseño de los chiringos como en los uniformes de los empleados. Lo mío pasa por generar las alianzas y poner el contenido en la cocina, desde la carta hasta cómo salen los platos, y por supuesto en el servicio al cliente. Soy un obsesivo de eso. Y por otro lado, con Nicolás Di Raimondo, tratamos de armar la mayor cantidad de contenidos posibles para ofrecérselos a todas las bocas de expendio que tenemos.
—Y también sumaron al resto de la familia
—Sí, somos una sociedad y está buenísimo. En todos los lugares de la productora está mi familia. En la parte de la construcción e ingeniería está mi cuñado. Romina en la dirección integral de diseño y puesta, mi hijo Osvaldo en la logística, Salvador trabaja conmigo en el parador y mis sobrinos también son parte.
Más adelante, Romina tomó la palabra y respondió las preguntas de Teleshow
—¿Mariano te llevó para el lado de la gastronomía?
—Fue al revés. Cuando me alejé del medio, estudié diseño de interiores. Siempre me gustó la decoración y la construcción. Y un día, cuando fuimos a buscar a mi hijo al colegio, en Vicente López, me di cuenta de que no había cerca un servicio gastronómico con onda para pibes que pudieran comer mejor que en el barcito de los años ochenta. Mi idea fue hacer un concepto, un lugar que ofreciese comidas rápidas, saludables para todos los gustos, con un packaging expuesto en heladeras para que los chicos del colegio se lo llevaran o lo pudieran comer en el local. A partir de ahí me metí en el mundo de la gastronomía sin quererlo. Y después me llamaron del Parador Villa Robles.
—¿Conseguiste el lugar y lo armaste?
—Sí, estaba con Mariano en el auto y vi un bar en la esquina del colegio. Le pregunté, ¿qué hago? Me dijo: bájate y anda a averiguar. El bar estaba cerrado y destruido. Lo puse a punto y arranqué. Eso sí, pensé que iba a poder delegar, pero no, tuve que estar dos años al pie del cañón para que funcionase. El rubro gastronómico es muy demandante. Después me llamaron para realizar el proyecto Villa Robles. Ahí sí, Mariano me dijo: estás loca.
—¿Cómo siguió el sueño?
—Muy bien!!! Llamé a mi hermano y en veinte días lo montamos. Llegamos a la temporada, el 26 de diciembre estaba todo listo. Pero, en ese momento, se fue la chef. Ahí me angustié y llamé a Mariano para contarle. Y vino para darme una mano y finalmente se quedó. Trabajamos de sol a sol. Después nos vinieron a buscar del hotel Zentiva para que nosotros desarrollásemos todo lo que es servicio. No solo gastronómico, sino también en toda la movida. Todo lo que pudiésemos aportarle, que venía de una cosa básica de hotelería. Estamos en todo, desde lo personal hasta lo comercial.
—¿Cómo hacen para trabajar y convivir?
—El salón es mío y la cocina de él. Nos pudimos dividir y llevar la propuesta a cabo.
—¿Extrañás el maquillaje?
—Noooo (risas). Siento que hice lo que quise. No me faltó nada. Me fui satisfecha del mundo del espectáculo.
—¿Y a Mariano cómo lo ves, digo después de dejar la TV?
—Creo que cuando él decide irse de Polémica en el Bar fue una decisión personal, pero quién te dice… tal vez vuelva muy pronto.
Tanto Mariano como Romina coinciden en una misma frase: “Estamos muy felices de haber armado una productora familiar en la que trabajamos todos”.