Lucía Magdalena Ana Bravi, popularmente conocida como Magui Bravi, supo conquistar a sus seguidores por su don para el baile. Hace casi una década, en 2012, se convirtió en la ganadora de Soñando por Bailar 2 y logró instalarse en el medio. Pero su destreza para la danza no es el único talento que tiene: también se dedica a la actuación, tanto en cine como en teatro, y a la conducción en Clave Argentina (El Nueve).
Desde el año 2009, además, Bravi se encuentra en una relación con el arquitecto Octavio Cattaneo. Tras 14 años juntos, la pareja decidió dar el “Sí, quiero” y anunció su casamiento a principios del 2023. Meses después, anunciaron que estaban en la dulce espera. Finalmente, en enero de 2024, la dupla recibió a Galileo.
Desde entonces, hace ya nueve meses, la bailarina muestra en sus redes sociales las diferentes caras de la maternidad. En este contexto, dialogó con Coty Crotto y Mariana Gándara: habló de los desafíos de esta nueva faceta de su vida y de la lactancia.
Coty: —¿En cuál de estos roles hoy te definís más?
Magui: —100% en el de mamá. Todos estos roles fueron lo que me construyeron como Magui, pero estoy descubriendo mi nueva personalidad y es la Magui mamá, es muy loco. Toda mi vida pasa por ahí hoy.
Coty: —¿Cómo es esta Magui mamá?
Magui: —Mejorada. Me cuesta un montón. Es el trabajo más difícil que hice, pero me di cuenta de que hay cosas más importantes en la vida. Por ahí yo me dediqué 100% al laburo: trabajo desde los 13 años y todas mis metas o logros profesionales fueron mi prioridad. Ahora digo: “Che, la vida se trataba de otra cosa también”. Hoy la Magui mamá va primero y, después, vienen todas las otras.
Mariana: —¿Cómo transitás esta maternidad?
Magui: —Soy una mina que siempre pensé que podía con todo, y no es real. Al ser mamá me di cuenta al toque que no. Tuvimos unos meses de embarazo finales muy atropellados, pasamos por una cesárea de emergencia y un embarazo de riesgo. Así arrancó mi maternidad. Ahí dije: “No puedo con todo, esto me supera ampliamente”. Lo que hice fue armar equipo, tanto de profesionales como en casa, y empecé a aceptar que necesito ayuda. Y así vamos yendo mucho mejor.
Mariana: —¿Qué pasó que tuvieron que adelantarte el parto?
Magui: —Tuvimos unos seis meses divinos y tres meses donde la pasé supermal porque se transformó en un embarazo de riesgo. Tenía un tema en una arteria del útero y después un tema con la placenta, entonces el gordo estaba con bajo peso. Nos avisaron que probablemente tenía que nacer en la semana 37, pero teníamos que ir tirando, esto significa que los controles que capaz te hacés cada 15 días, yo me lo hacía cada dos. Podía salir a caminar, no podía entrenar, no podía laburar; pero sí tenía que moverme. Empecé el puerperio con una depresión postparto heavy, lloraba él, lloraba yo y creo que hasta el primer mes no pude disfrutar lo que estaba viviendo. No sabía dónde estaba parada. Fue muy difícil. Ahí necesité mucha ayuda, necesité ir a terapia para poder decir lo que me pasaba, porque a veces uno no dice lo que le pasa porque siente culpa. “¿Cómo puede ser que esto no me esté gustando? ¿Cómo puede ser que esté extrañando la panza si tengo a mi hijo conmigo?”. Se habla muy poco de la salud mental de la mamá, porque todo va para el bebé. Y no estoy hablando desde un lugar egoísta, porque si vos como mamá no estás entera, es muy difícil que puedas estar para tu hijo.
Coty: —¿Pudiste amamantarlo?
Magui: —Hicimos lactancia mixta desde el día uno. Pasé por todo lo que te puedas imaginar, desde el relactador, la pezonera, las jeringuitas hasta que llegó la mamadera y, en ese momento, alguna ficha me cayó. Yo misma decía: “Che, ¿no seré mala madre por no poder estar haciendo esto?”. Pero, al mismo tiempo, no podía. Hoy, viéndolo ocho meses después, creo que si no hubiese tenido tanta presión con el tema de la teta, hubiese disfrutado mucho más de esos primeros meses, porque nunca más vas a tener un nene así de chiquito.
Mariana: —¿De dónde creés que venía esa presión?
Magui: —De la sociedad. De todo con lo que crecí toda la vida; probablemente también de mi pareja porque él lo quería. De todo lo que escuché siempre.
Coty: —Una vez que descubriste la mamadera, ¿cómo fue?
Magui: —Descubrí que si un día me tengo que ir puedo dejarle la mamadera y se la puede dar el papá. Hubo noches en las que yo no daba más y era: “¿Vas vos, por favor?”. Yo dejaba la mamadera lista.
Mariana: —¿Qué imagen de la maternidad tenías antes y qué imagen ahora?
Magui: —Pensaba que la maternidad era color rosa. Escuchaba esto de: “No me puedo bañar, no puedo hacerme un mate” y decía: “No puede ser, drama queen, me están re mintiendo. No hay chance”. Hoy digo que no es así. La maternidad real es otra cosa. Tiene un montón de matices que uno no se espera. Es muy difícil vivir sin dormir.
Coty: —¿Querés tener otro bebé?
Magui: —En este momento no; pero me dijeron que, probablemente, en unos años quiera reincidir. Me encantaría tener una nena, pero hoy no puedo conmigo. Un poco me ordené, encontré soluciones, de a poco voy surfeando la ola.
Mariana: —¿Qué soluciones?
Magui: —La primera fue decir “No” a la culpa. ¿Tenés ganas de salir? Salí. ¿Querés ir a caminar un rato? Andá. ¿Querés irte a hacer un deporte? Hacelo. Date tiempo para vos. Salí con tus amigas. Necesitás otra faceta. Para mí fue clave volver a trabajar. Sentí que Magui era mamá todo el tiempo y, de repente, apareció la Magui anterior, la que solo laburaba. Me hizo muy bien.
Mariana: —Vos congelaste óvulos, pero este pequeño cayó de sorpresa. ¿Cómo fue eso?
Magui: —Congelé a los 30 y un poco sentía que se me pasaba el tiempo. Cuando me hicieron los estudios me advirtieron: “Hay una hormona muy baja, va a estar muy difícil que quedes embarazada”. Sacaron muy poquitos y, al toque, me dijeron: “Yo que vos me pongo a buscar ya, si querés quedar de manera natural”. Un día me relajé, vino una amiga a casa y me dijo: “Tenés a la perra todo el día encima, ¿no estarás embarazada?”. Me hice los estudios y estaba re embarazada.
Mariana: —Si tuvieras que traducir este nuevo mundo en palabras o emociones, ¿qué dirías?
Magui: —Mucho amor. Uno no se da cuenta de la cantidad de amor que tiene para dar. Después verbalicé en las redes sociales lo que me pasaba y vi que hay un mundo de mujeres que te apoya muchísimo. Cuando uno habla de maternidad, la respuesta siempre es positiva, me encantó empezar a leer un montón de mujeres que me contaban sus experiencias; sentí, de repente, que somos todas. Para esto son las redes sociales, para leer otras experiencias, para contar lo que me pasó, por si te pasa a vos también.
Fotos/Candela Teicheira.