Gabriel El Puma Goity recordó la oportunidad en que terminó a las trompadas junto a Luciano Castro durante el rodaje de una película que se realizó a bordo de un crucero. El actor contó esta divertida anécdota durante una entrevista con Sebastián Wainraich en La noche perfecta (El Trece).
El conductor le pidió que cuente una historia que ya haya compartido en varias oportunidades para pasarla por el “triturador de anécdotas” y despedirla para siempre. Así, Wainraich le dio a elegir entre varias opciones y Goity terminó eligiendo la del crucero. “Nos llamaron para una película con Luciano protagonista y yo como su acompañante”, comenzó relatando el actor.
Sin embargo, lo particular del asunto es que el rodaje no se hizo en un estudio común, sino que fue a bordo de una gran embarcación, lo que modificó sensiblemente las cosas. “Todo lo que parecía para cualquier actor o actriz un proyecto en un transatlántico que iba a salir de Buenos Aires a Venecia, para los seres humanos normales es genial. Para nosotros es difícil”, caracterizó el intérprete que participó de éxitos televisivos como Los Roldán o Poné a Francella, entre muchos otros.
“Era un transatlántico gigante y a las dos horas estábamos con un ataque de fobia terrible. Era como estar en una lanchita. Entonces, para evitar ese tipo de cuestiones, Luciano me dice: ‘Vamos a entrenar’”, recordó luego el Puma acerca de sus sensaciones arriba del barco y lo complicado que resultaba para el estado de ánimo en general. Esto desencadenó una serie de situaciones adversas, como por ejemplo las ganas de querer pasar por el comedor después del entrenamiento. “Nos prohibieron la entrada porque nos dijeron que el horario de comida era a las ocho”, recordó Goity.
“Le digo: ‘Mirá, nosotros somos de la película’, ‘¿Qué me importa la película, hermano? Acá comen a las 8 tres mil personas’. Y entonces discutimos que podemos, que no podemos, hasta que en un momento le digo al Gordo (por Castro): ‘Vámonos, qué sé yo’, me doy vuelta y estaba el Gordo cara a cara con el maître”, rememoró el actual protagonista de la obra Cyrano, la cual está en cartel en el Teatro San Martín.
“Te quiero contar una cosa: el maître era un gigante, Luciano parecía chiquito”, puso en contexto el Puma ante la atenta mirada de Wainraich y para graficar el aspecto de los dos hombre que discutían delante suyo. “Luciano estaba diciéndole que era un mafioso y entonces me dice una persona: ‘Andá a separarlos’. Y me tiré de palomita”, agregó.
“Y vinieron los mozos, que eran croatas y serbios, dos metros cada uno. Así que bueno… Hubo corridas, éramos nosotros dos contra todos ellos”, dijo después entre risas. “¿Y cobraron?”, quiso saber el conductor acerca del devenir de la pelea. “Yo cobré”, reconoció el Puma, sin pudor. “Y bueno, la anécdota linda del caso es que después me decía uno de los mozos: ‘A mí me dio una pena pegarte…’. Pero, hermanados por esa batalla, el maître me dijo: ‘Vengan a comer cuando quieran’”, cerró Goity entre risas.
Meses atrás, Goity cargó contra la falta de ficción y la televisión actual. En diálogo con Moskita Muerta por La Once Diez/Radio de la Ciudad, el intérprete declaró que “los actores no somos caros, lo que pasa es que acá pagan poco, arman elencos con pibes con seguidores en vez de poner actores y actrices que se rompen el alma, y claro, las ficciones eran una mierda porque hacían agua, porque no quieren llamar autores que trabajen y pagarles bien”. “Y es lógico que sea más barato contratar gente que habla boludeces”, sostuvo.
En ese contexto, no dudó en apuntar todos los cañones contra los realitys: “me parecen una canallada”. “Un programa como Gran Hermano es subversivo, arruinan a la gente en pos de anuncios de televisión. Y no están actuando porque esto es lo que no entienden muchos, que no son actores”, explicó y contó que ve los compilados del programa en Bendita TV. “Me parece de terror. Y esa pobre e inocente gente que está ahí, que muchos piensan que son personajes pero son personas. No son actores y actrices. Es gente inocente que va con el estómago vacío y con ansías de triunfar y cuando termina el programa… ¡Dios mío! Ceden su imagen, su desnudez, dejan todo. La inocencia y cómo los destrozan en pos de vender”.