El pasado 20 de julio, los corazones de Paulo Dybala y Oriana Sabatini latieron más fuerte que nunca en un rincón de Exaltación de la Cruz, Buenos Aires, donde más de 350 invitados se reunieron para presenciar la unión de sus vidas. El lugar escogido, El Dok Haras, fue testigo de una ceremonia sin teléfonos ni distracciones, un pacto sellado en la intimidad de la palabra y el gesto.
A dos meses de la celebración, este domingo, Catherine Fulop pasó por el programa Noche al Dente de América, donde recordó un momento que quedó grabado para siempre en la memoria de los presentes: los votos entre su hija y el futbolista. “¡Oriana me va a matar!”, exclamó la actriz, adelantándose con una sonrisa cómplice antes de compartir lo que escuchó en aquel altar.
Con una mezcla de emoción y orgullo, la madre de la también influencer contó que, si bien esperaba unas palabras conmovedoras de su hija, pues Oriana, “siendo artista, tiene una sensibilidad particular”, fue Dybala quien la sorprendió. “Yo decía: ‘Pobre, va a quedar pagando’, pero no, ¡se mandó un discurso!”, afirmó la venezolana, con la calidez de una madre que presencia la entrega de un amor genuino.
Los ojos de Dybala, siempre serenos en la cancha, esta vez se posaron firmemente en los de Oriana y confesó lo que su corazón había guardado para ese día tan especial: “Mi papá estaría muy orgulloso de mí, y lo está desde el cielo, no por mis logros futbolísticos, sino por la mujer que elegí para que me acompañe en mi vida”.
Respecto de ese instante en que un silencio conmovedor envolvió a todos, Cathy reconoció que, en especial, golpeó a Osvaldo Sabatini, el padre de Oriana. “Ova cayó redondo”, dijo sobre su marido, que no pudo contener las lágrimas. Y es que esas palabras no solo sellaban un compromiso, sino que traían de vuelta la memoria del padre de Paulo, fallecido en 2008, cuando él tenía apenas 15 años.
Pero Oriana también tenía algo que decir, algo que nació de lo más profundo de su ser. En un giro inesperado para una ceremonia tradicional, la hija de Cathy Fulop hizo lo que mejor sabe hacer: contar una historia. Según su madre, la joven relató cómo, de niña, solía ponerse el velo de boda de Cathy, soñando con el día en que también tendría a su lado a alguien con quien caminar.
Sin embargo, la vida, y las redes sociales le habían enseñado que los sueños no siempre son fáciles de alcanzar. “Ella empezó a contar que sentía que nunca era suficiente para nadie”, rememoró su madre con los ojos brillantes.
Fue entonces cuando la magia ocurrió. La joven confesó que, antes de conocer a su actual marido, sentía que era solo un cascarón vacío, alguien que había perdido su esencia. Pero, de alguna manera, fue él quien la llenó, quien le devolvió el brillo perdido. En ese instante, los roles se invirtieron: el futbolista no solo fue el protector, sino el salvador de un alma que buscaba refugio.
En esos votos simples, pero cargados de significado, Dybala y Oriana demostraron que el amor es más que una promesa. Es un renacer. Un viaje compartido donde cada uno aporta lo que tiene para llenar al otro. El pasado quedó atrás y lo que emergió fue un futuro compartido, sostenido por palabras que resonarán en sus corazones para siempre.