A una semana de terminar el mes más “traicionero” en materia cambiaria, en el equipo económico respiran aliviados por el alto volumen de compra de divisas logrado durante el mes. La dinámica es algo sorpresiva incluso para los propios funcionarios que preveían a fin de diciembre que este mes depararía mucha mayor tensión, con rebote de la brecha y algunas dificultades para acumular divisas ante el acceso algo más fluido de los importadores al mercado oficial. Incluso, hasta hace pocas semanas, en el Banco Central proyectaban que la buena racha compradora del mes pasado empezaba a mostrar signos de agotamiento, lo que volvería mucho más frecuente para la autoridad monetaria cerrar ruedas con saldo negativo dadas las necesidades de abastecimiento al mercado.
Sin embargo, la realidad está mostrando algo bien distinto. Por un lado, la demanda de dólares para importar está planchada, en sintonía con los datos de actividad económica que reflejan una caída profunda. El INDEC difundió ayer el indicador de diciembre, que arrojó una caída de 4,5%, y no existe ninguna señal -más bien lo contrario- de que el mes pasado y el corriente algo haya cambiado para mejor. Por otro lado, la oferta de dólares es inusual para esta época del año. La jornada de ayer lo ejemplifica claramente: con un alto volumen operado, casi USD 500 millones, el Banco Central pudo concretar la mayor compra desde hace más de un mes -12 de enero cuando todavía los importadores no tenían acceso al mercado- y acumular unos USD 285 millones. En todo febrero ya lleva compras por USD 2.000 millones, una cifra completamente infrecuente, que más que duplica el promedio anual para el segundo mes del año y supera incluso aquellos años en los que mejor desempeño se verificó.
Lo más curioso es que ese ingreso de divisas se produce en medio de las especulaciones del mercado respecto de la necesidad de una nueva devaluación. Al margen de los cálculos de los analistas, los exportadores parecen estar haciendo otra cuenta. Con un ojo en los precios de los commodities y con el otro en la estrategia cambiaria que despliegan el ministro de Economía, Luis Caputo, y el presidente del BCRA, Santiago Bausili, la decisión evidente es liquidar.
El aporte del campo, si bien es determinante en algunas ruedas como la del miércoles en la que ingresaron USD 100 millones provenientes del trigo, está lejos de ser la variable que explica todo. “Agro, energía, minería, hay de todo y todo suma”, aseguró el operador de cambios, Gustavo Quintana, quien consideró que se dan una conjunción de factores que estimulan la oferta de dólares.
En principio, la ecuación de precios internacionales a la baja y la inflexibilidad hasta el momento al menos en acelerar el ritmo de devaluación da como resultado un mayor nivel de liquidación. Fuentes oficiales confirman que son varios los sectores que están ingresando divisas pero atribuyen el pico de los últimos días a la cosecha de trigo. “En diciembre se liquidó poco porque los productores estaban esperando una mejora del precio”, explicaron.
Para Quintana, la advertencia repetida una y otra vez respecto de una nueva devaluación es clave. “Las declaraciones en el sentido de que no va a haber devaluación puede contribuir a estimular ingresos de todos los sectores La soja y los granos para abajo también inducen a liquidar”, dijo el analista ante la perspectiva de que los precios internacionales no sólo no mejoren sino que puedan seguir recortando.
Así, la foto actual es completamente diferente a la que se imaginaron propios y ajenos cuando recién se daban los primeros pasos del plan de saneamiento del Banco Central. Los números del BCRA resultan en un bálsamo también para la brecha cambiaria, que volvió a niveles cercanos al mínimo con las cotizaciones del dólar financiero que volvieron a bajar ayer al cerrar por debajo de $1.100 el contado con liquidación y en $1.054 el dólar Bolsa.