Ecuador es el país latinoamericano con la mayor preferencia por el uso de efectivo en sus transacciones diarias, a pesar del avance global hacia la digitalización de los sistemas de pago, según un informe de McKinsey Global Publishing, una empresa de consultoría estratégica estadounidense.
La alta tasa de informalidad laboral es uno de los factores cruciales que explican esta tendencia en Ecuador. Según el informe las personas en el sector informal, que representa más del 50% de la fuerza laboral, reciben sus ingresos en efectivo. Además, la limitada inclusión financiera se mantiene como un obstáculo significativo, en gran medida debido a la falta de infraestructura en áreas rurales y una arraigada desconfianza hacia el sistema financiero.
El estudio Avances de la Inclusión Financiera en el Ecuador 2023, realizado por la Red de Instituciones Financieras de Desarrollo (RFD), analiza la evolución del sistema financiero y su impacto en la población a lo largo de los últimos tres años. La exclusión financiera, según el informe, se debe principalmente a las brechas de atención en las provincias menos pobladas y alejadas, donde las condiciones de infraestructura son deficientes. Por ejemplo, las personas en zonas rurales deben desplazarse a otras localidades, lo que implica mayores costos y esfuerzos. Además, se indica que el 31% de la población adulta no accede a créditos bancarios, más del 60% no ahorra debido a las dificultades económicas y laborales, y sólo el 26% de los que ahorran lo hace dentro del sistema financiero.
La preferencia por el efectivo no solo se debe a factores económicos, sino también a una fuerte inclinación cultural. Alrededor del 70% de los ecuatorianos asocian el manejo del efectivo con un mayor control de sus finanzas y una percepción de seguridad que no sienten con otros métodos de pago. El caso ecuatoriano contrasta marcadamente con las tendencias en otros países de la región, donde la adopción de tecnologías de pago digital está avanzando rápidamente.
Argentina y Chile son ejemplos del cambio hacia los nuevos métodos de pago. En Argentina, el crecimiento de las billeteras digitales ha sido notable, con aplicaciones como Mercado Pago revolucionando las transacciones diarias. Según McKinsey Global Publishing, estos cambios están impulsados en parte por la necesidad de manejar eficientemente la inflación y facilitar transacciones más seguras y rápidas. En Chile, la alta adopción de tarjetas de débito es en gran parte gracias a iniciativas como la CuentaRUT de BancoEstado, que ofrece acceso a una cuenta bancaria básica a todos los ciudadanos, siendo un pilar clave para la inclusión financiera en el país.
En Colombia y Perú, el uso de billeteras digitales y pagos móviles también ha visto un aumento considerable. Plataformas como Daviplata y Nequi en Colombia, así como Yape y Plin en Perú, están facilitando que más personas en sectores de bajos ingresos participen en la economía digital, destacó McKinsey Global Publishing en su análisis.
La situación en la República Dominicana y Guatemala muestra similitudes con Ecuador, donde la penetración de métodos de pago digitales sigue siendo baja. La principal barrera para una mayor adopción es la limitada aceptación de estos métodos por parte de los comercios, un factor que desalienta su uso y fomenta la dependencia del efectivo.
Aunque Ecuador mantiene una fuerte predilección por el efectivo, no está aislado de las tendencias regionales que apuntan hacia una mayor digitalización de los pagos. La pandemia de COVID-19 ha servido como catalizador para la adopción de métodos alternativos de pago, y aunque la transición ha sido más lenta comparada con otros países, las oportunidades para expandir los pagos digitales en el futuro son significativas. Esto incluye aumentar la aceptación de tarjetas y pagos móviles en comercios, además de fomentar programas de educación financiera que ayuden a cambiar percepciones y hábitos hacia los métodos de pago digitales, según se indica en el informe de la consultora.