Los buenos resultados fiscales y la “terapia de shock” como definen en Wall Street el ajuste implementado por el Gobierno sigue logrando la aprobación en el mercado donde, sin embargo, ahora esperan ver algo más. Concretamente, se espera que a partir de esta semana el Gobierno logre encaminar la aprobación de La Ley de Bases con los dos proyectos paralelos, también vitales al corazón de las reformas estructurales que se plantean: el paquete fiscal y la reforma laboral. Y aumenta la expectativa por
Ambos puntos son los principales que destacó en su informe más reciente el Bank of America, donde además de describir el alcance del ajuste fiscal y corrección de precios pusieron el acento en las reformas “pro crecimiento” que están siendo negociadas con la oposición y que “necesitan pasar por el Congreso tras un fracaso anterior”. En ese sentido, para el banco es el “tiempo de negociar”, tal como tituló el reporte el autor Sebastián Rondeau.
Las chances de que se aprueben tales proyectos son positivas según el analista, quien aseguró a los clientes del banco que “vemos espacio para un acuerdo por la el proyecto de ley Ómnibus (por la Ley de Bases) y el pacto fiscal con los gobernadores para consolidar el ajuste, incluyendo la moratoria impositiva, los incentivos para grandes inversiones, privatizaciones y poderes delegados”.
El cepo cambiario, en tanto, otro de los nudos centrales de la economía es un frente en el que el Gobierno, para la entidad, está avanzando demasiado lento. “La eliminación de los controles de capitales es sorprendentemente gradual”, opinó Rondeau quien, incluso antes de la multitudinaria marcha de ayer advirtió que el impacto social del ajuste sigue siendo un desafío para el gobierno de Javier Milei más allá de que por el momento mantiene su popularidad.
El gradualismo en el mercado de cambios fue uno de los puntos explicitado durante la última visita del equipo económico a Washington para participar de la Asamblea de Primavera del FMI. En ese marco, el vicepresidente del Banco Central, Vladimir Werning, expuso sobre el plan de estabilización de la economía argentina o, como lo definió, “la estrategia de salida” y resaltó que a diferencia de lo que se hizo en 2015, en esta oportunidad el Gobierno optó por el shock fiscal y el gradualismo en el plano cambiario. Consideró que esa decisión se tomó en concepto de “lección aprendida” de la experiencia de hace 8 años. Werning especificó que, si bien el levantamiento del cepo será progresivo, el objetivo final es un tipo de cambio flotante sin controles en el marco de la cual exista una competencia de monedas.
Pero en el mercado, tal como lo explicita el BofA, crece la ansiedad por tanto gradualismo en un frente que se considera la clave de la recuperación económica.
Es que, a la par de la reducción de la inflación, que la entidad norteamericana proyectó en 189% para este año -varios puntos por encima de la estimación de 150% del FMI pero igualmente más baja que el año pasado y que las proyecciones iniciales-, también el banco anticipó una recesión fuerte recesión, muy por encima de lo que admite públicamente el FMI. El cálculo es que la caída de la economía alcanzará 4% este año. “La profunda recesión en el primer trimestre (con la aguda caída vista en los primeros indicadores de consumo) está afectando los ingresos del Gobierno (-15% interanual en marzo) pero una mejor cosecha respaldará la recaudación en el segundo trimestre”, advirtió la entidad que prevé que el superávit primario alcanzar a 0,8% del PBI en un escenario conservador pero que podría ser mayor en el contexto de un pacto fiscal. “Vemos una caída de 4% de la actividad económica a pesar de una mejor cosecha”, ratificó el reporte.