Un español en el fútbol argentino es algo poco habitual, más allá de que en la historia del fútbol de nuestro país fueron 12 los que jugaron en la era profesional. El último fue Javier Artero López en 1999, un ex mediocampista que tuvo un paso fugaz por el San Lorenzo de Almagro de Oscar Ruggeri. Surgido en las categorías formativas del Real Madrid, pasó también por equipos como el Moscardó (1994/95), Leganés (1996/97), Málaga (1997/98) y el Badajoz (1998/99), antes de decidirse por ser un aventurero y recorrer el mundo guiado por la pelota.
“Cuando llego al club, Ruggeri me agarra y me dice: ‘Viste esos que están allá, como el Chapa Zapata y Jorge Borelli; bueno no los quiero, así que anda a entrenar con ellos. Yo no te he pedido, ni te conozco’. Jugué poco en San Lorenzo porque había jugadores que eran mejores que yo”, revela el madrileño de 49 años.
Con la camiseta azulgrana, Artero López jugó poco en Reserva, sumó minutos en un partido amistoso ante Peñarol, y finalmente tuvo su estreno frente al Palmeiras por la Copa Mercosur 99, cuando fue ovacionado por meter un enganche y haber recibido una falta que terminó con la amonestación al colombiano Freddy Rincón. En total, disputó tres partidos, sin llegar a justificar los 250 mil dólares que pagó el club de Boedo por el 50% de su pase.
Luego de un año en Buenos Aires, deambuló por el Botafogo de Brasil (1999/2000) y el Dundee de Escocia (2000 a 2002), donde le detectaron esclerosis múltiple y tuvo que abandonar la actividad con tan sólo 27 años. “Me diagnosticaron la enfermedad en el 2002 cuando pasaba mi mejor momento en el Dundee FC. En Escocia, pensé que me moría, que ese día se acababa todo. De la esclerosis múltiple que tengo no te mueres, pero te va castigando y mermando, y puedes llegar a tener problemas de movilidad. No me importaba dejar el fútbol, sólo pensaba en vivir”, reconoce el exfutbolista.
En diálogo con Infobae, Artero López habla sobre su enfermedad, su vida y su pasado en el Real Madrid, donde nació futbolísticamente. Además, recordó la estadía que tuvo en la Argentina, su pasado por el Badajoz presidido en su momento por Marcelo Tinelli, y por qué se transformó en un hombre de negocios de éxito.
– ¿Qué es de tu vida, Javier?
– Después de dejar de fútbol me puse a trabajar en la empresa de servicios de mi hermano desde hace 18 años. Es un canal digital de ventas. Ha crecido mucho y estamos en 13 países. Tenemos 11.000 trabajadores. Yo dirijo toda la operación en España y Portugal. Con el fútbol, lo último que hice fue trabajar en la televisión del Real Madrid durante cinco años, entre el 2015 y 2020. Pero terminé teniendo mucha presencia en la TV y, con dos trabajos, tuve que elegir porque no podía compaginarlo y lo dejé.
– ¿Qué tal tu etapa como cronista del Madrid?
– Bien. Estaba como comentarista en las retransmisiones del primer equipo y del Castilla. Yo iba como exjugador, y al lado mío había un periodista. Entonces, mi papel era muy sencillo, porque al final siempre estuve en mi papel de futbolista y analizar el juego, que es lo que yo entiendo. Era muy agradable.
– ¿Por qué genera tanta popularidad el Real Madrid a nivel mundial?
-El Real Madrid es tan pero tan grande y apabullante que no tomas dimensión de lo que representa a nivel mundial. Todo lo que hace, lo hace a lo grande y a lo bestia, porque lo que se genera alrededor del club es brutal. Uno se siente cómodo trabajando en ese club, pero si no sos de la cantera, sentís una presión difícil de combatir. Para mí, es un orgullo haber trabajado y haber sido parte del Real Madrid. Por eso estuve tanto tiempo y llegué hasta donde pude. Cubrí años muy buenos, en los cuales ganaba todo el Madrid con Zidane como DT: Champions League, Copa de España, Liga local, etcétera. Cuando yo digo que soy del Real Madrid no es que soy del primer equipo, sino de todo lo que representa como club. Uno conoce su historia, desde su fundación hasta el día de hoy. Además, pisé Valdebebas y la Cantera, y todo es increíble.
– ¿Cómo es el lado B de la Casa Blanca, ese que no conocemos?
– Yo tengo la suerte de haber sido jugador del club, de haberme formado en las categorías inferiores, de haber tenido el orgullo y el sentimiento de vestir esa camiseta, y me crié en un colegio frente al Santiago Bernabéu, todo eso lo tengo muy presente. Aquí han estado jugadores de primer nivel como Cristiano, el Ronaldo brasileño, Zidane y ahora Kylian Mbappé. Eso es lo que la gente ve, pero es mucho más difícil comentarlo. Yo estoy metido en un proyecto en sociedad con la Fundación Real Madrid y cuando uno ve lo que el club es capaz de generar desde su fundación en Latinoamérica, en Asia, en África y la cantidad de gente a la que ayuda, eso tiene mucho más valor que cualquier copa que pueda llegar a ganar. Es un equipo con muchos valores. Ese arrastre que tiene el escudo del Real Madrid ayuda a mucha gente por todo el mundo, y eso es increíble.
– ¿Cómo fueron tus inicios en la cantera del Madrid?
– Yo estudié en un colegio frente al estadio que tiene una tradición bárbara de deportistas, de jugadores que pasaron por el Madrid como, por ejemplo, Marcos Alonso, los hermanos Llorente, Paco y Julio que estudiaron en el San Agustín, Paco Gento, entre otros. Siempre tuve el sueño de jugar allí. A los 15 años me probé y tuve la suerte de quedar. Estuve en el Castilla entre mis 16 y 20 años antes de pasar al Málaga. Lo que hoy le traslado a mi grupo de venta lo aprendí en la cantera del Madrid: el trabajo en equipo, el cumplir un objetivo, el compromiso, los valores como personas, etcétera. Vicente del Bosque, el ex director de la Cantera, nos exigía un comportamiento como seres humanos, una lealtad y una honestidad que, al final, la llevas a tu vida.
– ¿Con quiénes compartiste plantel?
– Con Guti, Raúl que metió 16 goles en siete partidos y jugó muy poco en el Castilla previo a debutar en Primera División, entre otros. Cuando juegas en la cantera del Madrid, el 60 por ciento de los chicos se transforman en profesionales de fútbol. También, con Fernando Redondo compartí cancha cuando estuvo Fabio Capello como entrenador en la temporada 1995/6. Entrenamos juntos en la antigua Ciudad Deportiva junto con Clarence Seedorf y Luis Enrique, pero de una manera un poco distante.
– ¿Por qué se dio tu salida del Madrid?
– En mi primer año en el Castilla me sentía un poco mal físicamente, pero no sabíamos por qué era. Resulta que hice la pretemporada con el plantel de la mano de Sergio Ojeda, mi exentrenador en la Segunda División, que me había confirmado que iba a subir a Primera. En el primer equipo, el lateral derecho era Cristian Panucci y no había otro. Yo físicamente era muy fuerte, pero técnicamente normal. Entonces, acabé aquella pretemporada y me caí físicamente; nadie entendía por qué. Yo había entrenado como una bestia, pero físicamente había caído, no me pude reponer y me cedieron al Leganés durante un año. Luego, vuelvo al Madrid y tengo la salida definitiva al Málaga.
– ¿Cuándo te detectaron esclerosis múltiple?
– Mira, yo jugué en San Lorenzo en 1999 con Ruggeri como entrenador. Tuve una llegada difícil luego de haber estado en el Badajoz de España, el año anterior. Jugué muy poco en el Ciclón porque tenía un equipazo. En un momento dado, Oscar me pregunta si me voy a ir y le digo que no, pero al mismo tiempo, me salió una oportunidad para ir a Botafogo. Al final, no voy al fútbol brasileño, pero sí vuelvo a Europa. Y recalé en el Dundee FC de Escocia. Allí, estuve tres meses, me va muy bien y al cierre del 2000 firmé un contrato por tres años más. De esta manera, disputé el primer año que fue muy bueno, y nos vamos de pretemporada a Italia. Luego, volvimos a Escocia y previo al primer día de entrenamiento en el 2002, me despierto en mi casa muy mareado, pero se me pasó y fui a entrenar. Al final, el médico me pidió que regresara a mi casa. En las siguientes cuatro horas, perdí la visión, el equilibrio, la sensación del cuerpo, y algo me estaba sucediendo que era muy raro. Fui al hospital, me hicieron estudios y ahí me detectan esclerosis múltiple.
– ¿Qué pensabas que te ocurría?
– Tuve la sensación de que me moría y por eso, me asusté mucho y quería volver a mi casa, estar en Madrid, regresar a mi sitio, y el resto de las cosas no me generaban ruido. No fue un drama de que tenía que dejar el fútbol porque quería seguir viviendo. Recuerdo muchas cosas de ese momento y de los días que siguieron. Recuerdo a mi padre diciendo: “Si yo pudiera, y sabes que es verdad, ahora mismo te quitaba la enfermedad y me la quedaba yo”. Y, además, me acuerdo de mi amigo el Dr. Óscar Fernández, una eminencia en el tratamiento contra la esclerosis, que tanto hizo por mí.
– ¿Qué te dijeron los médicos que te atendieron?
– “En efecto, tienes esclerosis múltiple. Es importante que sepas que no te vas a morir. Tu esperanza de vida no se reduce por esto, pero a un ritmo y de un modo que no podemos prever tu calidad de vida se verá afectada. De este brote irás mejorando poco a poco. Pero eso queda ahí, y su evolución es imprevisible. No sabemos cuándo puede ser el próximo brote ni cuál puede ser su gravedad. Cada enfermo sigue su propia evolución y es imposible predecir su curso”.
– Hoy, ¿cómo vas llevando la enfermedad?
– La esclerosis múltiple es una enfermedad que tiene muchas derivadas y de diferentes tipos, a cada persona le afecta de alguna manera. Yo me medico cada día. He tenido diferentes brotes, pero tengo la enfermedad controlada. Tengo una vida normal en cuanto a mi enfermedad. Tuve un episodio que debí ingerir cortisona, y el brote sube, para y baja. Las secuelas que deja esta enfermedad son muy duras. Por ejemplo, uno puede terminar en sillas de ruedas por un brote que sube y no se controla, por suerte no me ha pasado. Esa enfermedad la tienes de por vida y no tiene cura. Uno padece un desorden neurológico que como se manifiesta en los inicios tiene que ver con el cansancio y eso repercutió en el final de mi carrera.
– ¿Cómo se dio tu paso por San Lorenzo de Almagro?
– José Petón, mi exrepresentante, tenía relación con Fernando Miele (expresidente de Boedo) y me ficha él. En el año que estuve en Badajoz de Marcelo Tinelli llevé a cabo una temporada increíble, jugué realmente bien. Jugábamos en el Viejo Vivero, un campo de juego difícil y malo. Con Alejandro Mancuso, David Bisconti y yo tuvimos problemas para jugar porque la Segunda de España era muy aguerrida y no nos iba bien. Es más, tuve una oferta para jugar en la Primera del Valladolid, pero me lesioné y se me cayó la chance. Luego, tuve la posibilidad de San Lorenzo y la acepté. Cuando llegué, me encontré con un equipo armado y no tuve posibilidades de jugar. Competí con Iván Córdoba, Eduardo Tuzzio, Guillermo Franco y se me complicó.
– ¿Qué tal fue tu experiencia de vida en Buenos Aires?
– Brutal. Tuve un año en Argentina maravilloso, y me encontré con gente increíble, lo pasé muy bien; me encantó todo. Uno de los pocos amigos que tengo en el ambiente del fútbol es Gustavo Zapata, con quien mantengo una muy buena relación y hablo a menudo. La Buenos Aires que conocí en ese momento era muy linda, con el dólar 1 a 1, viviendo en Caballito e hice amistad con un chico español que tenía sus padres expatriados de España. En lo futbolístico, me hubiera gustado jugar un poco más.
– ¿Te dio oportunidades Ruggeri de poder jugar?
– Me dio pocas chances. Al final, los entrenadores cuando tienen un jugador que no conocen y encima un español que llegaba del Badajoz a jugar a la Argentina, piensan que algo raro hay, no era una situación normal. Cuando llego al club, Ruggeri me agarra y me dice: ‘Viste esos que están allá, como el Chapa Zapata y Jorge Borelli; bueno, no los quiero, así que andá a entrenar con ellos. Yo no te he pedido, ni te conozco’. Entonces, de entrada, todo estuvo mal parido, porque si Ruggeri me hubiera visto jugar en el Badajoz, tal vez me hubiese dado una oportunidad diferente. Así que estuve tres meses entrenando aparte del equipo, con los jugadores que no quería en su plantel.
– ¿Jugaste la serie contra Palmeiras por la Mercosur 99 en la que el Ciclón quedó eliminado en semifinales?
– Si. Recuerdo algo que me marcó mucho. Yo compartía la habitación con Tuzzio. Aquellos jugadores de San Lorenzo querían ganar el título sí o sí, estaban deseosos de obtener esa Copa. Entonces, Eduardo me dijo en la concentración: “Macho, se nos ha escapado, llegamos hasta semifinales, hemos perdido la oportunidad”. Estuvimos muy cerca de ganarla, y mis compañeros tuvieron la sensación de que la íbamos a obtener, y entonces que nunca más se le iba a dar al equipo. Luego, llegó el entrenador Manuel Pellegrini y la terminaron ganando.
– ¿En el Dundee te convertiste en el jugador más caro del club?
– Sí, a los tres meses de haber llegado me convierto en el jugador más caro y mejor pago en la historia del club. Es más, se hizo tan relevante mi presente que me pidieron que firmara cuanto antes la renovación del contrato para publicarlo en los medios de comunicación con el fin de incrementar la llegada de más socios. No podía creer lo que me estaba pasando en Escocia, era lo que siempre había soñado.
– ¿La esclerosis hizo que colgaras los botines a tan corta edad?
– Sí. Luego del primer brote en Escocia, a los ocho meses volví a jugar, pero no sé si me precipité. Cuando regresé, ya no me sentí igual porque físicamente el cuerpo no me respondía y por eso preferí dejarlo a los 27 años, porque luego me encontré mejor sin jugar al fútbol.
– ¿Cómo manejaste el post retiro?
– Desde que era muy pequeño, siempre quise ser futbolista, no había otra opción en mi vida. Hubiera sido futbolista en cualquier situación. Tuve la suerte de que luego me fue bien. Estoy muy contento con mi carrera. Si no me hubiese ido bien, hubiera sido futbolista igual, jugando en un equipo de Tercera. Cuando te pegas un susto tan grande y tienes la sensación de que te mueres, y que no vas a ver nunca más a tus padres y hermanos, el dejar el fútbol no fue tan malo.
– ¿Te quedó alguna cuenta pendiente?
– Me hubiera gustado jugar más al fútbol y disfrutar de mi paso por Escocia. Porque cuando me diagnostican la enfermedad, surgió la posibilidad de pasar al Celtic y eso me da mucha pena. Para mí, hubiera sido lo máximo, y si eso hubiese pasado, hubiera terminado mi carrera diciendo “he llegado a lo máximo. Jugué en Argentina, en España, en el Real Madrid y en el Celtic de Glasgow”. Pero no se me dio. Al final, la vida viene como viene, pasó lo que tenía que pasar y estoy muy contento con todo lo que hice en mi etapa futbolística.