Hace tres años, el ex piloto Claudio Kohler le ganó la batalla a la depresión que sufrió en la pandemia de COVID-19, en medio del encierro y con una crisis potenciada por no tener presupuesto para seguir corriendo. Pero a sus 39 años se reinventó y comenzó a fabricar simuladores. Uno de ellos lo armó con sus propias manos en Birmingham, en la casa de Emiliano “Dibu” Martínez, quien demostró sus condiciones con el volante y quizá cuando se retire como futbolista se ponga un buzo, el casco y salga a la pista.
Por estos días el arquero de la selección argentina está focalizado junto a sus compañeros en la Copa América que arrancó en los Estados Unidos. Pero el marplatense de 31 años tiene otra pasión que es el automovilismo y en sus tiempos libres despunta el vicio en un simulador súper profesional que usan los pilotos de Turismo Carretera. “Demostró muy buenas condiciones y creo si se hace piloto andaría bien”, le cuenta Kohler a Infobae.
Claudio es muy conocido en el automovilismo argentino. Fue campeón argentino de karting en 125 cm3 en 1995, en 1996 fue subcampeón sudamericano en la 100 Internacional Junior. En 1999 logró el título en el Turismo Internacional y supo ser el campeón más joven de pista en autos a nivel nacional con 17 años. Fue superado por Esteban Guerrieri en 2000, que con 15 se consagró en la Fórmula Renault.
Oriundo de Ezeiza, se ganó un lugar en plano nacional, ya que fue protagonista y ganador en el Top Race, logró el subcampeonato del TC Pista (antesala al TC) en 2010 detrás de Mauro Giallombardo y también subió al podio en TC junto a Norberto Fontana y Agustín Canapino.
Aunque el presupuesto fue su Talón de Aquiles, algo habitual para quienes practican este deporte, uno de las más caros. “Soy de una familia de clase media baja. De hecho, mi viejo (Eduardo) se hizo mecánico para poder correr en los años setenta en el Turismo Nacional (TN), en una época completamente diferente”, afirma. “Hoy correr en la Clase 3 de TN te cuesta USD 15 mil por carrera”.
“Siempre me costó por un tema económico y agradezco haber nacido en 1982 porque en los ochenta un pibe sin plata aún podía correr en karting y luego poder hacerlo en autos a nivel nacional. Hoy, salvo que tengas sponsors, es casi inaccesible para la mayoría de los chicos arrancar en el karting”, destaca.
Su campaña continuó y una vez afirmado sufrió un duro revés que fue la pérdida de su principal patrocinante, una conocida cadena de venta de ropa deportiva, que en el primer lustro de la década pasada apoyó mucho al automovilismo.
Debió bajarse y se hizo emprendedor en otros rubros. Apostó a un fuerte negocio de transporte en los Estados Unidos, pero el tema no salió como esperaba. “Me fundÍ, y me tuve que volver a la Argentina”, recuerda de aquellos días en los que se conocieron los primeros casos de COVID-19 en la Argentina. “Llegué un día antes de que decretaron el aislamiento obligatorio. El encierro fue muy fuerte y más para alguien como yo que estaba todo el tiempo afuera de mi casa laburando”, confiesa.
En 2021 le diagnosticaron depresión y ansiedad. “Pude salir adelante gracias a la ayuda de profesionales, medicación y un tratamiento adecuado”, revela. “También ayudó mucho la familia”, apunta. Una vez que se levantaron algunas restricciones y el automovilismo se reactivó hacia septiembre de 2020, también lo afectó el saber que era prácticamente imposible volver a correr en autos por un tema económico.
Sin embargo, no se rindió y buscó alternativas para seguir vinculado a este deporte y fue con los simuladores, algo que tuvo mucho auge en la época de la pandemia con las competencias electrónicas. “Yo tenía uno en mi casa y uno día me pregunté por qué no podía armar uno. Hablé con algunos chicos que están metidos en el mundo del Sim Racer (carreras en simuladores) y me empecé a meter. Me fueron explicando hasta que animé y comenzamos a fabricarlos”, relata.
Sus simuladores se llaman Sim Spirit y son de los mejores en la Argentina. El año pasado fue contactado por Alejandro Martínez, hermano del Dibu, quien venía de brillar en el mundo del 1/4 de Milla a bordo de su cupé Chevy con un motor de 1.000 caballos de potencia. Ale ganó eventos en Brasil y debutó en el automovilismo en la Copa Bora. Luego llegó al Turismo Pista y para mejorar sus condiciones y perfeccionar su entrenamiento le pidió un simulador a Kohler.
“Quedó re conforme y este año corre en el Turismo Nacional y en el TC Pista Mouras (tercera categoría previa al TC)”, asevera sobre Alejandro. Hasta que un día se sumó el Dibu. “Alejandro me pidió uno para la casa que su hermano tiene en Argentina y quedó enloquecido. Después Dibu quiso otro para su casa en Inglaterra y al no poder mandárselo por completo desde acá, decidí viajar y armárselo en su casa. Primero le mandé todas las partes, muchas de ellas compradas en los Estados Unidos”, explica Claudio, quien se lo montó en la casa del golero del Aston Villa, en Birmingham.
“Cuando llegué, su esposa me dijo dónde iba a ir el simulador y pensé que lo iba a mandar en algún quincho. Pero quiso ponerlo en un museo que tiene junto a todos sus trofeos y camisetas. Incluso al lado del simulador está la Copa del Mundo’, subraya.
“Se lo armé en cinco días, cuando habitualmente se tardan dos semanas. Laburé mucho y llegaba a su casa a las 8 de la mañana y estaba hasta las 18. Lo veía al Dibu cuando se iba a entrenar y cuando volvía”, agrega.
Recuerda una anécdota especial con el guardameta campeón mundial en Qatar 2022. “El jueves me dijo que no nos íbamos a ver porque él tenía que irse temprano porque debía concentrar. Me dijo ‘vení tranqui que te dejo el mate listo’. Llegué y me había dejado todo preparado, el mate, la yerba, el termo de los campeones del mundo que usa él. Es un pibe re sencillo y humilde, pese a que vive como una súper estrella”, destaca.
En esa historia hubo una yapa: “Como me quedé hasta el domingo me invitó a ver el partido contra el Chelsea y me regaló dos entradas. Fuimos y estuvimos en su palco junto a su familia y una familia amiga de ellos. Todo de diez, un fenómeno”.
“El simulador del Dibu replica la fuerza de brazos de un auto de TC. La pedalera es profesional con una celda de 200 kilos. El volante es de fibra de carbono. De hecho, ese fue el arreglo con Ale y le dije ‘viajo, lo armo, pero le armo el más picante’. La idea era que le quede un Sim Spirit genuino”, afirma.
“Emi anda bien y tiene buenos tiempos en el simulador. Es prolijo y muy competitivo. Al igual que su hermano son muy fierreros y que creo que el día de mañana cuando cuelgue los guantes le veo futuro en el automovilismo. No me lo dijo, pero si se hizo un simulador en la Argentina y otro en Inglaterra, claramente le gusta. Tiene una noción bastante buena y si considera correr en autos andaría bien. Podría ser un buen piloto. Al igual que Alejandro tiene una filosofía del entrenamiento y pienso que una vez que deje el fútbol va buscar algo para saciar esa necesidad de la competencia. Creo que lo veremos en los autódromos”, asevera.
Hoy Kohler también es coach de pilotos y afirma que “es una faceta desconocida y que pude describir. Además, disfruto mucho cuando un chico logra mejorar su tiempo de vuelta gracias a mi trabajo. Veo que logro explicar claro y que el mensaje le llega al piloto”. Entrena a Jorge Andreoli del Turismo 4000 Argentino y además es director deportivo en el equipo Tinos Sport.
Aunque uno de sus máximos placeres es su vida de padre y disfruta cada segundo junto a la pequeña Amanda de un año y medio. Sigue viviendo en su Ezeiza natal. Claudio Kohler no pudo seguir corriendo, pero logró reinventarse con nuevos roles para seguir vinculado al automovilismo. Abajo de los autos de carrera ganó quizá su carrera más importante.
EL SIMULADOR DEL DIBU MARTÍNEZ: