Tomás Parmo, que cumplió 16 años hace unos días, se acaba de convertir en la gema principal de Independiente. Así lo dice el contrato por tres años, con una elevada cláusula de 20 millones de euros, que acaba de firmar; así lo puso sobre la mesa el entrenador Carlos Tevez con sus elogios por tener una “cabeza diferente”.
Su padre está al aire en la pantalla de TN en su rol de periodista y sus compañeros presentan la noticia mientras interpretan las sensaciones que recorren el cuerpo de Alejandro. “Emoción tremenda, un orgullo”, plantea, y rápidamente subraya: “Que sea lo que tenga que ser. Nosotros queríamos lo mejor para los dos (hijos). Que sea lo que tenga que ser, que lo disfrute. Se lo ganó él”. Esa frase de su papá –conocido en el ambiente periodístico por sus distintos trabajos en TN y Fox Sports– durante el noticiero de la primera mañana mientras tiene que presentar una noticia sobre su hijo deja al descubierto un detalle clave en la historia. La raíz de porqué este adolescente decidió firmar contrato hasta diciembre del 2026 con el Rojo, a pesar que su familia tuvo en sus manos la oportunidad de hacer uso de la patria potestad para llevarlo a Europa ante los sondeos de tres equipos de Inglaterra, la Juventus de Italia o el Atlético Madrid de España a lo largo de los últimos años.
Desembarcó en diciembre del 2016 a las juveniles del club de Avellaneda al mismo tiempo que los videos de sus jugadas en el futsal del Cultural Sarandí lo comenzaban a hacer viral en redes sociales, un fenómeno ya típico de esta época. El chiquito ese que tuvo su primer juego oficial en el Rojo en junio del 2017 contra Nueva Chicago, además, tenía un condimento extra por la exposición televisiva de su padre. Carne de cañón para los medios, una historia digna de ser contada. Pero desde su entorno buscaban la mesura, intentar bajarle expectativas. Y repetían a lo largo de los últimos tiempos, mientras se especulaba por su posible partida a Europa o la firma de su contrato, que había que tomarse las cosas con calma. Con un lema que se escuchó inclusive con la firma puesta sobre un contrato que le asegura tres años de un salario que irá creciendo a medida que avance el tiempo: si no se da finalmente lo del fútbol, sabe que debe estudiar, y no pasará nada; palabras más, palabras menos.
Hay una estadística rotunda que sirve para entender el intento por aplacar las aguas alrededor de Parmo y así apaciguar también la ansiedad de los fanáticos ante los miles de esperanzados “cracks” que hay en las diversas juveniles del país: apenas el 4% de los futbolistas de inferiores llega a vivir del fútbol; 4 de cada 100 pibes, según los estudios del psicólogo deportivo Marcelo Roffé.
Este tono de mesura podría ser simplemente una concepción del entorno. Una mirada del mundo interno del niño que recién dio el salto a adolescente. Un mensaje que se repite en casa pero no cala hondo en un chiquito que creció con la –por momentos– asfixiante miel de los elogios desde que tiene uso de razón. Pero desde el club, en voz baja, ya avisaban que sorprendía por la madurez de sus conceptos. Y el que se encargó de terminar con tanto misterio fue el propio Carlos Tevez, luego de moldearlo en su primera pretemporada profesional. ”Parmito tiene una cabeza totalmente diferente a la de otros juveniles con los que nos tocó trabajar. Es un jugador totalmente diferente. Hay que llevarlo despacio. Es bueno que él aprenda, llevándolo de a poco, pero la verdad que quedamos sorprendidos”, explicó sobre el pibe que se pasó por el San Martín de Avellaneda durante la primaria y está realizando la secundaria en la escuela de Independiente, al mismo tiempo que recién finalizó seis años de estudio de inglés en paralelo a la escolaridad obligatoria.
“Cuando tiene la pelota en los pies es indescifrable, puede salir para cualquier lado: es determinante. No vas a saber nunca para dónde va a encarar. Es un chico muy inteligente, que escucha mucho. Constantemente trata de aprender, es muy adulto en ese tema. Hay que llevarlo paso a paso, este año fue todo muy rápido para él con la Selección, la reserva y ahora primera, pero es un chico que está bien de cabeza y eso lo va a saber manejar”, lo había definido ante Infobae su último entrenador en juveniles Luciano Bellera cuando se conoció que Parmo iría a la pretemporada. Esa velocidad de la que habla se acentuó aún más tras pasar por los ojos del Apache: el DT ya lo llevó al banco de suplentes en los dos primeros partidos de la Copa de la Liga ante Independiente Rivadavia de Mendoza y Vélez.
Mientras todos estos vaivenes se aceleraban, las talentosas manos formadoras de Pablo Aimar lo detectaron y comenzaron a sumarlo al proceso de la selección argentina para el primer escalafón, la Sub 15, a partir de agosto del 2022.
Y en Independiente, atentos ante al resonante caso Santiago López, se apresuraron por ofrecer un contrato extenso, porque esta joya juvenil es más tentadora para los sedientos tentáculos europeos por contar con la nacionalidad italiana. El temor ante una salida apresurada del chico que jugó 23 partidos, anotó 6 goles y fue el máximo asistidor de la octava el último año estaba latente. La familia evaluó. Los llamados con cifras exorbitantes desde el exterior son siempre un canto de sirena para los juveniles argentinos. Tomás le comunicó a los suyos que se quedaba en Avellaneda: quería cumplir el sueño de jugar en la primera del Rojo. Y le puso el gancho al vínculo que lo unirá al Rojo al menos hasta sus 19 años, una edad que también le permitirá evaluar en ese momento sus opciones. Aunque si alguien quiere llevárselo antes deberá pagar 20 millones de euros de cláusula. “Muy feliz de poder firmar mi primer contrato profesional con el club que me formó como persona y como jugador, agradecido a toda mi familia por estos años de crecimiento y que sean muchos más con éxitos!”, expresó desde sus redes, donde también queda expuesto que tiene además un contrato con la marca Adidas.
Los números, después de varios meses que rondaron por la cabeza del club y el juvenil, finalmente quedaron a un costado. El papel está firmado, es momento de sostenerse por la línea de crecimiento y demostrar. El potencial está presente, pero sólo su capacidad, sus formadores futuros y el siempre fundamental factor suerte dirán si esta historia es la del inicio de un crack que logró explotar sus cualidades.