Separados por unos 60 kilómetros fueron unidos por lo que se convirtió, para ellos, en una pasión. Comenzaron participando como en un juego, un divertimento que los entretenía y en el que iniciaron una amistad en la vida y una rivalidad en la cancha, la que ahora se extiende al tenis profesional y los cruzará, por primera vez, en un torneo de Grand Slam: el US Open.
Francisco Cerúndolo (Fran para sus amigos) y Tomás Martín Etcheverry (es más fácil que responda si se le dice Tommy) miran con simpatía y con una sonrisa en la boca lo que el sorteo les puso por delante, aunque saben que sólo uno de ellos dos podrá continuar adelante.
“Es algo lindo y difícil a la vez -dice Tommy-, porque, obviamente, cuando se juega con un amigo siempre tiene su condimento extra. Pero creo que es algo que ambos soñamos desde que teníamos 9 años, cuando empezamos a conocernos. Soñamos con estar acá y sé muy bien del esfuerzo que hay detrás de Fran, el esfuerzo que hizo él y su familia, como también él sabe del mío”, comenta el nacido en La Plata.
Por su parte, Francisco también se hace a la idea de un partido en el que habrá de trabajar no sólo con lo estratégico y lo técnico, sino, además, con las emociones: “La verdad es que va a ser un partido complicado, es un partido difícil de jugar para los dos. Como dijo Tommy, somos muy buenos amigos, compartimos todas las semanas juntos, entrenamos muchísimas veces en todos los torneos y casi todos los dobles los jugamos juntos. Nos conocemos muy bien”.
En esta ocasión no compartirán el torneo en parejas, ya que Camilo Ugo Carabelli le pidió a Francisco jugar juntos el certmaen. “No tengo problemas -dice Etcheverry- lo comprendo. Y yo voy a jugar con Facu (Díaz Acosta)”. En los torneos en parejas se ingresa por la sumatoria del mejor ranking de cada uno de los tenistas, ya sea el de singles o dobles, por lo que el lugar de Cerúndolo en el escalafón le permitía a Camilo aprovechar y jugar, también, esa competencia.
Francisco tuvo en su padre, el Toto Cerúndolo, al artífice de su construcción como jugador. El club Belgrano, en donde jugaba su abuelo, le dio el marco a ese desarrollo que hoy sigue disfrutando en los Interclubes de fin de año. Unos kilómetros al Sur, en la ciudad de La Plata, con apenas 5 años, a Tomás Martín le regalaban un palo con una pelota para llevarlo de vacaciones a la playa, algo que lo dejaría atrapado de por vida. Luego comenzó a entrenar con el ex tenista Gustavo Merbilhaa, quien inmediatamente le vio condiciones, por su gran regularidad y su facilidad para aceptar las correcciones. De esa manera, y desde diferentes localidades, los caminos del tenis los llevaron a cruzarse innumerable cantidad de veces. “Creo que la primera vez que jugamos teníamos 8 años”, afirma Fran, y agrega se trataba de un G3 en Cariló “y de ahí fuimos escalando los dos, paso a paso, y haciendo unas carreras increíbles”.
“Compartimos un montón de cosas, no sólo de Junior, sino que hemos viajado juntos desde los future”, cuenta el platense.
– ¿Una anécdota con Fran?
– Casi de pobres (se ríe). Viajábamos solos, sin entrenadores y en el primer campeonato que hace de challenger estábamos los dos solos, no teníamos a nadie. Entonces, no encontramos mejor manera que “couchearnos” el uno al otro. Esas eran cosas súper, súper lindas y, bueno, hay muchas cosas atrás.
– ¿Qué recordás de este camino junto a Tommy?
– ¿Qué recuerdo? Muchos partidos, desde haber jugado los sub 10 en los Nacionales Grado 3, también en otros que no me acuerdo si eran Grado 2 o 1. De ahí, pasamos por millones de partidos en Junior, pero en la etapa profesional, la primera vez que nos enfrentamos fue en la Qualy de un future en Villa del Dique, después nos cruzamos en semis o finales de futures y de challenger. La primera vez que jugamos en un torneo ATP fue el año pasado y me ganó él, en la primera ronda de Santiago de Chile. Es como que fue todo parte de un proceso que compartimos, en el que puede haber ido uno más rápido que el otro, pero casi siempre a la par. Y bueno, como de chicos, fuimos completando los dos juntos todas las figuritas del álbum y ahora nos toca enfrentarnos en un Grand Slam.
El match de segunda ronda puede no dejarles un antes y un después, pero seguro será un motivo más de charla entre ellos, cuando pasen los años. Mientras tanto, llega el momento de planificarlo, aunque como reconoce Etcheverry “nos conocemos de memoria. La realidad es que vivimos todos estos años juntos y ya sabemos qué tiro va a jugar cada uno”.
Las estadísticas dicen que éste será su séptimo enfrentamiento en el tenis profesional. En las seis ocasiones anteriores (todas en polvo de ladrillo), se repartieron tres victorias para cada uno. La particularidad es que se han ganado de manera alternada, el primero (y los enfrentamientos impares) fue para Cerúndolo, mientras que el último (y los pares), y único por torneo ATP, fue para Tommy.
Año 2024, Nueva York, La Gran Manzana, mirar atrás. La infancia, la amistad, el camino recorrido… “Y acá estamos, en la segunda ronda del US Open. ¡Increíble! -mueve la cabeza Francisco, esbozando una última sonrisa-. Creo que va a ser un lindo partido. Ojalá podamos jugar bien y podamos dar un lindo espectáculo, porque siempre es difícil jugar contra un amigo como rival, después, que gane el que tenga que ganar”.