Hay caídas que son esperables, y otras que no. Las derrotas frente a Inter de Porto Alegre y Boca Juniors, por caso, causaron dolor en River Plate pero estaban dentro del terreno de lo posible, de lo razonable: el conjunto brasileño y el rival de toda la vida son adversarios de un calibre similar a los millonarios. No estaba en el presupuesto, en cambio, la eliminación que River sufrió el martes ante Temperley, por los 16avos. de final de la Copa Argentina. Fue un traspié duro, oprobioso, incómodo: el más duro de la Era Demichelis justamente porque estaba fuera de catálogo.
El traspié reabrió la histórica herida de los penales: River perdió 30 de las 49 que disputó de manera oficial en sus 123 años de vida. E instaló nuevamente el debate acerca de si tiene que salir a buscar un arquero especialista en atajar penales, ya sea para suceder a Franco Armani cuando éste cumpla su contrato en diciembre de 2026 (falta mucho todavía) o para reemplazar al campeón del mundo en Qatar 2022 cuando falten pocos minutos para llegar a una definición desde los doce pasos. Un tema casi tabú en River: nadie quiere decir nada públicamente pero todos -dirigentes e integrantes del cuerpo técnico- saben que el fútbol cambió y que se trata de una necesidad porque en la Argentina solo la Liga Profesional no se define por penales. El resto de las competencias (Copa Libertadores, Copa de la Liga, Copa Argentina, Trofeo de Campeones, Supercopa Argentina y Supercopa Internacional), sí.
En ese contexto no deseado, River saldrá a jugar hoy a las 15 ante Argentinos Juniors, en La Paternal, su partido de la tercera fecha de la Liga de Fútbol Profesional. Buscará ganar para seguir con el puntaje ideal y para finalizar la fecha en la cima de la tabla de posiciones, pero también para evitar que el próximo jueves el Monumental sea un hervidero cuando el equipo enfrente a Deportivo Táchira por la última fecha de la fase regular de la Copa Libertadores.
Las horas posteriores a la eliminación a manos de Temperley fueron primero de descanso (el miércoles tuvieron el día libre), y luego de charlas (Enzo Francescoli y Leonardo Ponzio, los integrantes principales de la secretaría técnica, estuvieron en la práctica del miércoles, en Ezeiza) y entrenamiento.
Ayer viernes por la mañana, el plantel se encontró en el Monumental para entrenarse y para luego quedar concentrado allí a la espera del choque de esta tarde. Hubo muchos diálogos, muchas charlas internas para intentar levantar el ánimo y dar vuelta la página.
Fuera de grabador, la cúpula dirigencial se encargó de dejar en claro que la continuidad de Martín Demichelis no corre riesgos y que quieren que el entrenador cumpla su contrato, que vence en diciembre de 2025, cuando finalice la gestión de Jorge Brito como presidente del club.
De acuerdo con esa línea, que Demichelis llegue a cumplir su vínculo dependerá más de la voluntad del propio técnico que de la letra dura del contrato o de la postura dirigencial, que es la de sostenerlo en el cargo. El propio técnico dejó en claro que no piensa aferrarse a su contrato con River si en algún momento entiende que el ciclo está cumplido. Lo verbalizó el 24 de abril, en Asunción, tras la victoria por 2 a 1 ante Libertad, por la Copa Libertadores: “Dios dirá, estoy totalmente predispuesto para dar lo mejor de mi. El día que yo no pueda más, voy a ser yo el primero que levante la mano independientemente de si me queda contrato o no, porque es mi forma de ser”. Y agregó: “Cuando yo note que la situación no dé para más, voy a levantar la mano. No me atan los contratos, pero las ganas las voy a tener siempre porque amo a esta institución. Que el hincha se quede tranquilo porque siempre que esté, voy a estar al cien por ciento. Tengo muchísimas ganas, muchísima fuerza y siento muchísimo apoyo de los chicos, a los que les agradezco haber demostrado estar de pie”.
Esas declaraciones de Demichelis tuvieron lugar cinco días después de la caída que River sufrió ante Boca, por 3 a 2 en Córdoba, por los cuartos de final de la Copa de la Liga, que luego obtendría Estudiantes de La Plata. Aquel traspié ante el Xeneize representaba por entonces uno de los dos golpes más duros para el entrenador junto a la eliminación a manos de Inter de Porto Alegre de la Copa Libertadores pasada. Hasta el mazazo sufrido el último martes contra Temperley.
En el entorno de Demichelis estuvieron alertas a la reacción del técnico luego de la eliminación de la Copa Argentina. No solo porque saben que -desde hace un tiempo- una porción de los hinchas de River suele cuestionar duramente la mayoría de las decisiones del técnico, sino porque en marzo del año pasado, antes del partido frente a Racing de Córdoba por los 32avos. de final de la Copa Argentina, dijo ante su círculo íntimo que si perdían ese encuentro, no podía seguir en el cargo. ¿El motivo? Que un club gigante como River no podía permitirse una derrota contra un rival de una categoría inferior. Aquella noche del 8 de marzo de 2023, en Santiago del Estero, River se impuso por 3 a 0 y la frase de Demichelis quedó en una anécdota.
Una anécdota que recobró valor este martes cerca de la medianoche, cuando el traspié frente a Temperley acababa de ocurrir. En definitiva, el escenario era parecido al que Demichelis planteó en la previa de aquel juego ante Racing de Córdoba. Sin embargo, ahora el técnico ni siquiera atinó a poner en duda su continuidad en las charlas con su gente de confianza.
Con todo, en River saben que si es cierto eso de que los técnicos tienen una determinada cantidad de vidas en un club, el martes Demichelis perdió una importante. Solo el propio entrenador, en su fuero íntimo, sabe cuánto crédito o cuánta fuerza le queda para afrontar otras eventuales derrotas.