Los procesos de selección de empleo en Apple se distinguen por su naturaleza atípica, un legado de innovación que se remonta a los días de Steve Jobs, el cofundador de la manzana mordida, quien instauró prácticas de entrevista en ambientes informales como bares, con el objetivo de revelar las habilidades y la personalidad de los candidatos más allá de sus credenciales profesionales.
Jobs se caracterizaba por involucrarse directamente en las entrevistas, adoptando un enfoque interactivo donde provocaba discusiones para observar la reacción de los candidatos ante la presión. Lo que buscaba era la disposición de los aspirantes a contraponerse a sus argumentos, defendiendo sus puntos de vista ante posibles ataques injustos.
Sin embargo, esta estrategia no era superada por todos, y solo lograban firmar contrato aquellos con capacidad para manejar situaciones imprevistas y, posiblemente, estresantes.
Qué elementos detectaba Jobs en sus entrevistas en bares
Desde los gestos, el trato al personal del lugar, la postura y cómo se socializa, estos eran algunos de los elementos que buscaba Jobs en un candidato para descubrir si era posible tomarse una cerveza a gusto con esa persona.
“Gracias por enviar tu currículum a Apple, ¿nos vemos en un bar?”, era una frase que reflejaba la disposición de Jobs de llevar el proceso de selección más allá de las convenciones, buscando entender cómo se desenvuelve una persona en diferentes situaciones cotidianas.
Una de las tácticas más destacadas del magnate durante las entrevistas era incitar discusiones y desafíos. “Lo peor que puede hacer alguien en una entrevista de trabajo es estar de acuerdo conmigo” aseguraba el líder tecnológico.
Jobs valoraba la capacidad de los candidatos de argumentar y defender sus puntos de vista bajo presión. Por lo que este método no solo servía para evaluar la fortaleza mental de los interesados, sino también su habilidad para confrontar y mejorar las visiones existentes en la empresa.
Qué busca Apple en sus procesos de selección
Más allá de las habilidades técnicas, Apple siempre ha priorizado el trabajo en equipo y la comunicación eficaz. En este sentido, las dinámicas grupales y las discusiones informales sobre temas variados ocupaban un lugar central en el proceso de selección de la compañía.
Las entrevistas extendidas, que menudo superan la hora de duración, son una práctica común para ahondar en el carácter y la perspectiva de los aspirantes. Es por ello que un bar, donde pueden pasar varias horas de conversación, se ve verdaderamente cómo es una persona.
Según el cofundador de la tecnológica con sede en Cupertino, Steve Wozniak, la estrategia poco ortodoxa de Jobs buscaba observar cómo los candidatos interactuaban en entornos menos estructurados, evaluando atributos como la comunicación y la inteligencia emocional.
La postura del líder tecnológico en el proceso de selección reflejaba un enfoque holístico hacia el reclutamiento de personal, donde la personalidad y la capacidad para enfrentar desafíos inesperados juegan un papel tan crucial como las habilidades profesionales.
Cuál era la única cosa que Jobs no disfrutaba de su trabajo
Una de las prácticas menos favoritas para Jobs eran las reuniones laborales, a las que consideraba grandes distracciones que mermaban la productividad y creatividad de su equipo. Y en su lucha por maximizar el tiempo y eficiencia en Apple, implementó una serie de medidas para reducir al mínimo estas interacciones, promoviendo, en cambio, el trabajo individual y reuniones cortas y focalizadas.
“Las reuniones son una de las peores cosas que existen en la empresa actual. Son terribles. Interrumpen el trabajo, rompen el impulso, matan la creatividad. Y son horas y horas de tiempo desperdiciado,” afirmó Jobs en una entrevista con BusinessWeek en 1997.
Siguiendo esta línea, Jobs estableció reglas claras para la realización de reuniones, que incluían limitar la cantidad de participantes a 3-5 personas para evitar malentendidos y caos, mantener una agenda breve con no más de 3 puntos a tratar, y restringir la duración de las reuniones a no más de 30 minutos. Además, asignó los jueves como días sin reuniones de trabajo, permitiendo que los empleados se concentren en sus tareas sin interrupciones.
“El jueves es nuestro día, un día en el que metafóricamente cerramos las puertas al mundo exterior y trabajamos tranquilamente de forma individual”, expresaba Jobs en una carta interna enviada a su equipo, enfatizando la importancia de focalizarse en ser “hacedores” más que gerentes.