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“Sin vos no puedo vivir”, le escribió María Guadalupe Cuenca de Moreno a su esposo, Mariano Moreno, en la primera carta que le envió después de que este partiera en la fragata inglesa Frame rumbo a Gran Bretaña un día como hoy de 1811. Ante la ausencia de respuesta, siguió escribiendo más de una decena de misivas desesperadas, pero el silencio del prócer de la Revolución de Mayo parecía pesarle cada vez más.
Lo que la mujer no tenía forma de saber es que Moreno había muerto. Mientras las cartas se iban acumulando, su cuerpo yacía en el fondo del océano Atlántico. Pero ella no se enteraría hasta mucho tiempo después. “Dios nos dé vida para que nos veamos cuanto antes, adiós, mi amado Moreno, tu mujer que te adora”, se despide en una de las cartas.
Mi amado Moreno de mi corazón, que puede descargarse gratis en Bajalibros, reúne todas las cartas que la esposa de Mariano Moreno le envió al prócer durante su ausencia. Publicado por Leamos, el sello editorial de Infobae, el libro no solo es una demostración del profundo dolor que puede generar la partida del amado, sino que además es una clase magistral de historia ya que, entre sus declaraciones de amor, Cuenca de Moreno le comenta todas las noticias de un momento en plena ebullición política.
“Corre muy vivo que los portugueses han declarado la guerra a Buenos Aires; la expedición de la otra banda tiene cercado a Montevideo y tiran a la plaza muchas granadas, y por vengarse han venido los marinos a bombear”, le escribe a Moreno en la última carta, antes de enterarse de su muerte. Y, como si anticipara lo peor, esta “desconsolada esposa” remata: “No te olvides de mí”.
“Mi amado Moreno de mi corazón” (fragmentos)
Buenos Aires, 14 de marzo de 1811
Mi querido y estimado dueño de mi corazón:
Me alegraré que lo pases bien y que al recibo de ésta estés ya en tu gran casa con comodidad y que Dios te dé acierto en tus empresas; tu hijo y toda tu familia quedan buenos pero yo con muchas fluctuaciones y el dolor en las costillas que no se me quita y cada vez va a más; estoy en cura, me asiste Argerich, se me aumentan mis males al verme sin vos y de pensar morirme sin verte y sin tu amable compañía; todo me fastidia, todo me entristece, las bromas de Micaela me enternecen porque tengo el corazón más para llorar que para reír, y así mi querido Moreno, si no te perjudicas procura venirte lo más pronto que puedas o si no hacerme llevar porque sin vos no puedo vivir; la casa me parece sin gente, no tengo gusto para nada de considerar que estés enfermo o triste sin tener tu mujer y tu hijo que te consuelen y participen de tus disgustos; ¿o quizás ya habrás encontrado alguna inglesa que ocupe mi lugar?
No hagas eso Moreno, cuando te tiente alguna inglesa acordate que tenés una mujer fiel a quien ofendés después de Dios: El inglés que vino con don Alejandro días antes que te embarcaras vino anteayer y me dijo que si quería escribirte, y sin embargo de haberte escrito hace ocho días te vuelvo a escribir pues no me queda otro consuelo, y no te enojes de que te caliente la cabeza que con mis cartas; no dejes de escribirme en cuanto barco salga y avisarme todo, ya basta de guardar secretos para tu mujer: Fray Cayetano no te escribe porque anda muy ocupado, lo han hecho Provincial. Peña ya se recibió.
Bustamante ya vino y Agrelo me hago cargo que estará muerto de envidia de ver que se le ha escapado el ser fiscal. Todos los días nos asustan con Elío, dicen que viene a bombear; en la otra banda se han levantado contra los de Montevideo, salió ahora días Moldes con 600 hombres a la otra banda, Vieytes ha salido a comisión no se sabe dónde. Bustamante estuvo a verme y todos tus amigos a ofrecérseme. El cuarto está sin alquilar hace un mes, la negra grande está hecha un monstruo de ese empeine en la cara; no hay quien la compre, voy a ver si la puedo volver, me dicen que es lepra, el médico dice que es un empeine terrible; el negro va bien, la negra chica siempre perversa, no la vendo todavía de miedo de que me toque otra peor; nuestro hijo sigue en la escuela, siempre flaquito, le he dado en casa el vino y sólo cuando le digo que tome a tu salud lo toma. Te reza al levantarse y al acostarse y me dice, mi madre, todo lo que rezo en la escuela lo ofrezco para mi padre, y el modo de ofrecer es diciendo estas oraciones: te ofrezco para que le des buen viaje y lo traigas pronto: darás expresiones a Manuel y que te cuide; reciban los dos muchas expresiones de tu madre, tus hermanas, Marianito y la Marcela y toda la familia y hace lo que tu madre te dice del cumplimiento de Iglesia, y Dios te dé muchos años de vida y salud para el consuelo, amparo y bien de ésta tu desconsolada esposa.
Buenos Aires, julio 29 de 1811
Mi amado Moreno, dueño de mi corazón: me alegraré que estés bueno, gordo, buen mozo, y divertido, pero no con ninguna mujer, porque entonces ya no tendré yo el lugar que debo tener en tu corazón por tantos motivos; con fecha de 26 de éste te escribo, pero con todo lo vuelvo a hacer por no perder ocasión de darte el gusto de saber de tu familia, y tener yo el consuelo de escribirte ya que no te veo; me parece que ya con ésta llevo escritas trece o catorce cartas, la primera fue por mano de Larrea, la segunda por mano de un inglés que se fue, otras por la de doña Mercedes
Lasala que me manda avisar siempre que hay proporción, otras por mano de don Alejandro, el inglés viejo que te visitaba, otras por la del inglés que vive en lo de tu abuela; tu madre se las entrega, ten el cuidado de recogerlas, en todas te aviso novedades; a Larrea le han embargado todos sus bienes, con pretexto de que debía de derechos ciento y tantos mil pesos, han hecho mil picardías, han querido que Campana sea depositario de todo, ha llegado a tal extremo que han mandado orden a los pueblos de arriba para que los apoderados de Larrea entreguen a las cajas todo cuanto pertenezca a Larrea, y el pobre sigue desterrado en San Juan.
El mes pasado se embarcó para Norteamérica el hijo de Saavedra, con Aguirre, de diputados a pedir armas; corre muy vivo que los portugueses han declarado la guerra a Buenos Aires; la expedición de la otra banda tiene cercado a Montevideo y tiran a la plaza muchas granadas, y por vengarse han venido los marinos a bombear; desde el 15 a la noche no se mueven de Martín Chico, esperamos todas las noches que siga el bombeo, se sabe, por dos franceses desertores, que traen mil y tantas bombas; con las cartas ten mucho cuidado no las abran éstos, mandámelas todas a mí bajo la cubierta de algún inglés de tu satisfacción, nadie mejor que yo las entregará seguras, porque tus pocos amigos el que está libre está por caer, todo el empeño de estos hombres es sacarte reo, las prisiones del 6 de abril, fueron con ese fin, todas las declaraciones que han tomado han sido para eso, lo sé por boca de una persona que no conviene por ahora decirte quien es, tomá tus medidas, según va esto, pronto seremos portugueses y no podrás volver, por lo que será mejor me mandes buscar.
No dejes de escribirme todo lo que te pasa, ábreme tu corazón como a tu mujer e interesada en todas tus cosas; basta de guardar secretos a mí, cumple con tus obligaciones de cristiano, no te olvides de mí, ve modo de que nos veamos pronto allá o aquí, porque sin vos no puedo vivir; tengo pronto los ciento y cincuenta para el censo, que se cumplió el 27 y aún no me han cobrado, he enterrado los treinta y ocho, que he recibido de tres meses que hace que está alquilado el cuarto; los sesenta que me pagó Giménez, doce de las sillas de paja viejas, las botellas de sidra, otros doce y lo demás que he ahorrado de mi mesada; no me falta nada gracias a Dios y Dios te dé cuanto deseas y a mí me vuelva a mi Moreno que es lo único que quiero y debo desear.
Ahora días me mandó cobrar Vedia un libro titulado Reflexiones militares del Vizconde del Puerto, Marqués de Sta. Cruz ; decime si lo entregaré o no; me cobra Oliden otro libro; Brisson, Diccionario de Física ; Pico, la obra de Febrero, que dice que es suya, yo les he respondido, a Vedia y a Oliden, que yo no sé dónde están tales libros, que te escribiré, y les entregaré sus libros si me das orden para hacerlo; Campana sigue suspenso, y Cossio de Secretario interino; Chiclana, con centinela de vista en su casa por enfermo; Micaela sigue acompañándome y siempre me llevo en buena armonía con todas, vienen todas las noches, y los días de fiesta me traigo a Mariquita y Anita a comer, tu madre no viene sino tal cual día por no dejar sola su casa, la Marcela siempre me quiere lo mismo a mí y a mi hijo.
Todo esto te aviso para tu consuelo y que sepas que no me han dejado, pero nada es capaz de distraerme un punto de vos, en vos solo, después de Dios, está todo mi pensamiento, sola la esperanza y los deseos de volverte a ver me tienen viva, si me amas de veras, por vos mismo puedes sacar lo que cuesta esta nuestra separación, y si no te parece mal que te diga, que me es más sensible a mí que a vos, porque siempre he conocido que yo te amo más, que vos a mí, perdóname, mi querido Moreno, si te ofendo con esta palabra, no tengo más que decirte, recibe memoria de todas, y dáselas a Manuel; tu hijo está estudiando a ayudar misa, procura que nos veamos pero me parece que aquí no puede ser, porque cada día va peor, hazme llevar; adiós, mi Moreno, no te olvides de mí, tu mujer
María Guadalupe Moreno.
Mi madre y Panchita te mandan memorias y me lloran mil pobrezas, que les han rematado la casa y es tal la pobreza en que están que ni cama en qué dormir tienen, por todos lados tengo aflicciones, Dios me dé paciencia.
Fragmento de una carta sin fecha
A cualquier bulla que haya pueden darme un susto por la casa o por cualquiera otra cosa, ya ves que después de Dios no hay quien hable por nosotros, todos desterrados; a Pérez, que podía hacer algo por nosotros, no lo pueden ver y se ha escapado de que lo destierren con los vocales; anduvieron voces que Fr. Cayetano salía desterrado y el Dr. Ruiz, por amigos tuyos, a ellos mismos se lo han dicho.
El día 15 de este mes me mandaron llamar tus tías para darme noticias tuyas, porque entró un barco y el capitán habló con el inglés que vive en lo de tu abuela (la noticia es ésta) que el 20 de marzo los encontró ocho grados de la Línea al Norte, que habían tenido una calma de treinta días y hacía cuatro días que te pasaste a “La Fama”; que el día que te separaste de Ramsay te dio un convite y vos le regalaste a él y a cuatro oficiales unas medallas de Fernando VII de oro, y le encargaste a Ramsay que si encontraba algún barco diera noticia de que ibas bueno; de lo que me alegro infinito; pero siento por la incomodidad que habrás tenido en un viaje tan largo y la escasez de ropa y comida que habrás sufrido.
Ramsay escribe a unos ingleses avisándoles el regalo que les hiciste de las medallas, por lo que infiero que habrá quedado muy contento, avísame si es verdad todo lo que me han dicho; nuestro Marianito se acuerda mucho de vos, un día se puso muy enojado conmigo porque lo he retirado de la escuela mientras sane bien y para evitar que le dé fruta la hija de la maestra; le dijo a la Marcela que yo quería que se críe como Camilucho sin saber leer ni escribir y así no podría escribirte. Te manda muchas memorias, y dice que no ve la hora de abrazarte y besarte: reciban vos y Manuel memorias de tu madre, hermanas, abuela, tías y la Marcela y no te olvides de mí, Dios nos dé vida para que nos veamos cuanto antes, adiós, mi amado Moreno, tu mujer que te adora