De ser tapa de todas las revistas al ostracismo por elección propia. De alguna manera así se puede resumir la parábola de Raquel Mancini, una de las icónicas modelos de los primeros años 90 que hace tiempo que se mantiene alejada de los medios de comunicación. En enero de este año sorprendió cuando fue panelista invitada en LAM (América) por unos días y esta semana reapareció al dar una entrevista a fondo en Noche al Dente (América).
En la charla, recordó brevemente su relación con Martín Seefeld. “Me casé de blanco y todo con Martín. Fue una linda relación y hoy tenemos muy buena onda, es un divino. Yo tenía 19 y él 23 cuando nos casamos, era re chiquita. Estuvimos tres años y estuvo bien, pero cada uno va creciendo, cada uno fue por su lado… Al día de hoy, nos seguimos hablando, nos saludamos para los cumpleaños”, contó Mancini.
“¿Qué buscas hoy en una relación?”, le planteó Fernando Dente. “Humor, divertirme, pasarla bien, ir al cine, comer… Ya tengo claro más o menos lo que quiero. Ya no quiero más psicópatas, ya no quiero más… Yo ya tuve todo, me pasó de todo”, respondió la exmodelo.
“Me cagaron a trompadas, sufrí violencia de género, me desfiguraron la cara. Tuve que ocultarme frente a mi familia y frente a la gente. La pasé muy mal. Más allá de los golpes, me humillaron. La humillación duele más que los golpes. Y mentir, y ocultar, y no ser… Era yo, pero lo hacía para no lastimar a los otros, no por mí. Yo no quería que las personas que me quieren, que estaban cerca mío, me vieran así y yo trataba de alejarlos un poco, que no me vieran con un ojo mal, o llorando, o me vieran mal cuando estaba con esa pareja”, recordó Raquel.
“Mi familia me rescató. Me fueron a buscar mi mamá y mi papá. Me fui a vivir a Quilmes con un representante de jugadores de fútbol, (Gustavo) Mascardi, un monstruo. Él ahora vive en España”, contó sobre el vínculo con el empresario que en los años 90 era uno de los agentes de futbolistas más importantes del medio local. “Mi mamá me fue a buscar a Quilmes y me dijo: ‘Basta, esto se terminó’. Ya nos había visto en Punta del Este, que él no quiso venir a mi casa, con mi familia, quiso alquilar otra casa. Mamá llegó y vio varias situaciones que no le gustó. Y en marzo me dijo: ‘Vamos, está papá esperando abajo’. Y yo me la tomé con todas”, contó sobre el final de esa violenta relación.
“¿Y el deseo de maternar está en vos?”, le preguntó el conductor a Mancini. “Ya pasó. La verdad que me cuesta mucho hablar de esto, es algo de lo que nunca hablé”, respondió ella con la voz quebrada. “Todavía no lo tengo solucionado en terapia. Otra vez que venga, si estoy mejor, lo voy a hablar. Te pido disculpas y a la gente también”, prometió y tomó algo de aire.
“Tengo a mis sobrinos, que son como mis hijos. Cami es mi hija que Dios me dio. Siempre iba a buscar al colegio a mis sobrinos, todos los días. Hacíamos los deberes con Cami. Con Franco no, que es más chiquito, eso lo hacía con su abuela. Después íbamos a comer hamburguesas… Todas esas cosas de cuando eran chicos: colegio, cumpleaños, las amigas… La tía cargaba todo en la camioneta, a los chicos, las mochilas, todo. Ahora son grandes: Cami es abogada, Franco es ingeniero. Siempre nos juntamos a desayunar, hablamos… Cuando hice ese reemplazo en LAM, todos los días de cábala me sacaba fotos y le mandaba a Cami los looks. ‘Tía, estás divina’, me decía ella. Y yo ya con eso me sentía genial”, cerró Raquel.