“Vi una sola vez el video y no pude más”, dice aún consternada Cecilia Guzmán. Es la madre de Abel, el asesino del peluquero Germán Medina, a quien mató en su lugar de trabajo en el barrio de Recoleta el pasado miércoles. Con sus palabras, la mujer hace referencia a la grabación donde quedó capturada la secuencia del crimen de principio a fin, en la que se lo ve a su hijo dispararle en la cabeza a su compañero y escapar. Un hecho por el que está prófugo y es intensamente buscado por la Justicia.
La señora habló desde las inmediaciones de su hogar ubicado en la provincia de Santiago del Estero, de donde es oriunda. Fue en diálogo con el diario El Liberal que contó cómo se siente tras haberse enterado de la noticia y reveló cuándo fue la última vez que tomó contacto con el sospechoso. Además, afirmó que desea que se entregue cuanto antes.
“¡Rezo y recemos para que mi hijo se entregue lo más pronto posible!”, dijo, quien admitió sentirse “muy triste” desde que tomó conocimiento del hecho.
Con respecto al episodio, Cecilia dijo que vio las imágenes en una sola oportunidad y no quiso volver a hacerlo. “No sé qué decir por qué estoy muy triste”, admitió. Y añadió: “Hablé con él hace dos o tres días. No lo noté raro o mal. Hasta donde sé, trabajaba mucho e iba a casa de un hermano casi solo a dormir. Más se dedicaba a la peluquería”.
El asesino es uno de los siete hijos que tuvo la mujer. Uno de ellos falleció. El resto son seis varones y una mujer, algunos de los cuales nacieron en Buenos Aires, cuando Cecilia se mudó en su juventud, y otros en la provincia ubicada en el Norte Grande Argentino. El peluquero se había quedado en la Capital Federal cuando ella volvió. Sin embargo, iba seguido a visitarla.
“Aquí está conmigo el más chico. Abel nació allá, pero todos los años venía a Santiago. Él siempre venía para las fiestas de fin de año”, contó desde su hogar localizado cerca de la ruta 211, a pocos kilómetros de Los Quiroga. En el reportaje, la madre del peluquero señaló otra vivienda en construcción ubicada a pocos metros. “Aquí estaba construyendo su casa”, mostró.
De acuerdo a la descripción brindada por el medio local, la edificación en proceso ya estaba bastante avanzada. Y según el relato de la madre de Guzmán, él le enviaba dinero todos los meses para que los obreros avancen con los trabajos. Iba a estar terminada para fines de este año. Pero el crimen cometido cambió el curso de sus planes. Desde entonces, afirmó: “Sé que no se comunicó más con ninguno de sus hermanos”, todos con residencia en Buenos Aires.
Abel Guzmán es un hombre de 43 años con domicilio en la calle Agrelo, en la localidad bonaerense de Merlo. Trabajaba desde hacía al menos siete años en la peluquería de Recoleta y al igual que la víctima, también era colorista. De acuerdo con registros previsionales, cuenta con una larga trayectoria en el mundo de los salones de belleza, donde trabajó para reconocidos empresarios. Es oriundo de la provincia de Santiago del Estero y figura como inscripto en la Obra Social del Personal de Peluquerías y Estéticas desde el año 2005.
Cómo fue el hecho
El crimen por el que es buscado tuvo lugar en la peluquería ubicada en Beruti al 3017, a la que suelen ir personas reconocidas del espectáculo. El comercio ya había cerrado sus persianas cuando comenzó la discusión que desembocó en el crimen.
El episodio quedó registrado por una cámara de seguridad del local. Dos minutos y medio dura el video en el que se ve a tres hombres y una mujer sentados en ronda, mientras el que terminó jalando del gatillo se encuentra parado. En las imágenes se ve cómo Guzmán, saca un arma y comienza a increpar a sus compañeros, especialmente a Germán.
Por lo que se puede deducir, le ordena a la joven y a dos de los hombres que se levanten de sus respectivas sillas y se hagan a un lado. El dueño de local se corre del medio y un momento intercambia alguna palabra con el asesino.
Es en ese instante que el hombre de 43 años desenfunda el arma, le apunta a Germán, le dice algo y lo ejecuta de un disparo en la cabeza. Medina en un ningún momento intentó moverse de su silla o siquiera defenderse. Nunca imaginó -quizá- que su compañero le dispararía.
Tras el disparo, el acusado va por su mochila, su jefe le abre la ventana y huye de la escena sin dejar rastro.