Ser un trabajador formal estable no garantiza ganar lo suficiente como para cubrir el costo de una Canasta Básica Total (CBT). En rigor, esa no es una novedad; hace tiempo que muchos trabajadores “en blanco” son pobres, pues su ingreso es inferior al costo de la CBT. Lo nuevo es que las estadísticas oficiales más recientes demuestran que el ingreso promedio de los asalariados formales ya está por debajo de la línea de la pobreza.
Según el Indec, el valor de una CBT alcanzó en enero de este año los $596.823. Ese número representa el total de gastos que debe hacer una familia de cuatro personas para cubrir el 100% de sus necesidades básicas en el transcurso de un mes. Si bien se trata de un caso testigo, es el que se toma en consideración para determinar qué familias son pobres y cuáles no.
En tanto, la Secretaría de Trabajo, Empleo y Seguridad Social informó que la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (Ripte) ascendió en enero de este año a $555.269. Eso quiere decir que los empleados formales estables ya tienen, en promedio, ingresos inferiores a una CBT y, por tanto, están por debajo de la línea de la pobreza.
Se debe tener en cuenta además, que el RIPTE exhibe la evolución de los salarios antes de descuentos (sueldos brutos). Si se toma en consideración el salario de bolsillo (neto) la diferencia es aún mayor. Restando el 17% correspondiente a los aportes patronales y cargas sociales, se obtiene como resultado que el salario neto promedio de enero fue de $460.873, un monto que está incluso por debajo de una CBT correspondiente a una familia de sólo tres personas ($475.140).
Por supuesto, eso no significa que todos los asalariados formales estables sean pobres, pero sí que la situación general en relación a los ingresos es delicada. Tal es así, que en Argentina hay 2.975.000 ocupados demandantes; es decir que hay casi 3 millones de personas que tienen un empleo, pero buscan activamente otro, ya sea para reemplazar el que tienen, o para sumar una segunda fuente de ingresos.
“Es un escenario muy complicado, porque deprime el consumo y tiende a potenciar la recesión. Además, hace correr el tiempo social y político para lo que quiere hacer el Gobierno”, analizó Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores Económicos.
“De todos modos, lo que estamos viviendo es el peor momento. Hay un aumento muy rápido de los precios que los ingresos no han podido seguir, pero poco a poco se van a ir recomponiendo. Todo va a estar supeditado a que el marco de política económica se pueda mantener en el tiempo”, continuó el analista.
Para Tiscornia, es muy importante en ese sentido que se mantenga la disciplina fiscal. “Eso va a ir dando lugar a una menor tasa de interés, que va a ayudar a contener la inflación. Ahí está la fuente de que poco a poco la economía se vaya recuperando y con ella los ingresos” cerró Tiscornia.
También compartió su opinión el economista José Vargas, director de la consultora Evaluecon. “Los últimos datos muestran que la Canasta Básica Total quedó por encima de los ingresos; eso confirma que el salario real está perdiendo terreno, pese a que la inflación está desacelerando”, comentó.
“Esto va en sintonía con la brusca caída de la actividad económica. También vemos que vamos a tener un crecimiento en el nivel de pobreza sumamente importante. Todavía no tenemos datos oficiales de los últimos meses, pero las consultoras y universidades muestran un crecimiento del nivel de pobreza que supera el 60%”, advirtió el economista.
Un año de desajustes
A partir de los mismos datos, pero actualizándolos por inflación, de modo de expresarlos todos a valores de enero de 2024, la consultora Empiria, que encabeza el exministro de Economía Hernán Lacunza, mostró más claramente aún la evolución divergente entre el poder adquisitivo del salario promedio y el costo ascendente de la Canasta Básica Total (CBT), que define el umbral de pobreza.
Los sueldos llevan varios años perdiendo contra la inflación, pero el hecho de que el salario promedio esté por debajo de la Canasta Básica Total, no es normal. De hecho, es la primera vez que se da esta situación desde que el Indec retomó la medición de la CBT, en abril de 2016.
Como se observa en el gráfico, históricamente los sueldos han estado siempre por encima de la CBT, pese a que en algunas oportunidades tuvieron una brecha relativamente corta. En diciembre de 2019, en el final de la gestión de Mauricio Macri, llegó a existir una diferencia de 27%; luego, un año más tarde, la diferencia se acortó a 23% (gestión de Alberto Fernández).
Con algunos altibajos la brecha se mantuvo relativamente estable durante los años siguientes, pero a partir de agosto de 2023, luego de la devaluación del 22% aplicada por Nación (luego de las PASO presidenciales), la situación empezó a cambiar. Desde ese mes las diferencias comenzaron a achicarse de forma alarmante y ya en diciembre del año pasado las líneas se cruzaron.
Hoy, la brecha es del 7,48%, pero con la CBT por encima de los salarios. Dicho de otra forma, hace un año un salario promedio de los trabajadores formales estables alcanzaba para adquirir 1,23 canastas básicas totales. Hoy, un sueldo medio basta sólo para comprar 0,93 canastas.
Ese resultado, por supuesto, es producto de la diferencia en el ritmo de incrementos. Entre enero de 2023 e igual mes de este año, la CBT tuvo un aumento de 264,9%. En ese mismo período, los salarios se ajustaron un 175,5%. De ahí se desprende que en el transcurso de un año los ingresos de los trabajadores aumentaron 89,4 puntos porcentuales menos.
Claro está, que hay muchas negociaciones paritarias en proceso, por lo que es factible que durante los próximos meses las brechas se acorten e incluso que los sueldos vuelvan a estar por encima de una canasta básica. Sin embargo, lo concreto por ahora es que los salarios están en desventaja.