Mientras este jueves el Monumental sea un festival a cielo abierto para cubrir de agradecimiento al seleccionado argentino bicampeón de América en la noche del homenaje a Ángel Di María, retirado de la Albiceleste tras la gesta en Estados Unidos, Lionel Messi no podrá lucir su ya mítico dorsal N° 10 ni la cinta de capitán. El delantero, de 37 años, sufrió una lesión ligamentaria en el tobillo derecho en aquella final contra Colombia, y desde entonces no pudo hacer hablar a sus botines, al menos oficialmente. En consecuencia, no formó parte de la convocatoria de Lionel Scaloni para los partidos ante Chile y Colombia (el próximo martes, en Barranquilla) por las Eliminatorias sudamericanas.
“Con Leo hablé personalmente antes de dar la lista para ver cómo estaba. Lógicamente no venía entrenando y era muy prematuro ponerlo en esta lista; me dijo que estaba mejorando y es cuestión de tiempo para que pueda jugar con su equipo. Dependerá de si juega en estos días para la siguiente convocatoria, que es dentro de poco también”, señaló el Gringo en la conferencia de prensa previa al choque ante la Roja. Su ausencia no pone en riesgo el paso de Argentina en la clasificación, dado que lidera la tabla de posiciones, con 15 puntos, producto de cinco victorias y apenas una caída. Y son seis los elencos que sacarán pasaje de forma directa para el Mundial 2026. No obstante, por liderazgo, ascendencia, talento único e incidencia en compañeros y rivales, la figura del fantasista rosarino es imposible de reemplazar.
La apuesta, como dijo el DT, es que esté de regreso para las fechas 9 y 10, a disputarse en octubre ante Venezuela (de visitante) y Bolivia (en el hogar de River). Pero la Pulga anhelaba participar en esta doble jornada, aunque los tiempos, sabía, no lo favorecían. Se trató de un deseo ambicioso, máxime ante el recorrido que debió transitar para volver a entrenarse a la par de sus compañeros del Inter Miami el pasado 28 de agosto. Bota para inmovilizar la zona, paciencia para esperar que se deshinchara, gimnasio, kinesiología…
“Él quiere jugar siempre y hace mucho que no enfrentaba una inactividad tan extensa”, aseguró alguien que lo conoce en profundidad. Infobae pudo averiguar que el atacante evoluciona según los tiempos establecidos. Y que, de no mediar inconvenientes, volverá a pisar un campo de juego el próximo sábado 14 de septiembre, cuando Las Garzas reciban a Philadelphia en el Chase Stadium, por la trigésimo primera fecha de la Major League Soccer. Resta saber si el Tata Martino y el cuerpo médico determinarán que actúe de entrada o ingrese desde el banco de suplentes; dependerá de su puesta a punto en estos próximos diez días.
Al momento de volver a congeniar con la pelota en un duelo oficial, habrán pasado 61 días desde su último partido, el choque ante Colombia en el que se subió a una montaña rusa de emociones; del llanto por el tobillo hecho un globo que no le permitió continuar, al éxtasis por el grito de Lautaro Martínez y un nuevo eslabón de gloria pintado de celeste y blanco.
Basta con repasar el historial de lesiones del astro para advertir que hay que retroceder 18 años para encontrar parates más prolongados en su carrera. En 2006, se ausentó 74 días por problema musculares y también 87 jornadas por la rotura del quinto metatarsiano del pie izquierdo en un cotejo contra el Zaragoza. Más cerca en el tiempo, en 2019 faltó 42 días en el Barcelona por una lesión en un pie; y 51 días en 2015 por la rotura del ligamento colateral interno de la rodilla izquierda.
Si hasta se ha enojado con entrenadores por ser reemplazado en partidos resueltos, es lógico, pues, que su espíritu competitivo sea difícil de gobernar ante el límite que le impone una lesión. Y más ante un compromiso de la selección argentina tan especial por delante. Por lo menos, Messi ya tiene determinada la línea de llegada. El 14 de septiembre, Philadelphia sufrirá su apetito de fútbol, mientras el 10 piensa en su retorno a la Albiceleste.