Esta semana, Cristian Y. cumplió 18 años con una reja frente a su cara. Días antes, la División Búsqueda de Prófugos de la Policía Federal lo arrestó en la esquina de Cazadores y La Pampa, Belgrano, donde había vivido algunas semanas en un edificio de categoría. Así, la Justicia determinó que vuelva a la cárcel. No a un reformatorio, un instituto de menores, sino a una prisión para adultos en Melchor Romero.
El último año de su vida para Cristian, alias “El Chilenito”, nacido en Chile, con prontuario de ladrón por el delito de robo en poblado y en banda a mano armada, fue particularmente intenso. No se escapó una vez del mismo instituto de menores, sino dos.
Lo más irónico de todo es que ambas fugas fueron idénticas.
En febrero último, su banda llegó con una amoladora y varias otras herramientas al perímetro del Centro Cerrado Almafuerte, ubicado en la zona de Abasto, La Plata, donde estaba encerrado por orden de un juzgado de responsabilidad juvenil de Dolores por robo a mano armada. Así, “El Chilenito” salió por primera vez.
Las autoridades volverían a encontrarlo en junio último, no porque lo buscaran. “El Chilenito” cayó de vuelta por robar, esta vez en Morón, con una causa de la UFI de Menores N°2 de esa jurisdicción. Entonces, lo enviaron de vuelta al Almafuerte. Duró nueve días preso. El jueves 20 de ese mes, escapó del lugar luego de que un grupo de hampones irrumpió en el perímetro tras romper el cerco exterior.
La ausencia de Cristian fue notada en el conteo matutino. El lugar fue inspeccionado poco después: los penitenciarios descubrieron que la reja de una ventana de la celda donde estaba alojado había sido cortada, así como el cerco perimetral. En el lugar se encontraron herramientas como una pinza, una amoladora inalámbrica y un crique.
Cristian, al parecer, no era un simple hampón adolescente. La última detención del prófugo a cargo de la PFA fue, según un informe de la causa, “un desafío significativo” debido al “elevado nivel económico en el que se manejaba, que le permitía adoptar estrategias avanzadas para evadir a la Justicia. Su capacidad para acceder a recursos financieros facilitaba el constante cambio de vehículos” en los que se movía, “empleando camionetas y automóviles de lujo, lo que complicaba su rastreo”.
Así, se refugiaba en departamentos de alto nivel, primero en la zona de Villa Luro, donde la Federal encontró su rastro tras la segunda huida. Luego, se mudó a Belgrano, donde finalmente lo arrestaron.
A fines de mayo, ocho adolescentes se fugaron del Centro Castillito, que también integra el mismo complejo en donde se ubica el Almafuerte. Los jóvenes destrozaron una de las puertas del predio y se enfrentaron a tres agentes, quienes no pudieron evitar el escape. Así, atravesaron una de las puertas que se encontraban en el fondo del predio. Todos ellos se encontraban imputados por varios delitos de robo, principalmente a mano armada.