La increíble historia del regreso de Valdano tras el retiro para intentar jugar el Mundial 90: “Después de nadar seis meses, fui a morir en la orilla”

Jorge Valdano
Valdano se entrenó en soledad, primero en España y luego en Argentina

“Después de nadar seis meses, fui a morir en la orilla”. Esta es una de las tantas frases que han ido ensanchando el mundo de las anécdotas e historias de nuestro fútbol. Plena de originalidad, no podía ser otro que Jorge Valdano su autor, siempre lúcido y preclaro, pese a que, al decirla, estaba atravesando uno de los momentos más dolorosos de su vida deportiva, porque unas horas antes, Carlos Bilardo le había comunicado que lo dejaba afuera de la lista definitiva de la selección argentina para el Mundial ‘90. La situación no tendría nada de particular, porque el entrenador debe tomar esas decisiones, pero aquí llamó la atención, porque había sido el propio Narigón quien lo había instado a volver al fútbol, luego de más de dos años de su retiro.

Aquella historia, con ribetes novelescos, tuvo su origen en medio de la disputa de la Copa América ‘89, un certamen olvidable para el cuadro nacional, donde jamás estuvo cerca de pelear seriamente por el título y desnudó su principal problema, que era la anemia ofensiva. Valga como muestra que apenas convirtió dos goles en los siete partidos que disputó y ambos fueron anotados por Claudio Paul Caniggia, como un anticipo de lo que iba a ocurrir en suelo italiano un año más tarde.

Sobraban los dedos de una mano para enumerar las buenas actuaciones de la Selección luego de la gloriosa consagración en México. Apenas una victoria contra Alemania en cancha de Vélez en 1987 y un empate contra España de visitante un año más tarde. Mientras que, en la columna del debe, aparecían muchos ítems más, como la floja faena en la Copa América anterior, donde fue anfitrión y terminó cuarto, más dos goleadas dolorosas en el ‘88: Unión Soviética 4-2 y la sorprendente con Australia 4-1.

Un hecho casual, en medio de la Copa América, iba a desatar un momento de Bilardismo en su más pura esencia. En la ciudad de Goiania, donde Argentina actuó en la primera fase del torneo, se produjo un partido entre un equipo de periodistas brasileños contra otro de colegas del resto de los países. Para este último actuó Jorge Valdano, quien se encontraba cubriendo el torneo para medios españoles, actividad que desarrollaba desde su retiro. El Narigón llegó con sus muchachos para hacer una práctica en la cancha de al lado y pudo observar con detenimiento a su ex dirigido y allí comenzó a pergeñar la idea de su posible regreso al fútbol profesional, que no estaba en los cálculos de nadie.

Uno de los periodistas argentinos que jugó esa tarde fue Marcelo Tinelli, que así lo recordó en diálogo con Infobae: “Yo había viajado para ser el relator de la transmisión de televisión para argentina que salió por Canal 13. Se dio ese partido que recuerdo bastante bien, porque había varias figuras y a mí me parecía increíble compartir equipo con alguno de ellos, pero sobre todo con Valdano, que era una monstruo. Mientras jugaba pensaba que era una locura hermosa estar jugando al lado de él. Ahora veo la foto y me parece mentira estar rodeado de esos cracks”.

Jorge Valdano
Formación de Argentina cuando enfrentó al Mónaco (enero de 1990), que marcó el regreso de Valdano: Parados: Sergio Batista, Ricardo Giusti, Julio Falcioni, Pedro Monzón, José Luis Brown y Néstor Fabbri. Agachados: Jorge Valdano, Néstor Gorosito, José Basualdo, Gabriel Calderón y Julio Olarticoechea

Juan Manuel Bambino Pons era uno de los periodistas más cercanos a la Selección, y cubría su actualidad para radio Continental y la revista Solo Fútbol. Como consecuencia natural, fue enviado a Brasil y también fue parte de aquel partido, que describió para Infobae: “Para nosotros se armó un lindo equipo, sobre todo por las leyendas que tuvimos al lado como el peruano Cachito Ramírez, el chileno Carlos Caszely y el propio Jorge Valdano. De los que estábamos haciendo la cobertura para medios argentinos jugamos Enrique Macaya Márquez, Marcelo Tinelli, Alejandro Apo y yo. Ganamos 2 a 1 y los rivales tenían varios que la rompían y no sé si eran colegas nuestros (risas). Cuando terminó, nos entregaron una copa y ahí nos dimos cuenta de que Bilardo nos había venido a ver. A partir de ese momento se fue gestando la vuelta del Valdano. En ese campeonato compartí muchos momentos con él, incluso vimos juntos el debut de Brasil en su habitación del hotel. Allí, en Goiania, fue cuando Carlos le hizo la propuesta, porque ya venía diciendo por todos lados que no le encontraba reemplazante. En uno de los últimos días se produjo la reunión donde estaban ellos dos, más Maradona, Tapia y yo. Lo recuerdo a la perfección: fue un mediodía y nos encontrábamos en el buffet del hotel. Ahí Carlos le volvió a insistir, Jorge le dijo que lo había pensado y le dio el sí”.

En aquel mismo mes de julio del ‘89, cuando las aguas en nuestro país estaban encrespadas ante el traspaso anticipado de la presidencia, en medio de un caos económico y social de unas proporciones pocas veces vistas, Gustavo Cerati también atravesaba tiempos de cambios. Había resuelto volver a vivir a la casa de sus padres, escuchar nuevamente sus adorados discos del rock nacional de comienzos de los ‘70, en busca de la inspiración para darle forma al nuevo trabajo de Soda Stereo, que sería “Canción animal”. Esa disco comenzaba con una canción que tenía similitud que con lo que empezaba a atravesar Jorge Valdano del otro lado del océano: “Hombre al agua”.

Primero fue un secreto guardado entre muy pocas personas, que después tomó estado público en una entrevista con la revista El Gráfico, en la que se produjo el siguiente diálogo

-Este retiro tuyo del fútbol pinta para definitivo, ¿no?

-Y, no sé…

-¿Cómo que no sabés?

-Bilardo me pidió que volviera. Quiere que le juegue cuarenta y cinco minutos en cada partido del Mundial de Italia…

-¿Y?

-Y… que la puerta está cerrada, pero no tiene llave, ¿viste?

Valdano regresó a España, para seguir con sus compromisos en la faz periodística, pero el tema estaba presente a cada momento. En una declaración comentó que estando en su casa, su esposa le dijo: ‘Sos un hombre que se pasa la vida haciendo lo que corresponde, y a veces en la vida, hay que hacer lo que se siente’. Y yo lo que sentía era el deseo de jugar otro Mundial y allí di el sí definitivo”.

Argentina en la Copa América 1989
El equipo de periodistas, antes del partido donde Bilardo vio jugar a Valdano. Los tres últimos parados son Valdano, Pons y Tinelli. En el centro, abajo, Macaya Márquez

Luego del casamiento de Diego Maradona con Claudia Villafañe, de regreso a Madrid, comenzó con las prácticas, casi en soledad, en la ciudad deportiva del Real, apenas acompañado con Camacho, su ex compañero en ese club, quien ya estaba retirado, pero decidió estar a su lado. El frío de aquel noviembre era impiadoso, pero sus ganas le ponían calor a cada movimiento en el gimnasio o en el campo de juego y dejaban una sentencia para la prensa, que tendría mucha validez seis meses más tarde: “Debo decir que no voy a jugar el Mundial, solo a intentarlo. Llegado el mes de abril, decidiremos con Carlos qué hacer: yo puedo decir que no y él no estar de acuerdo y él puede decir que no y yo no estar de acuerdo. Así que no vale quejarse. En realidad, es una cláusula de defensa de Bilardo: él tomará la decisión”.

Su ilusión dejaba atrás el invierno español y se metía de lleno en el ardiente verano argentino. El Bambino Pons fue muy cercano a él en ese momento, como nos lo recordó: “Dejó todos sus compromisos en España (diario El País, cadena SER y Canal Plus) y se volcó de lleno, primero entrenando allá y luego cuando se instaló acá, los primeros meses del ‘90. Estuve en muchas ocasiones con él, al punto que fuimos al cine a ver la película “Fútbol Argentino” y comíamos pizza en “Los Inmortales”. Estaba hospedado en el hotel Bauen y se entrenaba en un gimnasio que era propiedad de Carlos Babington y Enzo Trossero en el barrio de Caballito, para complementar las prácticas que hacía con Bilardo en los bosques de Palermo”.

Lentamente fue reencontrándose con el jugador. Fueron meses de entrenamientos en soledad, con un gran esfuerzo. La Selección realizó una olvidable gira en los primeros días de 1990, en ña que perdió con el Mónaco 2-0, igualó en cero con Guatemala y cayó, también 2-0, con México. Valdano fue titular en los dos primeros partidos y fue el delantero más incisivo del cuadro de Bilardo, lo que marcaba su gran evolución y, en contraste, el flojo rendimiento de sus compañeros de ataque (Carlos Alfaro Moreno y Mauro Airez), que estaban en plena competencia. A fines de marzo, estuvo desde el inicio en la caída frente a Escocia 2-0, actuando solo 45 minutos. Ya era uno más del plantel, integrado en ese sueño, distante solo dos meses de la cita máxima; y Jorge parecía ir al unísono con la letra del tema de Cerati: “Meses navegando, tierra a la vista, todo volverá a ser como fue. Las luces en la costa, son faros del pasado. Y cuando salto de cubierta y me abandono a la corriente. Hombre al agua, voces que se agitan. Hombre al agua, barco a la deriva”.

Jorge Valdano
Valdano como periodista en la Copa América 1989, entrevistando a Gabriel Calderón. Luego se lanzó a la aventura

En la recta final, a comienzos de mayo, se le produjo una tendinitis en una práctica, que ensombreció gran parte de lo hecho hasta allí, porque faltaba muy poco para la decisión definitiva, aunque Bilardo seguía sosteniendo que lo esperaría hasta el final. Así llegó el día, cuando se enteró que no sería parte del plantel y continuando en la dirección de la canción de Cerati, fue la analogía del Valdano, al decir la mítica frase sobre haber nadado seis meses y ahogarse en la orilla. Faltaban horas para dar la lista de buena fe y Bilardo le comunicó que se quedaba afuera. Cayó como un bombazo dentro del plantel; incluso Maradona tuvo palabras fuertes, en desacuerdo con la medida: “Esto que hace Bilardo lo acepto, pero no lo entiendo. Tuvo muchas oportunidades para decirle que se fuera de la Selección, pero de una mejor manera. No quiero contradecir a nadie, pero yo conocía a la perfección el estado físico de Jorge y eso no lo pueden discutir ni Carlos, ni el doctor Madero, ni el profesor Echevarría. La pasé muy mal en el momento que me enteré de la decisión y hasta estuve a punto de pedirle permiso para volverme unos días a Nápoles”.

La sorpresa fue grande, porque Valdano venía evidenciando una gran mejoría de su última lesión, como lo señaló: “En palabras del doctor Madero, mi recuperación fue espectacularmente buena, a tal punto que, al quinto día, estaba entrenando con un mediano nivel de exigencias y con respuestas futbolísticas que yo consideraba muy satisfactorias”.

Un par de semanas más tarde, Argentina hizo su flojo debut en la Copa del Mundo, con la derrota frente a Camerún, que pareció confirmar todos los malos presagios. Luego llegarían las corridas de Caniggia, los penales de Goycochea y la gesta de Maradona, con su tobillo destrozado. Nadie pudo ocupar el lugar de Valdano, dentro y fuera de la cancha, pero el éxito dejó su exclusión en el estante del olvido. Muchas teorías se tejieron en derredor de esa resolución del entrenador. Jorge, fiel a su estilo, sentó posición: “La decisión es de Bilardo, que dijo no verme ni para 30 minutos en el Mundial. Lo demás, ingresa en la bruma de la sospecha, que yo no atravieso jamás”.