Sergio Verón tiene 56 años, es docente, profesor de educación física y trabaja en el equipo médico de la clínica de Alberto Cormillot y en el programa Cuestión de Peso. Más allá de su vida mediática y profesional, Verón es padre de dos niñas que adoptó junto a su pareja de hace 17 años, Franco Verdoia.
Crystal, que tiene ahora 12 años, y Ariadna, de 15, son las dos hermanas que se incorporaron a la familia de Verón-Verdoia durante la pandemia de coronavirus. Para la sección “Y sí, soy papá” de Infobae, Verón dio su testimonio de cómo es su nueva vida con sus hijas.
Sergio y Franco sentían el deseo de ser papás, pero no sabían bien cómo iniciar la búsqueda de posibilidades.
Verón cuenta que fue como si la computadora les estuviese leyendo la mente. “Aparecieron sitios de adopción y ahí empezamos a investigar acerca de qué pasaba con la adopción en Argentina. También surgió la posibilidad de asistir a talleres y a charlas informativas, y así fue que empezamos a ir”, recuerda.
El panorama inicial no era alentador. “Seguramente muchos de ustedes están viniendo a buscar un bebé. Estos son los bebés que hay en Argentina, en este momento no hay, así que se pueden levantar y se pueden ir”, les dijeron.
Sin embargo, les aclararon lo siguiente: “Ahora, si ustedes están dispuestos a adoptar grupos de hermanos o niños que tienen seis, siete, ocho, quince años, éste es el lugar, quédense”.
“Teníamos un montón de prejuicios en referencia a requisitos de adopción, de que no iba a haber una ‘mamá’ en casa. Tanto para mi pareja como para mí, nuestras madres fueron muy importantes”, Sergio se cuestionaba si el hecho de que fueran dos papás no iba a ser una traba.
“Finalmente un día nos llegó un mail de que había dos niñas, una de 12 y otra de 9 años, que eran hermanas. El Estado no permite que los hermanos se separen. Y esas niñas habían elegido nuestro expediente”, cuenta emocionado.
Verón relata cómo fue ese primer acercamiento con las hermanas en una cámara Gesell, acompañados por profesionales. “Jugamos y la más chiquita se quedó todo el tiempo abajo de la mesa por miedo, por vergüenza. Cuando llega el momento de la despedida, empiezan a sacar cartas y dibujitos y todo lo que habían hecho durante esos 20 días que ellas también estuvieron esperando en el hogar. Eran cantidades de cosas de papel”, recuerda.
“La más chica todos los días hacía dos barquitos de papel, uno para cada uno. Había días que ella extrañaba y estaba muy ansiosa y hacía más barquitos. Ese día nos trajo 100 que los tenemos y obviamente son parte de la biblioteca”, resalta.
Sergio continúa con el relato. “Cuando termina la entrevista yo veo que se van las dos con todas las operadoras a un rincón, y hablan y hablan. Y les habían pedido a las operadoras que querían romper las reglas de distanciamiento y que nos querían dar un beso y un abrazo. Nosotros teníamos que disimular, acá no pasa nada, pero por dentro era yo el que se quería meter debajo de la mesa a llorar sin que se den cuenta las nenas”.
Y fue la frase de una de las hermanas que le quedó grabada a Verón para siempre. “La más grande, que hablaba por la más chiquita también, nos dijo ‘nosotras queremos que ustedes sean nuestros papás’. Ellas estuvieron conviviendo un tiempo muy breve con una familia que las devolvió. De repente un día fueron como si uno devolviese un paquete, un objeto. Sin embargo estaban muy seguras y muy confiadas de elegirnos. ¿Qué valientes no? Porque se dieron otra posibilidad. Yo hubiese dudado por el resto de mi vida ser nuevamente adoptado”, explica Sergio.
“Merecen tener una familia que les dé un poco de amor, algo que muchos de ellos no tuvieron nunca – resalta Verón-. Cuando los niños tienen más de 6 años, son ellos quienes deciden a qué familia quieren ir a vivir. No es uno. Ellos deciden. Por suerte les enseñan que hoy el modelo familiar es mamá sola o papá solo, o mamá y mamá, papá y papá. O sea, conocen todos y ellas eligieron este”.
Y cómo empezó la nueva vida de Sergio y Franco con las dos hermanas. “Los primeros días estás en Disney, mucha cosa consentida, nos quedábamos hasta más tarde a mirar tele, comemos un poco más de comida chatarra y a medida que va pasando el tiempo, empiezan a llegar las responsabilidades -recuerda Verón-. Entonces ahí es donde empieza la vida real, donde hay berrinches, hay bronca, hay enojo. Las psicólogas dicen que tienen que ‘pasarle la factura a alguien’. No tuvieron a quién durante toda su vida, entonces te la pasan a vos”.
Sergio ya ve el tema a la distancia y se da espacio para las sonrisas. “Y bueno, hay que aprender a sobrellevar eso. Una vez que pasó esa etapa y que se dieron cuenta, ellas siempre dijeron ‘elegimos la familia que nosotras queríamos, entendemos’. Hoy en día, a medida que pasa el tiempo nos dicen ‘qué bueno que no me dejaste hacer esto’, ‘qué bueno que fuiste inflexible con la escuela’”.
Entonces, el padre de Crystal y Ariadna deja una reflexión sobre la importancia de la decisión que tomó junto a su pareja. “Esto de el prejuicio de adoptar niños grandes. A veces uno como adulto pone más cosas en esos niños que las que uno tiene. Y te dicen siempre ‘¿están seguros con lo que van a hacer? Mirá que esos niños vienen con una mochila cargada’. Yo tengo una mochila de 50 años, Es mucho más pesada la mía para esa nena. Ellas están en inferioridad de condiciones, nosotros somos los adultos, nosotros tenemos más problemas encima y prejuicios que ellas. Ellas necesitan una familia. Veamos nuestras propias mochilas en vez de las mochilas de estos niños y estos adolescentes”.
“Debe ser mucho más difícil que dos niñas se adapten a vivir con dos adultos desconocidos, que dos adultos desconocidos se adapten a vivir con dos niñas”, concluye.