Argentina ganó. Se clasificó a cuartos de final de la Copa América a falta de un partido para que culmine la fase de grupos. Mereció la victoria. Se demoró: llegó sobre el epílogo del encuentro con un gol de rebote, sucio, producto de una pelota parada, un tanto de goleador firmado por el nueve más nueve del plantel. Las declaraciones de los jugadores coinciden en el análisis: partido duro, afectado por las condiciones de la cancha, por la mezquindad de un rival dedicado a cuidar el cero, por las tensiones generadas entre argentinos y chilenos en una suerte de rivalidad moderna luego de las dos victorias por penales de Chile en las Copas Américas de 2015 y 2016.
Argentina ganó. Necesitó batallar durante 88 minutos para quebrar la valla de Claudio Bravo. Necesitó intervenciones vitales de los Martínez: dos tapadas salvadoras de Emiliano y el oportunismo goleador de Lautaro. Perdura el sabor ambiguo de haber jugado bien y de saber que todavía se puede jugar mejor. A favor la inclusión de Nico González, el rendimiento de Julián Álvarez, la garantía de la dupla de centrales, la sensación de que las bases del funcionamiento subsisten, de que el circuito de juego engrana. Con el primer objetivo cumplido -la clasificación a cuartos- vendrá el turno del recambio, el descanso de Messi y la aparición de Alejandro Garnacho, Valentín Carboni, Exequiel Palacios.
El boletín de calificaciones de Argentina ante Chile
Emiliano Martinez (7): Al minuto 72, las 82 mil personas que colmaron el MetLife de Nueva Jersey descubrieron que en el arco de Argentina había uno que vestía de verde. Hasta entonces, las intervenciones de Dibu Martínez habían sido con los pies para ofrecerse como opción de pase y para favorecer la circulación. Pero en ese minuto puntual, un disparo de Rodrigo Echeverría en la puerta del área demostró que la selección argentina tenía un arquero y que ese arquero por algo había sido elegido el mejor del último mundial. Tres minutos después volvió a detener otro remate con un alto grado de dificultad desde dentro del área, otra vez ante Echeverría. Fundamental, de nuevo: volvió a dejar en cero su arco.
Nahuel Molina (6): Con solidez y confianza, participó con criterio y se involucró con pases en pos de prolongar la posesión cuando el partido se recostó sobre la derecha del ataque argentino. No protagonizó escaladas en ofensiva notorias, tal vez eclipsado por una tendencia a atacar por izquierda. Pero desde allí surgió la jugada que terminó resolviéndose por su sector, cuando a los cuatro minutos del complemento apareció sin marca como puntero derecho, asistido por Messi. El remate tuvo más fuerza que precisión. Con margen de mejora.
Cristian Romero (8): Líder absoluto. Hay una jugada que podría reclamar su patenta, estampar su firma. Ocurrió a los treinta minutos del primer tiempo en campo rival. Leyó el pase vertical, presionó al delantero que recibió de espaldas, se la extirpó y provocó un ataque inesperado que terminó diluyéndose porque ni sus compañeros tuvieron tiempo para posicionarse. Un caudillo, inspirador y líder espiritual de un equipo que confía en su defensa con él como abanderado. A su seguridad en la marca le suma prolijidad y templanza en la salida por abajo. No se apura, no se tara. Si Julián Álvarez es el primer defensor, él es el primer atacante. Una bestia. Segundo partido consagratorio: 180 minutos en esta Copa América en altísimo nivel.
Lisandro Martínez (7): A Cuti Romero lo conoce de las inferiores, cuando uno jugaba en la categoría ‘98 de Belgrano de Córdoba y otro en Newell’s. Son amigos: parecen complementarse e imitarse. Su voracidad para recuperar la pelota lleva el juego posicional argentino al campo contrario. Con la pelota es un diferencial por su criterio, precisión y lectura para darle sentido a cada salida. Tuvo un anticipo fascinante en mitad de cancha y un engaño delicioso dentro de su propia área. Otro partido sólido para consolidarse como el 6 titular y empezar a mostrarle al mundo que Argentina tiene una zaga de primer nivel.
Nicolás Tagliafico (6): Sin grandes demandas en ataque y en defensa, el lateral que volvió a la titularidad en reemplazo de Marcos Acuña, se mostró contenido. Tapado en faceta ofensiva para cederle espacio a Nico González por su sector. Actuó como nexo en el encadenamiento de pases y siempre se ofreció a participar de lo que la jugada pedía: abierto por izquierda, centrado o internado en el área para aprovechar su olfato.
Enzo Fernández (5): Empezó a mejorar a medida que Argentina consolidó su protagonismo en campo durante la primera etapa. Al principio parecía desconectado, sin integrarse al circuito de juego, escondido en un zona minada de rivales, atrapado cerca del triángulo por izquierda que trazaban Tagliafico, Nico González y Julián Álvarez. Cuando la Selección se apoderó del trámite, impuso su ritmo y aportó distribución, pero así como no lo consiguió Paredes en el debut ante Canadá, no aportó visión ni pase filtrado. Hace dos meses no jugaba sesenta minutos. Fue el primer cambio cuando el equipo necesitaba otro vértigo en ataque.
Alexis Mac Allister (6): Recuperó su posición en el eje con relación al primer partido y demostró que ahí es donde más cómodo se siente. Siempre bien parado, siempre con un pase tenso y seguro, siempre ofreciéndole fluidez y orden a la distribución. Creció con el correr de los minutos.
Rodrigo De Paul (6): Lo que al principio parecía resolver lento, sin fluidez ni demasiadas luces, finalmente terminó redondeado otro partido en un nivel elevado. Un guerrero que crece en la adversidad y que sabe equilibrar sus deudas con enjundia, confianza y valentía. Un jugador que le gusta sentirse y saberse importante. Integró varios ataques,
Nicolás González (7): Un pistón por izquierda, la pesadilla de Mauricio Isla, el lateral derecho de Chile. Punzante, decisivo, entusiasta. Por momentos parecía tener una marcha extra, parecía correr en patines. Por fuera con sus desbordes, por dentro con sus buenas interpretaciones y ejecuciones. Aporte energético con calidad técnica, a veces pecó de su confianza, pero siempre sirvió para abrir la cancha y establecer profundidad por las bandas. Fue el principal arma ofensiva de la Selección y una rueda de auxilio permanente en defensa. Un tiro al travesaño, varios desbordes, piques al vacío. Volvió a demostrar un extraño olfato con las ocasiones de gol, volvió a necesitar tiza para mejorar las definiciones.
Lionel Messi (7): Un Messi de apariciones, de estocadas, de instantes. La molestia que evidenció durante la primera parte del partido parece haberlo comprometido a lo largo del partido. Sus intervenciones fueron menos en comparación a otros partidos pero igual de decisivas. Aunque a diferencia del duelo ante Canadá, esta vez Chile se dedicó a tenerlo más corto y mejor rodeado. Sus fotos meme del partido lo muestran siempre apareado por cuatro rivales. Un pase con ventaja a Nahuel Molina, un centro fino como con un guante a Alexis, una asistencia a Nico González en el disparo que terminó estrellándose en el travesaño: la jugada mejora cuando él la tiene. Tuvo solo un disparo al arco: una remake del gol a México en el Mundial que pegó en la base del palo y se fue.
Julián Álvarez (6): Si salió de la cancha es porque parece una picardía dejar tanto tiempo en el banco a Lautaro Martínez, goleador del Calcio. Encuadró un partido sin falencias y con notables gestos técnicos. Nunca fue referencia para los centrales, descargó siempre con justeza y criterio. Aportó su inteligencia para moverse por el frente de ataque sin que los rivales pudieran identificarlo. Ofreció toques cortos, pases con sentido y desplegó su característica desdén por recuperar alto. Corrió por él y por Messi. Se mueve tanto que se escapa del área. Un zurdazo desde la puerta del área, su único remate con intención de arco.
Giovanni Lo Celso (6): Ocupó el lugar de Enzo Fernández por izquierda del ataque argentino y se mostró más activo y participativo, aunque tuvo más ganas que inteligencia y decoro.
Lautaro Martínez (7): Entró errático, con intervenciones deslucidas. Un control largo dentro del área a falta de diez minutos para el final, tras un pase atrás de Messi, lo expuso. Pero goles son amores: estuvo donde los delanteros como él tienen que estar, a la expectativa de aprovechar cualquier rebote dentro del área. Marcó el gol que inclinó el resultado a favor de Argentina y eso le devuelve aire y confianza. Sobre la hora pudo concretar su doblete pero una respuesta magnífica de Bravo le negó el gol.
Ángel Di María (6): Intervino en algunas acciones ofensivas con tino y criterio, hizo lo que pedía la jugada, pero no terminó destacándose. Sobre el final condujo una contra con velocidad, como si no se sintieran los 36 años, para cedérsela a Lautaro Martínez dentro del área, que terminó despilfarrándola.
Gonzalo Montiel (-): Ingresó a falta de cinco minutos por Nahuel Molina.
Marcos Acuña (-): Entró por Nicolás Tagliafico cuando el partido expiraba.