El diputado nacional Máximo Kirchner fue uno de los dirigentes que encabezó la columna de La Cámpora en la multitudinaria marcha que organizó esta semana la CGT para rechazar la Ley Ómnibus y el DNU que impulsa la Casa Rosada. Fue en los días previos a la movilización que la organización kirchnerista terminó por plegarse orgánicamente a la convocatoria. Allí, Kirchner se dejó ver y se fotografió con algunos seguidores y dirigentes camporistas. Hacia el afuera, la figura de Kirchner era una incógnita en este convulsionado y veloz tiempo político del incipiente gobierno de Javier Milei. Sin embargo, el jefe de La Cámpora no se corrió de los frentes políticos que tiene abiertos.
Uno de ellos es la presidencia del Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires. Hay un sector dentro del peronismo bonaerense que desde la derrota electoral en el balotaje busca una señal de corrimiento de parte de Kirchner de la conducción partidaria. El intendente de Esteban Echeverría, Fernando Gray, encabeza a viva voz esa avanzada. “La Cámpora solo está sentada sobre cargos legislativos, nada más y se arrogan la representación del peronismo”, le decía el jefe político de Esteban Echeverría a Infobae semanas atrás.
Pero hay más posiciones que apuntan, gestualmente, a la conducción de Kirchner y el despliegue de La Cámpora. Una de ellas es la del intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi. Como dio cuenta este medio, desde principio de año, el mandatario del distrito de la Tercera sección electoral viene juntando fotos con distintos referentes peronistas díscolos en los municipios donde La Cámpora gobierna. Puntualmente los distritos de Hurlingham, Quilmes y Lanús. En Lanús, por ejemplo, la concejal Belén Berrueco que responde a Ferraresi se alejó del bloque de Unión por la Patria que acompañó la lista local de Julián Álvarez, en una jugada que desconcertó al entorno del intendente. Además de eso, Ferraresi sentó en su despacho al Jefe de Gabinete del gobierno porteño, ex intendente de Lanús (PRO) y presidente del Club Atlético Independiente, Néstor Grindetti. Un tiro por elevación para Julián Álvarez.
En La Cámpora son conscientes de este operativo que se activó desde hace un tiempo y que -creen- tiene como objetivo el desgaste a la figura de Kirchner. La figura retórica pareciera ser lo que supo ser la “Mesa de Ensenada”, que además de Ferraresi también moldeaban su par de Ensenada, Mario Secco y el ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense, Andrés Larroque.
El diputado nacional, sin embargo, cuenta aún con el contrapeso de algunos otros intendentes peronistas del conurbano como Gustavo Menéndez de Merlo o Mariel Fernández de Moreno, entre otros. Fernández por ejemplo es la vicepresidenta segunda del PJ bonaerense que preside Kirchner.
En la movilización de esta semana Fernández y Menéndez compartieron el viaje en tren hacia el Congreso con la militancia. Lo hicieron en un viaje en el que también participaron los intendentes de Morón, Lucas Ghi (Nuevo Encuentro) y de Hurlingham, Damián Selci (La Cámpora). Todos de trato cotidiano con Kirchner.
“Ahora juegan los otros”, le decían a este medio sobre el rol que tomaría Kirchner con la llegada de Milei al gobierno nacional. “Los otros” era el Gobierno nacional y la estrategia era -y es- dejarlos hacer y que paguen el costo de sus medidas. La disputa para La Cámpora en este primer mes de gestión de Milei es en el Congreso. El volumen que tomó el paro -y sobre todo la movilización del miércoles último- obligó a salir a la calle, aunque La Cámpora solo movió a su militancia del conurbano. En el resto de la provincia de Buenos Aires y el país lo hizo en sus distritos.
En el medio está el gobernador bonaerense, Axel Kicillof. La relación entre Kirchner y Kicillof tiene momentos mejores y otros más tirantes. En este tiempo de oposición, el mandatario bonaerense tomó un lugar central por su rol institucional. El gobierno nacional lo ha elegido como adversario de la política doméstica y aunque la estrategia en La Plata es no subirse al tren de la confrontación, la realidad impera y ese objetivo a veces suele tornarse difícil.
En lo político, Kicillof se recuesta más cerca de los intendentes distanciados de Kirchner. En lo que hace a la gestión el diálogo es fluido con todas las tribus peronistas.
Esta semana, después de la movilización, recibió a un grupo de jefes comunales del conurbano entre los que había de La Cámpora y de lo que fuera la Mesa de Ensenada. El motivo de la reunión fue hacer un monitoreo de la situación social y económica de la región más densamente poblada del país. Los intendentes alertaron sobre el aumento en la demanda de comida y de trabajo; además de una reducción de fondos provenientes del gobierno nacional, así como en la obra pública.
Llegaron hasta la gobernación bonaerense los intendentes los intendentes de La Plata, Julio Alak; de Avellaneda, Jorge Ferraresi; de Ensenada, Mario Secco; de Merlo, Gustavo Menéndez; de Almirante Brown, Mariano Cascallares; de Hurlingham, Damián Selci; de Escobar, Ariel Sujarchuk; y a las intendentas Mayra Mendoza, de Quilmes; y Mariel Fernández, de Moreno.
Kirchner también habla con intendentes y distintos dirigentes del peronismo. Son reuniones sin difusión y suelen ocurrir en el Congreso. Aunque no participa de los plenarios de comisión, el diputado nacional tiene emisarios propios en ese ámbito como por ejemplo Lorena Pokoik. Hoy la agenda pasa por el rechazo de la Ley Ómnibus.
Días atrás Kirchner apareció en una reunión que encabezó la diputada nacional Florencia Lampreabe (La Cámpora), con organizaciones ambientales; en un encuentro del que también participó la ministra de Ambiente bonaerense, Daniela Vilar. Vilar, al igual que la intendenta Mayra Mendoza y sus pares de Lanús y Hurlingham marcharon el 24 de enero junto a Kirchner y La Cámpora. No con Kicillof ni con los intendentes y funcionarios que estuvieron junto al gobernador.
En lo público no hay mayores intenciones de confrontar internamente. De hecho el comunicado post movilización que difundió la organización K fue en sintonía con las últimas declaraciones públicas que había realizado Kirchner y es que el gobierno “es de Macri”. A este diagnóstico, se le suma la discusión puertas adentro que si no se hace palpable en su totalidad se debe al impacto que tendrán las reformas que busca aplicar el gobierno de Javier Milei.