El filósofo y sociólogo francés Edgar Morin publica en estos días, con 102 años, una novela de inspiración autobiográfica escrita en 1946 y que ha retomado para finalmente darla a conocer en público.
L’année a perdu son printemps (”El año ha perdido su primavera”), publicado por la editorial Denoël, “ilumina la construcción psíquica, intelectual y política de uno de los más grandes pensadores de nuestro tiempo”, afirma la editorial en su presentación del libro.
Edgar Morin tenía 25 años cuando escribió este relato en el que se esconde bajo el nombre de un héroe, Albert Mercier, que presenta muchos puntos en común con él. “No se lo mostré a nadie. Sabía que tenía suficiente inteligencia para trabajar en las ciencias humanas, pero dudaba de tener el talento de un novelista. Por otro lado, no quería herir ni entristecer a mis padres”, se justifica el autor en la introducción.
De joven, el intelectual estudió Historia, Geografía y Derecho en la Universidad de París y participó activamente en la Resistencia Francesa durante la Segunda Guerra Mundial. Después de la guerra, se involucró en el Partido Comunista Francés, del cual se alejó en 1951.
Edgar Morin, uno de los pensadores más destacados de la intelectualidad francesa de izquierdas durante el siglo XX, pensó durante mucho tiempo que había perdido, a lo largo de sus mudanzas, no solo el manuscrito completo de L’année a perdu son printemps, sino toda traza de este libro.
Sorpresa: borradores y hojas mecanografiadas dormían en sus archivos entregados en 2001 al Instituto Memorias de la Edición Contemporánea (Imec). En desorden e incompletos. Edgar Morin y su editora trabajaron entonces para reconstruir la coherencia y los pasajes faltantes. “Empecé a amar esta novela, incluida su escritura”, cuenta el autor.
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Esta es su segunda novela. La primera, en 2017, La Isla de Luna, también era un escrito de juventud encontrado, cuyo héroe también se llamaba Albert Mercier. El filósofo y sociólogo publicará además el 12 de junio, una Conversación con Edgar Morin, que es una larga entrevista con la revista Zadig.
Edgar Morin ha desempeñado un papel crucial en la evolución del pensamiento contemporáneo debido a su capacidad para conectar diversas disciplinas y ofrecer una visión integrada de la realidad.
En términos generales, la recepción de los libros de Morin ha sido notablemente positiva en círculos académicos y educativos. Sus conceptos sobre la transdisciplinariedad y la interconexión de saberes han sido acogidos como innovadores y necesarios para enfrentar los desafíos contemporáneos. Las universidades y centros de investigación han adoptado sus teorías como base para desarrollar nuevas aproximaciones pedagógicas y metodológicas. Incluso, en el ámbito de la educación secundaria y primaria, sus ideas han influido en la currícula para fomentar un pensamiento más holístico en los estudiantes.
En el ámbito hispanohablante, las traducciones de sus obras han permitido que sus ideas se difundan ampliamente. Latinoamérica, en particular, ha mostrado un alto interés en sus propuestas debido a su énfasis en la inclusión y la comprensión global de los problemas. Sus teorías se han incorporado a programas educativos y debates académicos, reconociendo la pertinencia de sus planteamientos para el contexto social y cultural de la región.
Sin embargo, su trayectoria no ha estado exenta de polémicas. Su alejamiento del Partido Comunista Francés en 1951 y sus críticas abiertas al marxismo ortodoxo le valieron tanto admiración como rechazo en diferentes círculos intelectuales. Además, sus ideas sobre la educación y la reforma del pensamiento crítico han generado debates intensos, especialmente en el ámbito académico francés. Morin ha sido acusado de ser demasiado utópico en sus propuestas, mientras que otros lo consideran un faro de esperanza en un mundo en crisis.
Fuente: AFP y Redacción Cultura